
Igual que Descartes, estoy absolutamente seguro de que mis dudas superan ampliamente mis certezas, de que de lo único de lo que puedo estar seguro es de que dudo.
Igual que Descartes, estoy absolutamente seguro de que mis dudas superan ampliamente mis certezas, de que de lo único de lo que puedo estar seguro es de que dudo.
Hoy rompo una de mis más arraigadas costumbres y escribo la mirada unos días antes de su publicación, y otra, de que se publique lo escrito un año después.
Como ya hace tiempo que no creo en entelequias como Reyes Magos, papás Noeles ni santos Nicolases, me dirijo a ti, no tanto para pedirte nada, como para darte algunos consejos, espero que útiles.
Manda la tradición que en fechas próximas al fin de año se haga resumen de lo que éste ha dado de sí, informativamente hablando. Esta es la última mirada de este 2014 que creo que vamos a despedir sin pena.
No sé exactamente de qué, pero sí sé que la culpa es de las redes sociales, o del wasap, tal vez aún no haya pruebas concretas. Pero ya saldrán.
Puede que nosotros (los de clase trabajadora, los de clase media depauperada, los pensionistas, los desahuciados, los dependientes...los damnificados, en suma) no lo veamos, pero España se recupera y crece.
Desde que en mi lejana infancia la señorita Gloria me inició en los misterios de los palotes y su correcto trazado estoy intentando aprender a escribir.
Sorprende el símbolo, supongo que falangista, de las dos espigas y el martillo; sobre todo por la casi obligada asociación con otro símbolo, el de la hoz y el martillo, que con tanto afán persiguió el régimen.
Entre el revuelo mediático de la duquesa muerta, la folclórica entrando en el trullo y los curas pederastas de Granada, están pasando desapercibidas las fechas de la muerte de Franco y el mes en contra de la violencia machista.