Cuando nos reunimos en nuestro punto de partida ya habitual, para comenzar nuestras rutas, un comentario medio en broma y medio en serio pasaba de unos a otros, ¿quizá según el calendario Maya esta sería la última ruta, no solo de nuestro club, si no de más de uno?, por aquello de que a las ocho de la mañana del día 16, faltaban cinco días para la gran hecatombe, que por desgracia a más de un ser humano le ha sumido en la más profunda de las desesperaciones, mientras que otros pensábamos que era otro de esos inventos mercantilistas “holiwudienses” para sacarnos la pasta gansa a base de películas, libros, encargos de refugios especiales para sobrevivir a la nada e ingresos en sectas de la salvación a no sé cuantos miles de euros a pagar cada mes.