Un hogar que te espera, / la puerta siempre abierta, / y un regazo materno / que invita a descansar.
Estas palabras ponía yo en boca de tu querida Alhama, río Marchán, y lágrimas amargas brotaban de sus ojos de “niña mimada” de aquel rey moro de Granada.
Tan fiel y tierna caricia / de inocencia en tu pequeño, / con mirada pura y limpia, / que te abraza en tiernos besos…