Manuel Vinuesa, cuando el camino se hace con ilusión y esperanza (y II)

Manuel Vinuesa. Hombre de altos sentimientos y saber, espiritual y culto, fue el que consiguió con el apoyo de los miembros de la Unión Cooperativa Panadera que el descanso dominical llegase a los panaderos, al igual que como teniente-alcalde creo el denominado “¡Día de Jauja!” Donde los niños disfrutaron con todo para ellos gratis un día de toda feria alhameña.

 Allí, donde la alhameña calle Agua casi va a confluir, hasta ahora, en parte de la alhameña calle Enciso, en las últimas casas de la primera, fue donde, tras la Guerra civil y pasar un poco tiempo con el horno frente al histórico Caño Wamba, Benito Vinuesa Crespo situó su panadería y en ese lugar permanecería siempre, siendo respetado y querido, junto con su excelente mujer, María Teresa Jiménez del Barco Calvo.

 Por las buenas personas que eran y, también, por el pan de gran calidad que hacían, por no decir con carácter de exclusividad el mejor, sí que conseguían cada día uno de los mejores que se hacían en este pueblo y todos sus entornos, y eso que en Alhama jamás han faltado muy buenas panaderías.

 Durante algunos años, primero, a la par que iban aprendiendo toda su maestría artesanal, sus hijos Emilio, Salvador y Manuel, adelantados discípulos del gran maestro panadero se fueron convirtiendo en notables panaderos, siendo justas para ellos la máxima nota en el aprendizaje diario, aunque Emilio y Salvador con algún puntillo más, aunque en el papeleo y gestión del establecimiento como tal se lo llevaba Manuel. Posteriormente los hermanos mayores, Matilde con su esposo Salvador Verdejo junto con Emilio y su esposa Anita Cerezo, se fueron a Bilbao como tantos alhameños en esos tiempos. En la panadería quedaron Salvador y Manuel, que siempre hicieron un tándem que, como se suele decir, funcionaba como la seda.

Los padres de Manuel Vinuesa, Benito y María Teresa, con su hermana menor, María del Carmen, nuestra Sor Clara

“PAPA BENITO”, EL QUERIDO

 Cuando ya “Papa Benito”, como casi todos llamaban cariñosamente a don Benito -quien estuvo a punto de ser fusilado en la Guerra Civil injustamente -si es que hay derecho que haga justo el quitar la vida a una persona- y en especial su empleados que lo querían casi como a un padre y él en tantas cosas venía a ejercer como tal por su bondad y cariño a todos, pero ya por los años y su falta en alguna medida de movilidad, no podía hacer y trabajar como deseaba, pasando al segundo plano de la entonces una de las mejores panaderías de Alhama y toda la comarca, como se reconocía, así sus hijos afrontaron la total marcha del negocio y él, sentado en un lugar apropiado observaba y seguía todo el proceso así como la actividad de las muchas personas que se movían en aquella histórica panadería. La esposa, María Teresa, atenta a todo comenzando por su querido marido, los citado Salvador y Manuel, Paquita Pinos García, esposa de Salvador, que tenía importe tarea en la producción de otros productos. Carmen Guerrero, esposa de Manolo, permanecía en su domicilio de la calle Llana, ya que el mismo era uno de los más importantes puntos de venta para todo esta zona de Alhama, al igual que durante un tiempo en el acertado puesto del Mercado de Abastos, La Plaza” como la conocíamos popularmente, donde tuvieron la acertada idea de alquilar un puesto para punto de venta, lo atendía la más pequeña de la los hijos, María del Carmen Vinuesa Jiménez del Barco, que allí estuvo en esta tarea hasta que su vocación le llevó a ingresar en el Convento de San Diego, sustituyéndole la hermana de Paquita, María Pinos.

 Como empleados tenían a los hermanos Salvador y Francisco, que años después partieron para el País Vasco, y a mi buen amigo Antonio Pareja Villalba, contando cuando era necesario, por la gran actividad del establecimiento, con la colaboración de la madre de éste último, Francisca Villalba Rodríguez, con el domicilio familiar al final de la calle Enciso.

 Si Papa Benito, que tendría unos sesenta y tantos años, hombre de unas cualidades humanas ejemplares, como las mismas de su mujer, sin molestar o meterse de una forma imperiosa, en lo que hacía cada uno, si estaba atento a todo y a todos para indicarles, con toda cortesía, si consideraba algo oportuna o necesario y, sobre todo, permanecía dispuesto a dar respuesta a cualquiera de sus propios hijos, familiares y trabajadores que acudían a él, no perdiendo jamás la maestría de panadero que le distinguió durante toda la vida dedicado, con corazón e inteligencia, a los menesteres propios de ello.



En esta casa de la calle Agua, estuvo la panadería de los Vinuesa

PANADERIA SOLIDARIA CON LOS NECESITADOS

 Papa Benito y María Teresa, personas cariñosas y generosas, se acordaban todos los días de los necesitados, de los que se acercaban por el lugar y de los que tenían que acordarse ellos para atenderlos. Así no es de extrañar que los tres muchachos que trabajaban con ellos le preparasen a él diariamente unos cigarrillos de matalahúva que, al padecer asma, a él le venían bien y podía fumarlos. Lo mismo que Papa Benito y su esposa se acordasen de quienes, en el invierno frio de Alhama, de los necesitados de aquel entorno, para que no pasasen frio, enviándoles lumbre para poder calentarse, unos iban directamente a la panadería y a otros, más fatigosos en verse en la situación que se encontraban, hacían el matrimonio que se la llevasen los muchachos día tras día.

 El local de la panadería era amplio, ocupando toda la planta baja de la casa con sus instalaciones y servicios correspondientes del negocio, y la parte de arriba era la vivienda, donde se encontraban los dormitorios y el salón-comedor.

