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- Escrito por: María Jesús Pérez Ortiz
- Categoría: Palabra en el tiempo

Basta nombrar a Homero, Milton y Galileo para tener presentes sus figuras augustas de hombres excepcionales, reducidos a la desventurada condición de no poder contemplar el mundo sensible. Estos tres genios fueron desigualmente desventurados, porque Homero y Milton pudieron continuar creando sus figuras literarias y modelar sus versos, dictándolos a otra persona; en cambio Galileo no podía contemplar el firmamento para arrancarle sus secretos.
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- Escrito por: María Jesús Pérez Ortiz
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Al hilo de lo que pudimos contemplar hace algún tiempo en el espacio televisivo “Cuarto milenio”, al que acudió Antonio Montiel para dar testimonio de un estremecedor “encuentro” que le sucedió en los ya lejanos años de su infancia; se me ocurre escribir este artículo para dar -a modo de reflexión-mis impresiones personales del que considero un auténtico “creador”, tocado por ese resplandor de lo inefable.
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- Escrito por: María Jesús Pérez Ortiz
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El poeta granadino, desgajado de la ortodoxia cívica por su peculiaridad sexual, se mantuvo siempre sociable y bien avenido con todo el mundo, con la gente del viejo Madrid, aunque estuvo lejos de ella con lejanía sideral por su limpia, pura y absoluta ignorancia de tales servidumbres, pues su conflicto personal se plantea a un nivel mucho más profundo, a un nivel que podríamos llamar existencial.
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- Escrito por: María Jesús Pérez Ortiz
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Después de que, por ley natural, los longevos Federico Moreno Torroba y Pablo Sorozábal cerraran su taller, la producción de zarzuelas nuevas tiende a cero, y son ínfima minoría quienes aún se dedican al género. ¿Es que ha desaparecido el público potencial de clase media que hallaba su solaz en el género lírico español?
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- Escrito por: María Jesús Pérez Ortiz
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Una de las acusaciones principales era la profanación del Sábado, cuyo obligado descanso había quebrantado Cristo con las curaciones efectuadas en ese día: el hombre de la mano seca (Lc, 6, 6), la mujer encorvada( Lc, 13, 11), el hidrópico (Lc, 14, 2), el ciego de nacimiento (Jn, 9, 1) y y el paralítico de la piscina probática (Jn, 5, 8) a quien le dice Jesús: “coge tu camilla y anda”.
