La actitud del entrenador del equipo infantil es un ejemplo inspirador de lo que significa educar en valores a través del deporte.
El pasado 10 de octubre de 2025, Javier Molina Castañeda, entrenador del equipo infantil de la Unión Deportiva Alhameña, reunió a jugadores y padres en el vestuario antes del inicio de la liga con un mensaje claro: el principal objetivo es disfrutar y formarse gracias al fútbol, alejando las actitudes negativas que a veces se dan en las gradas.
Javi insistió en que su meta como entrenador es inculcar los valores positivos del fútbol, rechazando comportamientos como insultos a árbitros o presiones desde la grada, prácticas que considera perjudiciales para la educación deportiva y personal de los niños. Recalcó que no está señalando a los presentes, pero busca evitar futuros conflictos que puedan afectar a los menores, especialmente en estas edades tan sensibles.
Subrayó la importancia de que sean los propios niños quienes tomen las decisiones en el campo, sin recibir órdenes o presiones externas, y pidió a los padres que su participación se limite a animar de forma positiva. Añadió que la vida es una competición, pero el campo debe ser un espacio de convivencia, aprendizaje y juego limpio, donde reine la deportividad.
Javier también aclaró que todos los jugadores tendrán la oportunidad de participar, aunque reconoció que el tiempo en juego puede variar, y eso también es parte del aprendizaje. Argumentó que igual que en la vida, cada esfuerzo tiene un resultado, y lo relevante es que todos sientan que forman parte del equipo, evitando situaciones que puedan resultar traumáticas para quienes se inician por primera vez en este deporte.
Vídeo de ese momento
La actitud de Javier Molina Castañeda es un ejemplo inspirador de lo que significa educar en valores a través del deporte. Cuando un entrenador pone el acento en disfrutar, en aprender de los errores y en cuidar el ambiente del vestuario y la grada, está formando no sólo futbolistas sino personas íntegras. Su mensaje invita a que padres y niños vivan juntos el fútbol desde el respeto, recordando que ganar no está por encima del crecimiento y la felicidad de los pequeños.
En un mundo en el que la presión y la competitividad muchas veces eclipsan la esencia del juego, gestos como los de este entrenador devuelven la esperanza en el poder educativo del deporte. Javier Molina nos recuerda que cuando un niño se siente apoyado y respetado, florecen su autoestima y sus ganas de superarse; y cuando los adultos entienden que el papel más importante es animar y acompañar sin imponer, todos ganan: el niño, la familia y el propio club.
La formación deportiva auténtica comienza con actitudes como esta: poner el foco en el disfrute, construir puentes entre padres e hijos dentro y fuera del campo y hacer del respeto el mejor grito de guerra. Así se siembran futuros deportistas, pero, sobre todo, personas que sabrán convivir, esforzarse y disfrutar de cada paso en la vida, dentro o fuera del vestuario.