 La elaboración del pan comenzaba a eso de las nueve de la noche o de la tarde en verano y, una vez todo dispuesto comenzaba todo el procedimiento: amasado, división, bollado, formado, fermentación, reposo y horneado. Por lo general, el amasado, lo efectuaba Salvador, consiguiendo, tras pasar la masa por el rodillo, una masa delicada y muy difícil de igualar. Manuel también lo hacia alguna vez, pero más de tiempo en tiempo. Probablemente porque igualar a su hermano en este hacer era harto difícil, además, había, otras varias tareas a atender en todo este proceso. Así todo el equipo a la par, cada uno entregado a lo suyo, pasadas las seis de la mañana culminaban la enorme cantidad de pan que hacía cada día.

 Entonces Paquita, con la masa que se había preparado para ello, realizaba tortas, magdalenas y empanadillas todo delicioso, personalmente me acuerdo de las tortas de aceite exquisitas, si mal no recuerdo con un poco de azúcar y algo de almendra picada, que además era uno de los productos insignia de la casa. Todo, comenzando por el formidable pan, le daba un gran prestigio y fama a la panadería de los Vinuesa.

 Hacia las ocho de la mañana, con la borrica negra, preparados los cerones convenientemente y bien cargados de pan, se iniciaba la distribución. Distribución que generalmente hacia el mismo Manuel, auxiliándole el joven Antonio Pareja. Lo primero era bajar a su misma casa de la calle Llana para depositar el pan que correspondía a aquel punto de venta del que se encargaba Carmen, pan que era muy adquirido en aquel barrio. Acto seguido se abastecía al punto de venta del puesto que tenían en La Plaza, otro lugar apropiado e importante, y después, volviendo a cargar los cerones, seguía la distribución por todos los barrios y centro de la ciudad, yendo las familias de las casas cercanas a la panadería directamente a la misma, como eran los vecinos de las calles Agua, Enciso, El Ejido, etc.

Manuel Vinuesa Jiménez del Barco

 Sí, Antonio Pareja que tanto siente estas cosas alhameñas, cuando habla de aquella panadería, dice: “en la que tuve la suerte y el honor de trabajar unos años, no puedo olvidar desde Papa Benito y María Teresa, a Paquita y Carmen, al mismo Salvador y, sobre todo, a Manolo, todos eran unas buenísimas personas y Manolo igual pero con algo especial en su forma de ver y expresarse, con un sentimiento nada común en aquel tiempo en nuestro pueblo.”

 Lo de la humanidad de todos es bien sabida y lo de la calidad de sus productor debía serlo pues, la panadería de los Vinuesa llegaba a vender bastante más que cualquier otra panadería alhameña y la que le seguía en ventas se quedaba unos dos tercios menos atrás. Por lo tanto, es dato suficiente que nos han facilitado hasta panaderos de aquellos años.

LA COOPERATIVA PANADERA

 Manuel Vinuesa jamás fue una persona ambiciosa y menos avariciosa. Los bienes materiales no le atraían salvo lo necesario para vivir con dignidad. Tenía un sentido elevado de cómo la sociedad puede mejorar con el empuje de todos y creía que, en este sentido, la unión sí hacia la fuerza y, más aún, cuando la existencia de tantas panaderías, unas quince, y los momentos que se vivían suponía una competencia que a todos afectaba. Claro está, que a unos más que a otros, no olvidemos que la venta de su panadería diaria era bastante superior a cualquier otra.

 A pesar de ello, partiendo de su gran generosidad, creía en el cooperativismo y en que uniéndose se podrían alcanzar metas insospechadas para el bienestar de todos. Y, como dice Juan Miguel Ruiz Ortiz, que vivió todo aquel proceso, fue Manolo el que, siendo el último al que pudiese beneficiar esa unidad, fue el primero y principal en ponerla en marcha, en 1964: “Fue el gran impulsor del proyecto de la Cooperativa, a la hora de la verdad, él era el que canalizaba las ideas y proyectos… ¡Ah!...y el de los números. Podríamos calificarlo como el “alma” de la cooperativa, sin menospreciar la labor que desarrollaron los otros socios, en especial Antonio Calvo y Antonio Hinojosa, también evidentemente el esfuerzo de todos y el mejor que cada uno, en los distintos puestos en razón a nuestras habilidades.

 Manolo fue el hacedor que supo convencer y aglutinar a doce familias de panaderos en una época que la competencia entre ellas nos estaba afectando a cada una, destruyendo en algunos casos. Estas familias panaderas eran: Pepe Raya e Hijos (2), Antonio y Pepe Ortega Tirado e Hijo, Miguel Portales e Hijos, J. Reyna y su yerno, José Palacios e Hijos, J. Reina y su yerno, José Palacios e hijo, Redondo padre e hijo, Manuel Vinuesa y Salvador Vinuesa, Pedro Pérez (El pájaro), J.A. Hinojosa Velasco, Antonio Calvo, A Ruiz Moreno e hijo”.

 Como nos dice Juan Miguel, una vez de acuerdo en la creación por estas doce panaderías o panaderos, tras las necesarias reuniones y siempre contractándolo todo y Manuel exponiendo ventajas y dando respuesta a posible inconvenientes, haciendo ver que todo aquello que estaban llevando a cabo era bastante más positivo que negativo, se alcanzó el acuerdo más importante y decisivo: la constitución de la Cooperativa Unión Panadera, así como las cantidades a aportar para iniciar la marcha.

Uno de los panaderos que se integrarían con su familia en la Cooperativa, Pepe Raya, en la foto con 15 años, que repartía con el burro "Sevillano", aunque el de la imagen de este día era el burro de Paco Serrato

EVITAR COMPETENCIA ENTRE LOS PANADEROS

 La cantidad que se estudio y considero la adecuada para lo que deseaban fue la de cincuenta mil pesetas por unidad panadera, pero al no resultar suficiente tras los primeros presupuestos en relación a funcionamiento y necesidades humanas y técnicas, se crearon tres partes más, que fueron las de Salvador Vinuesa –obsérvese que Manolo no venía a favorecer su participación incluyendo también en su primer proyecto a su propio hermano-, F. Ortega y P. Hinojosa, lo que ya quince partes, aportando la cantidad acordada, se alcanzaban un total de 750.000 pesetas de la época.

