Nació este poema sin su ropaje musical. Nació tras una visita al río con mis alumnos en aquel lejano 1995, famoso por sus escasísimas lluvias.
Nos cuesta entender el suicidio. Y nos cuesta aún más entender que el suicida arrastre con él a personas a las que, suponemos, ama inmensamente.
A quienes padecen la terrible enfermedad del alzhéimer.
A quienes con amor los cuidan día a día.
Desecaron los cauces / de los ríos sin niños / los sedientos veranos, / las sequías de abril.