Las pasadas fiestas me hicieron reflexionar sobre algo que sí que creo que nos inquieta y desasosiega: es la soledad.
Ya perdí mi caballo de cartón, / queridos Reyes Magos, / con sus bridas de seda, / con sus ojos de ámbar.
Tendido, dormitando, / sobre el mullido suelo / de la alameda, / sueño que, cerca, el río / susurra su canción / de agua y piedra.
Aquella calle empedrada / regada al amanecer, / olor a tierra mojada, / olor a campos de mies.
Mas no logré encontrar / pescadores ni niños. / Ni las sábanas limpias extendidas / sobre las piedras blancas.