 Con ese dinero, se adquirió la nave industrial con un gran patio de F. Pérez Serrano, en la Puerta de Granada s/n, donde se puso como sede social al ser propiedad de la misma Cooperativa, pero realmente, tanto como principal punto de venta en toda la parte baja y en su primer piso oficinas, fue en el denominado “Rinconcillo”, al inicio de la calle Fuerte, entonces denominada calle Coronel Baturone, nº4. Era el lugar donde se trataban a diario las cuestiones burocráticas de la cooperativa, los problemas y organización, alquilado a la familia Pérez Morales a la que pertenecía la referida casa.

 La Cooperativa fue avanzando bastante bien hasta el punto de que pronto, tras contarse con una furgoneta de los Hermanos Maldonado, se fue ampliando todo y poco a poco se hizo con una flota de siete vehículos, con los que se repartía pan en El Salar, Loja, Fuensanta, Lachar, Moraleda de Zafayona, Santa Cruz del Comercio, Játar, Zafarraya, Vélez-Málaga, Torre del Mar, etc. y más poblaciones así como a los cortijos de los Llanos de Zafarraya y Dona.

 En un principio la producción de la Cooperativa estaba centrada en hacer pan, posteriormente fueron diversificando con las tortas de aceite, magdalenas y empanadillas y también, pensando en los hoteles de la costa, hicieron bollitos individuales, lo que les sirvió de trampolín para abrir mercado hasta en hoteles y restaurantes de la misma Málaga, por su parte de El Palo.

 Como me apunta Juan Miguel, en los inicios eran unas treinta personas trabajando hasta que en poco tiempo alcanzaron la cifra de 43.

 Juan Miguel , que fue el que me envió el poema de “Los Molinos” que lleva en su mente y conserva en su corazón desde aquellos años, sintiendo un especial afecto por Manuel Vinuesa, me dice que sus recuerdos sobre él, lógicamente, están acotados al periodo que estuvieron asociados y juntos trabajando en la Cooperativa: “ No tuve el privilegio de aprender en sus clases como alumno, yo fui de aquel grupo que en una época, bajo la influencia del cura don Miguel y con la idea de poder estudiar, nos llevaron a la Escolanía de los Hermanos de San Juan de Dios en Cienpozuelos, Madrid: Pedro Raya, Gregorio Negro, Fernandillo Castro el de la posada, Emilichi (Emilio Moreno hermano de mi cuñado Antonio) y el mecaniquillo. Así mi experiencia con Manolo y su saber ser y estar, su cultura y sabiduría, a mi me sirvió de ejemplo para superar ciertos complejos. Por ejemplo, con el hecho de verle salir a la calle con una cesta de tortas y pregonar con toda elegancia, sin el más mínimo rubor o vergüenza: ¡A las ricas tortas! O llamando a las puertas de las casas y sabiendo el nombre de sus habitantes, Marta, Manuela, Antonia o el que correspondiese ¡El panaderooo!, me daba una lección diaria de cómo la grandeza no está reñida con la sencillez así de cómo todo trabajo es merecedor de respeto y admiración.”

Juan Miguel Ruiz Ortiz con su esposa, Juana Raya Rojas, en la actualidad

EL LIBRAR EL DOMINGO

 La Cooperativa Unión Panadera funcionó bien y alcanzó muchas metas, entre las que hay que destacar la transcendental para todos y que Manuel Vinuesa venia persiguiendo desde un principio -se llegó a pensar que el impulsarla él era, precisamente, por este motivo-, el que los panaderos de Alhama tuviesen algo que jamás en siglos habían tenido, ni siquiera desde las tres primeras décadas de aquel siglo XX, como en tantos trabajos de todos los sectores se había conseguido, el descanso dominical. Y lo consiguió, los puso a todos de acuerdo y se resolvió, lo que la población y clientes en general hubieron de comprender, que los sábados recibirían el pan del domingo y así disponían de pan para sábado y domingo, lo distribuirían el sábado, no volviéndose a trabajar hasta la noche del domingo y quedando la del sábado y prácticamente todo el día del domingo libres. Un gran avance social para la época y algo que la inmensa mayoría de los panaderos de Alhama agradecieron siempre a Manuel que, en definitiva, con la colaboración de todos lo hizo posible por medio de la Cooperativa Unión Panadera.

 Creía en el cooperativismo, sabía que los pueblos españoles, después de todo lo que habían pasado, estaban abocados al cumplimiento de una serie de empresas en las cuales se cifraba su crecimiento, su progreso y hasta su porvenir. Así, cuando propuse al Ayuntamiento la realización de un ciclo de conferencias, sobre distintos temas de actualidad, para desarrollar en el primer semestre de 1967, le pedí a él que nos hablase de “El Cooperativismo” y así lo hizo, bajo ese título, en el salón de actos de Ayuntamiento, a las ocho de la tarde del sábado 29 de abril de 1967, cuatro días antes de que me incorporase al periódico “Sol de España” en Málaga. Resultando la conferencia una interesante exposición de la cuestión y abriéndose tras la misma un amplio e interesante tiempo para que se le efectuasen cuantas preguntas se desease por parte de los numerosos asistentes, a las que dio cumplida respuesta, dejando bien patente que el tema no era una mera lección aprendida para salir del trance, más bien un profundo conocimiento experimentado en la realidad para obtener los valores y provecho que en aquel tiempo podía tener.

Miembros de la cooperativa Unión Panadera, que se describen a continuación:

De izquierda a derecha, de pie: Luis Redondo, Juan Ortúzar “El Pastor”, Andrés Pérez, Antonio Calvo, Juan Raya, Francisco Ortega “El Pancetas”, Pepe Hinojosa, Pedro Pérez (hijo mayor de Andrés Pérez), Manolo Vinuesa, Antonio Hinojosa, Salvador Vinuesa, Fernando Portales, Francisco Ortega, Alfonso, José Antonio Hinojosa, Carlos Palacios, José Palacios, José Raya (padre), José Vicario (EL de la reina”), “Riñones, el boticario”.

