Se le va descubriendo poquito a poco por sus leyendas, por sus casas solariegas, por sus mazmorras, por su casa cuna, por su primer hospital de sangre, por su iglesia mantenida por familias adineradas de bien.
Desde mi lecho de arena / te vi, amazona ufana, / altiva, desafiante, / sobre tu jaca alazana.