A quienes padecen la terrible enfermedad del alzhéimer.
A quienes con amor los cuidan día a día.
A quienes conmigo compartieron años de formación en el Seminario de Granada; a quienes a ella dedicaron su gran preparación, su esfuerzo y su tiempo: mi más entrañable recuerdo y mi inmensa gratitud.
Desecaron los cauces / de los ríos sin niños / los sedientos veranos, / las sequías de abril.
Te cambiaría estos versos / por tu dulce sonrisa, / por tu mano en la mía, / por respirar tu aliento.
Tu eres dulce melodía, / que hace mi encuentro tan tierno, / noble mirada y sonrisa, / que remansa en mi alma el sueño…