De izquierda a derecha, agachados: Jerónimo “Polo chico”, Salvador Bilbao, Pepe Raya, Vitoriano “Polo grande”, José María Palacios, Rafaelillo “Herrador”, Paquilin (Hijo menor de Andrés Pérez), Miguel Portales y Juan Bilbao. Algún miembro de la cooperativa no pudo asistir a este acto de confraternidad.

 Gracias a mi buen amigo Pepe Raya, siempre atento y dispuesto a todo cuanto beneficie a Alhama en cualquier campo o aspecto, hemos logrado tener la identificación de cado uno de los 26 relacionados con la cooperativa que posaron para esta histórica fotografía cuyo fondo, como se observará, eran las buenas instalaciones conseguidas para esta Unión Panadera. Hoy convertidas en un solar.

Lo que en la foto anterior era el edificio de la Unión Panadera donde orgullosamente posaban todos los que pertenecía a ella, ahora es un solar que acumula escombros, delimitado por una frágil valla de madera que sirve para alinear los contenedores de basura de la zona

“LA AVENTURA DE LA CHANA”

 A Juan Miguel Ruiz Ortiz le agradaba salir al reparto, cuando ello correspondía o era posible, con Manolo, por lo ameno que se le hacía al no cesar éste de narrarle y comentarle tantas y tan variadas cosas de todo orden, así recuerda muy especialmente aquel día de otoño de principios de los años setenta, y nos dice: “Por aquellas fechas nuestro producto estrella eran las tortas de aceite con un poco de azúcar, que nos llevó a tener un mercado diario de entre cinco y seis mil. Todos los días cargaba el Land Rover con pan más dos mil tortas, para repartir mi ruta: Salar, Loja, Huetor Tajar, Fuensanta, Lachar, Moraleda, Santa Cruz y alguna población más. A eso de las siete y media de la mañana ya estaba en el Salar y por circunstancia imprevistas, el coche se averió, con el trastorno que ello representaba, pues mientras lo arreglábamos, habían pasado cinco o seis horas, estaríamos ya hacia las dos y media de la tarde.

 Manolo se vino con el mecánico a ayudarme. El reparto del pan, lo teníamos -en su mayoría- asegurado, pero las tortas que era un producto más perecedero y cuya venta se centraba especialmente por la mañana, era nuestro motivo de preocupación. Ya nos encontrábamos siguiendo nuestra ruta de distribución en Láchar, con más de mil tortas sin vender, sabiendo que las que sobrasen no eran comerciales para el día siguiente. Sin pensarlo mucho le digo ¿Y si lo intentamos en Granada? Perfecto, me contesto, a la Chana que está a su entrada.

 Llegamos a la hora de la salida por la tarde de los chavales de los colegios, nos situamos frente a la salida del Colegio que se encontraba por la zona de la iglesia de aquel barrio de Santa María Micaela. Iniciamos regalando unas diez tortas a los primeros niños que salían - no desconfiaron porque veían también el pan en el vehículo- a los pocos minutos teníamos a nuestro alrededor a los niños del Colegio y yo creo que de todo el barrio.

 Y Manolo aplicó su carácter y sabiduría pedagógica, pues dijo, tras la indicada primera entrega, ahora daremos una torta al primero que conteste correctamente a mis preguntas. Las preguntas que formuló fueron todas fáciles, como ¿Quiénes eran los Reyes Católicos?, ¿Quién era Cristóbal Colón?, ¿De qué rio era afluente el Genil?, y quienes contestaron bien y más rápido se llevaron su torta gratis, por lo que se repartieron otras diez o doce.

 El ambienta estaba animadísimo y ya se acercaban las madres para ver lo que allí pasaba, y ese fue el momento justo para que Manolo dijese: Id a decir a vuestras madres que aquí hay unos panaderos que ofrecen bolsas de cinco tortas a cinco pesetas –normalmente se vendían cuatro por cinco pesetas-, se corrió la voz y a los veinte minutos ya estaba vendida toda la mercancía.

 ¡Nuestra satisfacción fue plena! Recuerdo que de regreso para Alhama, comentábamos: estos son uno de esos momentos que te sientes feliz, por haber conseguido tu objetivo. Yo, con un poco de coña le recitaba el poema “El vendedor” de Rafael Alberti, cambiando “… a las ricas empanadas, por a las ricas tortas de aceite y azúcar”. El tarareaba “Adiós Granada”, imitando a Luis Mariano. En fin que llegamos a Alhama a las diez de la noche y aún había que cuadrar las cuentas con Antonio Hinojosa, saliendo del despacho hacia las doce de la noche sabiendo que a las cuatro de la mañana, había que comenzar de nuevo. ¡Fue un día que para mi ha sido inolvidable y más aún cuando recuerdo a ese ser excepcional que fue Manolo Vinuesa!”.

Vivienda alhameña, en la calle Llana, de la familia de Manuel Vinuesa y Carmen Guerrero

CUANDO LA ILUSIÓN COMENZÓ A DECAER

 “En la Cooperativa Unión Panadera se trabajaba mucho -continúa diciéndonos Juan Miguel- y lo cierto que el beneficio no se correspondía con la entrega, además se dieron ciertas zancadillas políticas, como tú sabes muy bien, nos fueron minando la ilusión primera y al paso de algunos años, poco a poco, se fue desinflando el globo de la gran esperanza que tuvimos”.

