Supongo que casi toda la gente que escribe tiene unos referentes sobre los que ha edificado su arte, su más o menos arte a la hora de contar y contarse.
Supongo que casi toda la gente que escribe tiene unos referentes sobre los que ha edificado su arte, su más o menos arte a la hora de contar y contarse.
No he inaugurado la agenda del 2019 con una lista de propósitos.
Entre otras razones porque la milonga ya la tengo escrita (Milonga del pobre agallas).
Leo esto en Facebook y me digo que ya tengo ‘Mirada’.
Metafórico e imaginado jardín, por supuesto.
El domingo pasado fui uno de los que se equivocaron votando por la opción que según las encuestas era ganadora.
Creo que existe un límite del ruido digital al que una persona se puede exponer, sobrepasado el cual, resulta peligroso.
No era el buen Guillermo de Occam navajero ni barbero pese a haber pasado su navaja metafórica a la historia de la filosofía.
Pasamos los españoles por ser gente ruidosa en exceso, y basta entrar en un bar algo concurrido para ganarnos la fama holgadamente.
Nuevamente la actualidad me obliga a escribir algo que no hubiera querido escribir.
Siempre ese inevitable último viaje a un incierto destino nos sorprende demasiado pronto. No es una cuestión de edad, porque no hay edad en la que sea imposible vivir y gozar de ello.