Francisco Calvo Muñoz



Nombrado Jefe de Administración de Rentas Estancadas en el Archipiélago de Filipinas. Una capital, Manila, conocida por la Perla de Oriente, donde no solo pondría en práctica dicho ideales mediante el desestancamiento de las rentas por tabaco, y el desarrollo liberado de fábricas tabaqueras, sino que además fundaría y dirigiría el primer periódico bilingüe de la prensa filipina titulado Diariong Tagalog.




Por Miguel Ruiz de Almodóvar Sel
Colegiado nº1980 del Ilustre Colegio de Abogados de Granada, escritor y administrador del Museo Órgiva-Ruiz de Almodóvar.

 Debo de reconocer, que desde el primer momento en que la vi, quedé enamorado de ella: Alhama de Granada, bella entre las bellas, ciudad acogedora y monumental -ya tirando a malagueña- encerraba para mí y sin yo saberlo el misterio de un gran descubrimiento como investigador: Francisco Calvo Muñoz, astro de primera magnitud en la prensa de Madrid, según lo recordaría Luis Seco de Lucena en su libro “Mis Memorias de Granada” y poco más. El desconocimiento público de este sorprendente personaje granadino del siglo XIX, es prácticamente absoluto, salvo para sus familiares más directos y alguna que otra pincelada erudita. De ahí que comience estas líneas aclarando-desvelando la fecha y lugar de su muerte: Sería el domingo 18 de enero de 1914, y a las 14´15 h, cuando el Ilmo Sr. D. Francisco Calvo Muñoz, fallecería en su domicilio de Alhama de Granada, sito en la calle del Agua a la edad de 76 años, como consecuencia de una embolia pulmonar. Sus restos, según reza el certificado literal de defunción, se encuentran enterrados en el cementerio de esa ciudad. También señala en el mismo, que hizo testamento.

 Si hacemos caso a la edad que se dice tenía cuando murió, tuvo que nacer. por tanto, en el año 1838, una fecha clave para lo que luego sería durante toda su vida su credo político, en plena regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, quien se destacaría por el apoyo de los liberales, en clara oposición con los carlistas y demás absolutistas o reales. Fue por tanto desde que nació cristino, es decir progresista, republicano federal intransigente, constitucional, fusionista y finalmente liberal dinástico, adicto al partido de Práxedes Mateo Sagasta.

 Pues bien, con esos antecedentes liberales de izquierdas y, ya en tiempos de la primera república -agosto de 1873- fue protagonista principal en su Alhama natal de uno de los episodios más llamativos de nuestra historia de España, el Cantón de Granada: “Como individuo del Comité cantonal de la provincia fui a mi pueblo, constituí el Comité de salud, destituí a los funcionarios y usurpando atribuciones a todos los poderes, me quedé de poder único. Vino Pavía con sus cañones, huyeron todos, y yo, alma del movimiento, también huí. Así de claro y sincero manifestaba su autoproclamación y lo justificaba diciendo, que lo hizo para evitar un mal mayor que se venía encima en forma de unos cuantos soldados federales que venían a sublevar al pueblo, y él, para evitar las consecuencias de las turbas, dirigió a las masas, que cometieron muy pocas tropelías en comparación de las que hubieran cometido a haber estado entregadas a su libre albedrío.

 Después de este episodio revolucionario, Calvo Muñoz, inicia un proceso regeneracionista en lo político y lo personal que calificaría de “particular Jordán”, el cual duraría aproximadamente unos diez años, como periodista en Madrid, coincidente con los primeros años de la restauración borbónica, y ello como director o redactor de diferentes diarios y revistas como Los Debates, La Correspondencia Ilustrada o La Revista de España, en los que purgó con creces todos sus posibles males de juventud. Brillante orador en mítines y conferencias como destacado representante del librecambismo, le llevaría tras la subida al poder de los liberales en 1881, a ser nombrado Jefe de Administración de Rentas Estancadas en el Archipiélago de Filipinas. Una capital, Manila, conocida por la Perla de Oriente, donde no solo pondría en práctica dicho ideales mediante el desestancamiento de las rentas por tabaco, y el desarrollo liberado de fábricas tabaqueras, sino que además fundaría y dirigiría el primer periódico bilingüe de la prensa filipina titulado Diariong Tagalog. Un verdadero hito este que ligaría para siempre al periodista granadino con la historia política de Filipinas, a lo que luego sumaría ya siendo diputado a Cortes con la reivindicación del derecho a la representación parlamentaria de los filipinos en el Congreso de los Diputados. Un gesto que agradecería sobremanera el héroe de la independencia de Filipinas, el médico y escritor José Rizal, en un extenso artículo publicado en el diario Solidaridad, donde aplaudirá su intervención, diciendo “Nosotros no queremos disminuir su mérito ensalzándole; solo diremos que ha cumplido con su deber y su conciencia”.