 A los cuatro años el que llamaban Portales, se marcho a la provincia de Murcia, a los diez años se marcho Juan Miguel Ruiz; ya a los trece años, y después de tanto trabajo, entrega y sacrificio, se fue el mismo Manolo Vinuesa a Granada, aunque siempre siguió unido a la cooperativa pues, además de mantenerse su hermano hasta el final, lo considero casi como una obligación moral de ayudar en cuanto le fuese posible, obligación moral que no existía pues él no pudo hacer más, comenzando por perder el gran negocio que hubiese sido seguir con su hermano sin crearse la cooperativa. La familia Ortega se instalaron por su cuenta como hicieron algunos otros. Tras más de veinte y tantos años, con la única participación de Salvador Vinuesa y Antonio Hinojosa, y siempre con el asesoramiento desinteresado de Manolo, se consiguió vender la sede social a F. Padorri, se pagó hasta la última deuda pendiente y, como dice Juan Miguel, “…aquí paz y allá gloria” de la historia de una aventura ejemplar que mereció la pena y que, para la época, fue todo un ejemplo, alcanzándose metas económicas y sociales que ni se habían soñado en el mundo de las panaderías alhameñas.

SU ENTRADA EN LA CORPORACIÓN MUNICIPAL

 En estos años últimos Manuel Vinuesa, el que siempre había tenido a sus hijos alejados del odio de la guerra, protegiéndolos como niños que eran, no hablando jamás de política delante de ellos, lógicamente y por doctrina y sangre no agradándole nada el franquismo, probablemente por su sentido ciudadano y alhameño, y su entrañable amigo Antonio Pastor Fernández, que era primer teniente alcalde, pensando igual que él, y también el mismo Nicolás Calvo Vinuesa, doblemente primos, así como por su también buen amigo José Gómez Pérez, acepta formar parte de la Corporación Municipal en la renovación que correspondía llevar a cabo a finales de 1966, la que tomaría posesión el 5 de febrero de del año siguiente.

 Era alcalde titular, después de haberlo sido durante unos meses en funciones tras la marcha de Francisco Jiménez Zambrano, José Gómez Pérez desde 1966, y los concejales proclamados en la elección indicada fueron: por el grupo de Cabezas de Familia, María Muñoz Calvo -la primera y única en aquellas elecciones mujer concejal de la provincia- y Antonio Moreno Cabello; por el Grupo Sindical, Luis Espejo Guerrero y Adelardo Sánchez Ariza, y por el Grupo de Entidades, Manuel Vinuesa Jiménez del Barco y Enrique Lupiañez Luque.

 Antonio Pastor Fernández había sido elegido en la renovación de tres años antes y, desde entonces, desempeñaba la primera Tenencia de Alcaldía así como la presidencia de la Comisión de Fiestas, comenzando yo a colaborar con él en 1965 y, al año siguiente, 1966 venir a ser algo así como un director para muchas actividades, ya que el vicepresidente se solía reservar a un concejal que, lo cierto, estaba pendiente por si tenía que sustituir al presidente si no se podía hacer cargo de sus funciones y poco más. Personalmente pertenecí a las Comisiones de Fiestas desde 1965 a 1973, dos años con Antonio Pastor, tres años con Manolo Vinuesa, los otros tres con Antonio Moreno, como secretario de la misma, y con Juan Castro Valladares, como vicepresidente como una excepción, mientras él los fue de Festivales Alhameños de los que yo era presidente.

Manuel Castro Morales, Eduardo Morales, Antonio Calvo y Manuel Vinuesa, en un acto de la Cooperativa

TERCER TENIENTE-ALCALDE Y DELEGADO FIESTAS

 Se nombra a Manuel Vinuesa tercer Teniente-Alcalde, lo que tenía importancia porque la Comisión Permanente que se reunía semanalmente y era el órgano de administración y gobierno de la vida diaria del Ayuntamiento así como del cumplimiento de los acuerdos del Pleno que se reunía ordinariamente cada tres meses, y extraordinariamente cuando era necesario.

Manuel Vinuesa tras la celebración del Pleno Constituyente de incorporación de los nuevos concejales en 1967

 Así el Ayuntamiento Pleno quedaba aquel febrero de 1967 constituido de la siguiente forma: Alcalde-presidente, José Gómez Pérez; Primer Teniente-Alcalde, Antonio Pastor Fernández; segundo Teniente-Alcalde, Manuel Vinuesa Jiménez del Barco; miembros concejales: Nicolás Calvo Vinuesa -primo doblemente de Manolo-, por parte del padre y de la madre, Francisco Nieto Jiménez, Salvador Velasco Rodríguez de León, Eduardo Morales Morales, María Muñoz Calvo, Antonio Moreno Cabello, Luis Espejo Guerrero, Adelardo Sánchez Ariza y Enrique Lupiañez Luque.

 Fue un pleno de concordia y de mucha consideración entre todos sus miembros, entre otros, Manuel Vinuesa pronunció unas breves palabras que en la correspondiente acta se recogen de la siguiente forma: “…y por don Manuel Vinuesa, en unas idóneas palabras demostró el interés que sentían los nuevos ediles por desarrollar su labor lo mejor posible”

 Como se observará no hay la más mínima referencia “al régimen existente en España y sus consignas” ni a nada que tuviese que ver con esa situación, el proponerse el llevar a cabo la labor lo mejor posible, es la que encomendaba la ley en beneficio directo de los pueblos y ciudades.

 Él se integró en la comisión de Policía Urbana y Rural, así como presidiría la de Fiestas y, además, tenía todas las semanas Comisión Permanente, lo que combinar con sus actividades profesionales de panadero y profesor ya era harto complicado. Pero lo hizo y, como él era, de una forma eficaz, responsable y cumpliendo con cuanto le correspondía ejercer, como se observa en las actas municipales su asistencia a las sesiones de la semanal permanente y a los plenos que se iban convocando.

 Ya en la Feria de junio de 1967, al igual que hicimos con el programa de fiestas de la de septiembre del año anterior, lo dedicamos como si fuese un número más de la revista “La Comarca”, con una vista aérea de toda la ciudad de Alhama, lo que ya fue una gran novedad que a todos interesó. Se dedicaron varias páginas a los pueblos de la Comarca de Alhama, entonces 12, con Alhama, Arenas del Rey, Jayena, Ventas de Zafarraya, Ventas de Huelma, Santa Cruz del Comercio, Moraleda de Zafayona, Chimeneas, de estos se publicaba una breve entrevista con los alcaldes de los mismos, y de los de Agrón, Cacín, Fornes, Jatar y Ventas de Zafarraya, nada se puedo hacer bien por cuestiones políticas o por temor a la entrevista.

