Jayena intenta recuperar su carnaval



El pasado sábado 21 de febrero, el AMPA San Antonio de Jayena y La Asociación de Mujeres de Jayena, celebraron en el salón de usos múltiples Federico García Lorca de la villa jayenera,  una fiesta de carnaval.


 Con el propósito de divertirse y a la vez fomentar y conseguir recuperar, así como consolidar de alguna manera la vuelta de la fiesta del carnaval en Jayena. Por el módico precio de un euro todo aquel que quiso pudo disfrutar de la creatividad de los niños, que exhibieron un amplio abanico de disfraces llenos de originalidad y gracia. Igualmente las murgas de la asociación de mujeres, divirtieron con su ironía y sarcasmo, y sus originales y  punzantes coplillas, que todos pudieron escuchar en un pasacalles de máscaras y disfraces.

 Honrosa iniciativa esta, que de alguna manera intenta hacer resurgir esta fiesta popular, y que merecería un apoyo institucional más comprometido. La Asociación de Mujeres de Jayena, ya lleva  abanderando el empeño, con altibajos de éxito, varios años.

 Tradición original y curiosa, perdida y olvidada ya en Jayena de este  tiempo de carnaval, es la  conocida en la villa como   “entierro de la zorra”. Con este rito los jayeneros daba fin al carnaval, los más ancianos del pueblo  lo recuerdan como algo tradicional que desde siempre se había venido realizando como acto final carnavalesco. Aunque para los jóvenes sea prácticamente desconocida esta práctica. Consiste esta costumbre, en que dos personas,(en aquel tiempo normalmente hombres) uno disfrazado de sacerdote (o cura como se dice popularmente), y otro de monaguillo iban paseando un pellejo de zorro relleno de paja simulando una zorra enjaulada, que representaba el mal, rociando agua con una escupidera, o algún recipiente análogo, a modo de acetre y un escobín de esparto como hisopo, a todo el que se les acercaba, mientras lloraban y gritaban: "¡Qué lástima que se ha muerto la zorrica!". Es posible que en tiempos más antiguos el paseo por las calles de la zorra se hiciera con una zorra y jaula reales.

 Todos los lugareños y visitantes participaban  en una especie de  procesión, grotesca de disfrazados  donde además del cura y monaguillo, no faltaban plañideras, frailes, y un largo etcétera de personajes que llenaban de colorido el ambiente del pueblo; todos llorándole falsamente a la zorra. Al final era enterrada la zorra y la fiesta continuaba. En cierta forma es otra manera de despedir el carnaval, bastante original,  similar al entierro de la sardina con el que se despide el carnaval en otros lugares. La costumbre del entierro de la zorra, aún se mantiene en muchos pueblos de nuestra provincia, principalmente de la zona de la Alpujarra y Valle de Lecrín.