La habitación por de noche era todo techo, y la noche carne y la carne acción. La noche, brava y sin fundamento, pasó como una secuencia sabrosa y extraña.
Las pasadas fiestas me hicieron reflexionar sobre algo que sí que creo que nos inquieta y desasosiega: es la soledad.
Ya perdí mi caballo de cartón, / queridos Reyes Magos, / con sus bridas de seda, / con sus ojos de ámbar.
Tendido, dormitando, / sobre el mullido suelo / de la alameda, / sueño que, cerca, el río / susurra su canción / de agua y piedra.