 El programa de fiestas propiamente dicho, ya la víspera, el 23 de junio, se abría con una cabalgata de carrozas con participación de gigantes y cabezudos, banda de música, rondalla,…finalizando en la puerta del Ayuntamiento donde yo, por designación de Manolo, pronuncié el Pregón de Fiestas. Creo que deseaba darme cancha y práctica, y los años que él fue delegado de Fiestas, los Pregones de Fiestas, prácticamente todos, los di o escribí yo. Un buen programa para todos los gustos, el ajedrez lógicamente tenía su lugar y resulto un éxito el campeonato infantil que se llevó a cabo.

 Como también lo tuvo el encuentro de balonmano en el campo de “Los malagueños”, entre nuestro equipo local, Campeón Provincial y el “Medina”, titular de Granada. Lo cierto es que, en aquellos años del 1964 al 1970, tuvimos un equipo femenino de Balonmano realmente bueno, dejando a Alhama con merecido prestigio en este deporte. Por ello, Manolo lo incluyó en la programación ferial como un homenaje de reconocimiento a sus componentes, en concreto, a las jóvenes: Remedios Pérez Morales (Itos), capitana del equipo, María del Carmen Serrano del Pino (portera), Manoli Cerezo Retamero, María Luisa Ruiz López (María Ruiz), Carmen Ramos Espejo, María Luisa Velasco Martel (Ichi); María del Carmen Fernández Villegas, Teresa Pérez Martel y Maruchi Espejo Fernández, quien ha tenido la amabilidad de darme esta información –cuya aplicación es responsabilidad únicamente mía de haberla tomado bien-, como portera suplente actuaba Charo Martel Maldonado, y en otras ocasiones intervinieron también las suplentes Mari Luz Navarro Sánchez, Tere Crespo Ribera, Mari Carmen Martínez Jiménez, alguna otra jugadora, además de las dos excelentes entrenadoras, Paquita Díaz del Corral, por la entonces Sección Femenina, y Trini Molina Hita, por Alhama.

Programa de Feria de junio de 1967, la primera que presidió Manuel Vinuesa

BUENOS PROGRAMAS DE FIESTAS PARA TODOS

 Ya en la Feria de Septiembre, además de mantenerse y apoyarse al Festival de la Canción de Alhama dedicándole un día de Feria, durante sus primeras ediciones, en las que cambiaría por muchos años la denominación por la de Festival Regional de la Canción de Alhama, se le dio también relevancia al Certamen Literario, a los Campeonatos de Ajedrez y variadas actividades deportivas y de todo tipo, y el programa nuevamente presentado como revista comarcal con artículos de verdadero interés para los habitantes de la comarca.

  Manolo que tenía un firme propósito para que todos los niños, tanto los que sus padres tenían recursos para ello, pero, sobre todo los que no los tenían y se pasaban los días de feria de acá para allá, pero sin el más mínimo disfrute personal, solo el ver divertirse a otros niños, ideo, con esa inteligencia tan privilegiada que tenía a la par que su buen corazón, crear el denominado “¡Día de Jauja!”.

 ¿Y en qué consistía este día? Y el mismo Manolo, sin poner su autoría, sólo indicando “La Comisión de Festejos”, lo explicó en el mismo programa:

¡Día de Jauja!

¿Qué es el día de Jauja?

Vosotros, niños, sabéis que el país de Jauja, ese que muchas veces habéis leído en los cuentos, tiene una gracia especial: ¡Todo es de balde!

Pues bien, como aquí somos un país pobre y esto no puede ser todo el año, vais a tener un día, el 8 de septiembre en qué vais a vivir en ese maravilloso reinado. ¡Todo es de balde para vosotros!

A ello os da derecho vuestra tarjeta de identidad; pero hacen falta dos requisitos indispensables:

Primero: Hay que llevar consigo ese carnet de identidad.

Segundo: Guardar compostura y orden a los actos que vais a asistir, ya lo dice la tarjeta. En una palabra, tenéis que ser muy buenos.

Si así lo hacéis, lo más seguro es que se vayan aumentando los días hasta conseguir por lo menos que toda la feria sea para vosotros eso: ¡EL PAIS DE JAUJA!

 Y el Día de Jauja constituyo todo un éxito y cientos de niños sí disfrutaron de barquillas, espectáculos, proyecciones de cine, partido de futbol infantil entre un equipo de La Joya y otro del Callejón, etc., finalizando con una gran fiesta en el Patio del Carmen con “Picolín y Zampabollos Astronautas” repartiendo regalos entre los niños y haciéndoles reír a todos, chocolatinas y otras chucherías durante la mañana y la tarde hasta bien entradas las nueve de la noche. Como me decía este fin de semana quien es mantenedor de este medio que es “Alhama Comunicación”, Juan Cabezas: “Yo recuerdo que jamás alguien me hubiese dado algo en este sentido y no he olvidado jamás esos ¡Días de Jauja! que nos hicieron felices y disfrutamos todos los niños de Alhama por igual, gracias a Manuel Vinuesa que a mis cortos años no sabía quién era, pero me había dado caramelos y poder subirme gratis en cuantas barquillas quise”.

 Durante las Ferias de los años de 1968 y 1969, no sólo se repitió todo esto al igual que la feria precedente, sino que además se mejoró y hubo una serie de actividades nuevas, como fue el primer Festival Infantil de la Canción de Alhama, que llegó a alcanzar en aquellos años, hasta su tercera edición convirtiéndose en una exitosa atracción para pequeños artistas y, sobre todo, para sus padres y abuelos. Al mismo tiempo que mantenía la Feria de Ganados durante las mañanas de los días de la Feria, no olvidó que llegaba la maquinaria y procuraba que, en este orden, paralelo a la Feria de Ganados, se desarrollase una activa exposición de maquinaria agrícola. Igual pasó con la elección de la Reina de la Feria, que se había celebrado alguna vez, paso a ser un “Homenaje a la Mujer Alhameña”, y de Málaga vino mi buen amigo Diego Gómez, rapsoda reconocido a nivel nacional, y fue la sensación de todos.

