
En algún tiempo, no tan lejano, el legislador pensó que era buena cosa que los jueces se dedicasen únicamente a juzgar y hacer cumplir lo sentenciado, para lo cual legisló en tal sentido y desjudicializó el registro civil, cuya llevanza desde 1871, más o menos, había sido encargada a jueces y magistrados sin que estos en ningún momento diesen muestras de estar agobiados por la tarea de registrar y conservar nacimientos, defunciones, casamientos (y divorcios en las épocas en las cuales era legales) y tutelas y representaciones legales.