Estoy convencido de que a pesar de los Bárcenas, los eres y toda la suerte de corruptelas que nos ensucian el aire que respiramos, aún es posible asomarse a la ventana o el balcón y respirar aire limpio.
Anda el cotarro revuelto a cuenta de las actividades de información llevadas a cabo por los Estados Unidos, que dicen los países europeos que qué es eso de espiarles a ellos.
Nuevamente el calendario afirma que estamos en verano, un verano algo atípico eso sí, y me preparo para una nueva edición, la segunda, de Mirada de verano.
Ahí fuera, entendiendo por “fuera”, lo no humano, está todo bastante claro, aparentemente, al menos. Los animales más adaptados a su entorno sobreviven mejor que los inadaptados, y no existen otras leyes que las propias de la naturaleza, que, creo que no es la primera vez que lo escribo, es una madre bastante cruel.
Mediaba la década de los noventa cuando Juan Cabezas, por entonces director de “Alhama Comarcal” me ofreció la oportunidad de colaborar con ese medio con lo que estimase oportuno.
Entre las cosas indispensables que debe contener el botiquín de primeros auxilios contra el poder, contra todo poder, están, además de la duda metódica, y la ironía; la información contrastada, comprobable y veraz.
Como todos los niños de mi generación di clases de religión en el colegio, clases que no me sirvieron ni para ser mejor persona, ni para tener conocimientos del fenómeno religioso, ni mucho menos del cristianismo.
Así están nuestros políticos, al decir de ellos; agobiados por las graves responsabilidades que hemos puesto en sus hombros, entregados al bien común y encerrados en una cárcel, que no por ser de oro, deja de ser prisión.
La noticia, que no sé donde he leído, de que una artista española, Lara Armacegui, participará en la bienal de Venecia con una obra consistente en una montaña de escombros de varias toneladas de peso, me hace reflexionar.
Vivimos en el mejor de los mundos posibles y nuestros esforzados gobernantes no regatean esfuerzos, desvelos y afanes para conducirnos a cotas aún más altas de felicidad.