PUBLICACIÓN “ALHAMA, LA SUSPIRADA”

 Concretamente, el día 10 de septiembre de 1968, en el salón de actos del Ayuntamiento, se presentó algo que aún no era usual aquí. Una publicación que, bajo la denominación de “Alhama, la Suspirada”, era obra conjunta de Manuel Vinuesa y mía. Como en tantas ocasiones ha hablado Antonio Arenas Maestre de ella, era la primera guía medio completa de Alhama, con sus errores ahora evidentes cuando ha pasado bastante más de medio siglo -hablamos de 1968- pero que a todos agradó y durante muchos años se mantuvo como un buen referente de lo que fue, era y deseábamos que fuese Alhama en su conjunto. El eslogan comercial que dimos a la publicación fue “Una guía turística para los de dentro y para los de fuera”, aclarando que recogía las notas más importantes en todos los aspectos y sentido de la comarca de Alhama. No olvidemos que en aquellos años, la única publicación que se ofrecía sobre Alhama era la de mi padre, Inocente García Carrillo, publicada en 1951 bajo el título de “Alhama vista por un extranjero”.

 Manolo fue consiguiendo mayor presupuesto para las ferias, haciendo ver que eran entonces los pocos días que en todo el año el pueblo tenia para descansar y pasar unos momentos gratos y, además, las Ferias de Alhama, en el mismo centro de la ciudad, tenían una tradición y encanto que atraían a cientos y cientos de personas de todos los pueblos de la comarca y otros lugares, lo que se podía potenciar bastante más. Como el consiguió.

 Por lo que fue felicitado por el Ayuntamiento Pleno -resaltándose como correspondía al denominado “¡Día de Jauja!”- que, entonces, tenía la Corporación poco estilo en estas cosas de dejar constancia de gratitud y reconocimiento a quien lo hacía bien y muy generosamente.

 El 2 de enero de 1969 , aunque se alegra por él, ya que no consideraba justo que un hombre de la valía y preparación de Agustín Molina Jiménez, al no tener otra posibilidad de trabajo, se encontrase desempeñando el cargo de aguacil-portero del Ayuntamiento, como miembro del Pleno tiene que aprobarle su excedencia para incorporarse como jefe de la Policía Municipal de Pinos Puente, donde tan ejemplar labor desempeño a los largo de su vida hasta su jubilación, y donde todos lo querían y cuantos lo recuerdan lo aprecian.

Manuel Vinuesa pronunciando una conferencia sobre cooperativismo, presidiendo alcalde accidental y director del Ciclo de Conferencias

EL MÁS IMPORTANTE LOGRO DE LA HISTORIA DE LA COMARCA

 El alcalde, José Gómez Pérez, en aquellos primeros tres años del mandato de Manuel Vinuesa y los segundos tres años de primer teniente alcalde de Antonio Pastor Fernández fueron esenciales para el más importante logro de Alhama y su comarca en toda su historia. Gracias al decidido apoyo de estos dos, y a un familiar de su mujer, Julia Pérez Casero, que tenía en una Dirección General del Ministerio de Educación, consiguió, que se convirtiera en Sección Delegada del Instituto “Padre Suárez” el hasta entonces Colegio Libre Adoptado. Creo que por nuestras ideas, no estando incluido Pepe Gómez, además de por el número de habitantes, no creo que le hubiesen otorgada esta clasificación a Alhama. Nunca he olvidado aquella mañana del 1 de abril de 1969, entonces festivo, que veníamos de Granada en el coche de Antonio Pastor, éste, él y yo, y Radio Nacional habló de lo transcendental que era el Decreto-Ley por el que se declaraba la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939, tras treinta años del final de la Guerra Civil. Con la serenidad que le distinguía, Manolo puso al dictador en su sitio, comentando como estas medidas se tenían que haber llevado a cabo mucho antes, ya hubo una oportunidad, aunque también tardía, como hubiese sido, hacía cinco años antes, cuando “los denominados por la dictadura 25 Años de Paz”, entre comillas, claro está, era ahora cuando se le ablandaba un poco el corazón al que ni siquiera había que nombrar tras tantas injusticias y sufrimientos.”

Portada de la publicación conjunta de Manuel Vinuesa y el autor de este artículo

 En la renovación de la Corporación Municipal correspondiente, tras haber transcurrido tres años, el 7 de febrero de 1971, además de cesar nuestro inolvidable amigo Antonio Pastor Fernández, lo hacen también José Gómez Pérez, el alcalde que era también concejal, siguiendo en la alcaldía; Eduardo Morales Morales, Nicolás Calvo Vinuesa, Francisco Nieto Jiménez y Salvador Velasco Rodríguez de León, entrando a constituirla Juan Miguel Pérez Casero, Juan Melguizo Santander, Ernesto Morales Raya, Francisco Jiménez Arrabal, Juan Castro Valladares y Salvador Peña Velasco.

 José Gómez Pérez, quiere poner de manifiesto una especie de espíritu de concordia y buena voluntad entre todos, y designa a Salvador Peña Velasco como primer teniente-alcalde. Haciéndolo acertado con María Muñoz Calvo, que es designada la segunda Teniente-Alcalde, ya que Manuel Vinuesa, tras los tres años de entrega, si le ofrecieron algo de esto, no lo aceptó, tan sólo dio su conformidad a formar parte en un tercer puesto en la Comisión de Deportes y Festejos. Aquí ya había actitudes encontradas, pues, nadie, ni salientes, ni entrantes, pronuncian la más mínima palabra y el alcalde lo hace pero muy brevemente y pidiendo unidad por el pueblo.