 De vuelta a la península, ya producido el cambio político (turnismo), a favor de los conservadores de Cánovas del Castillo, retoma con ímpetu su actividades políticas y periodísticas, logrando en 1886 plaza como diputado a Cortes por el distrito de Alhama de Granada. Fechas estas que coinciden con la ejemplar reacción y respuesta de la prensa nacional y muy particularmente catalana, en las labores de reconstrucción de los pueblos afectados por los terremotos del 25 de diciembre de 1884, principalmente en la comarca de Alhama, donde vemos al diputado Francisco Calvo Muñoz, tremendamente activo y diligente en atender, ayudar y socorrer a tantos y tantas necesidades. Entre los numerosos discursos y crónicas recogidas en la prensa de aquellos años de diputado nacional, podemos describirlo como un político ingenioso y popular, con gracejo andaluz, caballeroso e ilustrado, sincero, valiente y discreto a la vez, presto siempre para la réplica o la acción. Acreditada pues su competencia en la gestión, sus grandes dotes en las relaciones sociales, o sea “su don de gentes” y sus amplios conocimientos económicos y vasta cultura, no es de extrañar que se pensara en él, aun siendo los conservadores los que entonces gobernaran, para ocupar de nuevo un cargo de alto voltaje en las colonias de Ultramar como era el de Jefe de la Sección Central del Gobierno y Archivo General de Cuba, en verano de 1894. Puesto que a los pocos meses se quedaría chico tras los sucesos del comienzo de la guerra de Cuba el 24 febrero de 1895, con el famoso grito de Baire del poeta y revolucionario cubano José Martí, y que lo llevaría a ser nombrado Secretario General del Gobierno de Cuba, a propuesta del nuevo gobernador de la Isla, el general Martínez Campos, también conocido por el Pacificador. Etapa cubana esta llamada “de la benevolencia”, que terminaría para Calvo Muñoz, tras la llegada del belicoso Weyler, y ello por razones estrictas de lealtad con quien desde entonces lo llamaría “mi amigo y compañero de fatigas en la Habana”. Su regreso a la península tuvo lugar en el vapor correo Cataluña, con salida de la Habana el 3 de marzo de 1896 y llegada al puerto de Cádiz, a las 7 de la mañana del 17 de marzo, y tras tener que refugiarse dos días en Puerto Rico por un gran temporal. Volvían también junto a él, 50 soldados de marina del ejército de Cuba, unos enfermos y otros cumplidos y diferentes autoridades militares, así como otro granadino, el segundo teniente de infantería Emilio Pedrinaci, herido de un balazo en la cara en la acción del Coliseo el 28 de diciembre.

 Un regreso inesperado y no deseado de este celoso servidor del Estado, que dejaría honda huella en la isla caribeña, como lo demuestra su calurosa despedida y la entrega de un pergamino -cuya copia tengo a la vista-, escrito según dice en la Habana, “con pedazos de corteza de caña de azúcar, en vez de otras Plumas” y en donde se hacen votos “porque un día no lejano ocupe el más alto puesto a que es acreedor por sus talentos y cívicas virtudes”. La probidad, la inteligencia y el tacto burocrático, -añade- eran tres de sus cualidades más notables, razón que explica fuera nuevamente propuesto meses después, para ocupar un cargo de máxima responsabilidad en Filipinas, algo que se hizo imposible, dada la precipitación de los acontecimientos que culminarían con la pérdida del Archipiélago, junto a Cuba y Puerto Rico, a manos de los poderosos yankees y, con ello la consumación del llamado “Desastre del 98”

 A partir de entonces, ya alejado de la escena política nacional e incluso de las tareas periodísticas, volvería a Alhama de Granada, donde aparte de ocuparse de su familia y las tareas vitivinícolas -desde el Cortijo de la Tana-, entregaría su experiencia y sabiduría a sus paisanos, siendo nuevamente alcalde en 1901, esta vez nombrado por el rey Alfonso XIII y en su nombre la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena. Unos últimos años, sin embargo que estuvieron presididos por su delicado estado de salud, pero al que nunca le faltaría el consuelo, el cariño, la admiración y el aprecio de todos, sin distinción de clases sociales, como lo pone de manifiesto una crónica de El Defensor de Granada de 1902 :”Son tantas las simpatías que el ilustre enfermo goza en dicha población, que durante todos los días de la enfermedad han desfilado por su casa todos los vecinos del pueblo, incluso los niños, interesándose por su salud como si se tratara de un ser querido de sus familias”. Efectivamente y así lo era, un ser especial, lleno de sencillez y humanidad, a pesar de su enorme superioridad y preclaro talento. No muy lejos de esa impresión tuvo que sentir aquel otro, que, tras conocerlo, siendo diputado liberal, escribiera en la prensa: “Hemos tenido el gusto de saludar y estrechar la mano de D. Francisco Calvo Muñoz, Diputado por uno de los distritos de la provincia de Granada y Director que ha sido de La Revista de España. Si el Sr. Calvo Muñoz no fuera miembro de la mayoría sería un hombre completo”.

Este artículo que gentilmente nos ha cedido Miguel Ruiz de Almodóvar Sel, fue publicado recientemente en la revista "Testigo de Cargo" del Colegio de Abogados de Granada, nº 46.

- En la imagen de cabecera: Francisco Calvo Muñoz (Bisabuelo de los Taneros) a principios del siglo XX.
- Miguel Ruiz de Almodóvar Sel, paseando por Alhama, en el caño Wamba, y con su hija, la artista plástica, Paloma Ruiz de Almodóvar, en los tajos.

Miguel Ruiz de Almodóvar es el Colegiado nº1980 del Ilustre Colegio de Abogados de Granada, escritor y administrador del Museo Órgiva-Ruiz de Almodóvar.