 Varios miembros del Pleno insisten en que a una persona que no era técnico ni reunía los requisitos para ello, pretenden que se le eleve sus emolumentos considerablemente y que, además, quedara ello garantizado hasta su jubilación. El alcalde, sabiendo que legalmente, ni comparativamente con los demás funcionarios y empleados es admisible, se niega a ello y se produce una división entre los concejales, siendo mayoría los que apoyaban como postura justa la del alcalde, como hace claramente Manolo.

 La situación llegó al extremo de buscar por todo los medios la destitución como alcalde de José Gómez Pérez, lo que en un principio no conseguían. Entonces acuden, por ciertos conocimientos que uno de los concejales tenía con él, al que fue colaboracionista destacado de los nazis en Bélgica -allí fue condenado a muerte en ausencia- y a quien el mismísimo Hitler llegó a decirle “que si hubiese tenido un hijo le hubiese gustado que hubiera sido como él”, León Degrelle, fugado a España y protegido por el régimen muy especialmente, llegó hasta los 85 años, que solía visitar la malagueña Fuengirola, para reunirse con el exministro falangista José Antonio Girón de Velasco, para que éste pidiese al ministerio de la Gobernación, entonces Tomás Garicano Goñi, que ordenase al gobernador civil de Granada, Alberto Leiva Rey , la destitución del alcalde de Alhama de Granada. El gobernador, que además ya había tenido algún más o menos con José Gómez, le da la posibilidad de que, en vez de destitución, fuese dimisión, y así, pensando en que tenía una edad con muchos años por delante, presenta la dimisión aceptándosela el Sr. Gobernador y concluyendo como alcalde el día 21 de diciembre de 1973.

UNA VEZ CONSEGUIDA LA CACICADA

 Manolo en todo momento –a pesar de que estaba en los peores momentos de su vida tras la partida de su hijo Miguel Ángel cuatro meses antes-, con su firmeza y claridad como persona, como buen amigo, como cuantos lo éramos de verdad, apoyamos y estuvimos con Pepe Gómez, mi compadre, le bautice como padrino a su hijo Pepe, quien para rehacer su vida tuvo que marchar a las Islas Canarias. Mientras varios meses después, el 19 de junio de aquel año, tomaba posesión como alcalde quienes deseaban los concejales que provocaron todo aquello, el maestro nacional Natividad Sánchez Mendiola, que sí lleva a cabo la cacicada que intentó evitar su antecesor, ya sin Manolo en la Corporación Municipal.

 El tiempo que le restaba a Manolo como concejal lo paso cumpliendo legalmente lo que consideraba que correspondía, sin integrarse en comisión alguna ni ejercer funciones especiales, cesando en la renovación correspondiente al 3 de febrero de 1974.

Los ojos del Hermano eterno” de Stefan Zweig

 Al no aceptarme Manolo el libro como regalo, indicándome que no podía hacerlo por ser uno de los últimos que adquirió mi padre, yo en sus primeras páginas, aquel día le escribí en su página interior donde solo lleva el título: “Este libro, comprado por mi padre en las vísperas de su muerte, permanecerá en mi biblioteca y en mis descendientes mientras uno de ellos me recuerde, en muestra de afecto y gratitud a uno de mis dos maestros y amigos, Manuel Vinuesa. Firmado Papá. Paseo de los Tilos, 1984”

 Manolo y Carmen, pensando en sus hijos, deciden marchar a Granada donde Manolo encuentra varios trabajos relacionados son contabilidad y gestión. Llevó muchas contabilidades de numerosas empresas, también trabajo como socio en la gestoría de don Manuel Arroyo, él llevaba los seguros sociales, siendo al final tarea de él la coordinación de todo. Le llevaba la contabilidad a Antonio Almagro por las tardes, bien conocido en nuestra comarca. Además montó una gestoría con varios amigos y casi siempre era la misma historia, en el sentido de que él lo ponía y trabaja todo y sus socios no hacían ni lo más mínimo, solo aprovecharse de la entrega y conocimientos de Manolo. Creó cooperativas en Ducal y en La Malahá, con muchos clientes y movimiento, pero le dio un infarto cuando mejor estaba situado y por recomendación médica se jubiló. Como en Alhama, tuvo muy buenos amigos que los apreciaban y querían, como lógicamente tenía que ser dada su ejemplar condición de persona.

 Ya nos veíamos muy de tarde en tarde, teníamos que coincidir en Alhama algún festivo. Cuando fallece mi madre, el mismo día que veinticinco años después fallecería él el 9 de septiembre de 2001, con unas hermosísimas y esperanzadoras espiritualmente palabras, a la altura de su gran alma me escribe, tras darme el pésame y pedirme que se lo traslade a mis hermanos:” Soy un convencido de que los seres queridos que nos han precedido, un día salen a nuestro encuentro. Cada vez veo esto más claro; veo como una especie de amarra que nos tiene sujetos a esta vida, formando parte de ella misma, están los nuestros, transformados, perfecto. Como ella se los ha encontrado, como pronto los encontraremos nosotros. Muy pronto.” El amor a sus seis hijos y el hondo sentido espiritual después de la marcha de Miguel Ángel, como a cualquier buen padre, no le abandonó jamás.

 En las últimas líneas de “Los Ojos del Hermano eterno” se deja bien claro que el bueno de Virata, del que en otros tiempos ensalzaron con los cuatro nombres de la virtud, sus hijos se escondieron avergonzados y ningún sacerdote entonó los cantos funerales sobre su cadáver. Solamente los perros aullaron dos días y dos noches, y pronto se olvidaron de Virata, el nombre del cual no consta en las crónicas de los monarcas ni está inscrito en los libros de los sabios. Mientras el del también bueno Manuel Vinuesa desde siempre, muchos antes de partir, y, sobre todo, una vez que tomó el Camino de la Eternidad, está para siempre en tantos y tantos cientos de personas en lo mejor de sus corazones.

 ¡Laus Deo, querido Manolo!