Carmen Enciso y lo que no nos contaron

Lo cierto es que “Lo que no me contaste” concretamente no sólo nos hace volver al ayer. Gracias a la singularidad de novelista de su autora, Carmen Enciso, más aún, lo que consigue es que el ayer nos lo hace sentir profundamente casi como si volviésemos a vivirlo en su mejor dimensión. 

 Nos lo pone y recupera en bandeja, a los que formamos parte de él para volver a transitar emocionalmente por el mismo, y a los que no lo vivisteis, a los que vinisteis años después a esta vida, os lo coloca nítido y sensiblemente muy vivo. Y a todos nos lleva a que no olvidemos la remotísima realidad de que quienes desprecian la Historia y, con ello, el pasado -como estamos observando y viviendo en tan diversos aspectos- están condenados a volver a vivirlo, ahora y siempre.

 Sí, se trata de una obra que viene a ser más una magnifica crónica novelada de unos años que, como fundamentales de nuestra niñez y juventud, y de una inmensa parte de la de vuestros padres, constituye en la mayoría de las personas que la vivimos parte de lo esencial de nuestras vidas. Siendo para los que no vivieron aquel tiempo, tengan la edad que tengan desde la juventud hacia arriba, un testimonio adecuado y oportuno a contrastar con la época que nos ha tocado vivir. Por supuesto que no se afirma que unos sean mejores que otros, o los otros mejores que aquellos. Fueron todos culpables, se concreta; y todos dejan sus lecciones positivas y negativas. Y eso es precisamente lo que hay que analizar con objetividad y sin pasión, desde la concordia alcanzada y la esperanza jamás perdida por la inmensa mayoría.

Carmen Enciso Vera

 Carmen Enciso Vera nació en Málaga, pero desde niña ha estado vinculada Rincón de la Victoria, en principio sus estudios y profesión se enfocaron hacia el Derecho, donde no le fue nada mal, pero pronto su vocación de escritora de alguna forma se ha impuesto. Siendo hoy una reconocida novelista, ensayista y articulista, con importantes obras de éxito como “Lo que siempre quisiste saber sobre El Pimpi”, “La Málaga despoblada”, un lugar para vivir” (trabajo técnico literario) -una de las mejores aportaciones de cuantas se han llevada a cabo en España sobre la cuestión en la que profundiza- , “Tic Tac” libro de micro relatos, coautora de la novela “El Hotel del Inglés, de la biografía de George Langworthy y Santa Clara, pioneros de la Costa del Sol”, de la novela histórica “Miramar” y del estudio “Miramar, un hotel con historia”, y de numerosas obras más que han alcanzado gran éxito cuando vieron la luz. Ha escrito en la histórica y prestigiosa revista “Litoral”, en numerosas antologías de relatos y se la encuentra en diversos proyectos literarios y culturales, así es la vicepresidenta de ese motor cultural independiente de la antigua Bezmiliana que es su Círculo Cultural, que tan dignamente preside la dinámica, creativa y constante Silvia Vega Pineda.

 El pasado viernes, una vez más, tuve el honor de ser el presentador de una de sus obras, en esta ocasión conjuntamente con mi buen amigo y compañero en tantas ilusiones y sueños Salvador Domínguez Ruiz, el buen abogado y novelista que igualmente hace historia con cada una de sus obras literarias, finalista del “Premio Planeta” con su novela “Marengo” y destacado con sus últimas novelas “El helvético soñador” y “El maestro de los naipes”, y con un amigo que no nos veíamos desde hace casi un cuarto de siglo, cuando con cientos de jóvenes promesas musicales de toda España ya llevaba otro cuarto representando a Festivales de Andalucía, Miguel Ángel Magnani Rivas, gerente e impulsor de la “Editorial Anáfora”, que tanto acierto está teniendo con la misma al publicar y contar con obras y autores realmente de primera fila y cuyos libros son esperados con verdadero interés por cientos y buenos lectores, como está pasado con “Lo que no me contaste” novela de Carmen Enciso que vestíamos de largo, en la Antigua Casa Fuerte de Bezmiliana, con una buenísima afluencia de público, comenzando por su calidad cultural.

 Resulta que lo que no nos contaron , con el paso de los años, es todo aquello que sí escuchamos y nos narraron generalmente nuestros abuelos y jamás hemos olvidado ni olvidaremos, así como aquello que esperaban padres y también abuelos o familiares, siendo niños nosotros, para hablar o comentar una vez que nos llegase la hora de dormir y nosotros, unos más que otros, comenzábamos a escuchar, aunque, salvo alguna excepción que despertará nuestro interés de una manera desmesurada, nos quedábamos dormidos.

Intervención del editor, Miguel Ángel Magnani Rivas

 El libro ha encantado a todo lector que lo ha leído y quienes han podido lo han hecho en el tiempo más breve posible. No puede ser de otra manera, por su interés, que hacerlo casi de un tirón, yo dos noches iniciadas, como me pasa cuando me engancha cualquier lectura que me atrae. Claro, ello, porque en aquellos años cincuenta, sesenta y algunos de los setenta, en Málaga, Rincón de la Victoria y prácticamente en cualquier parte de Andalucía, incluida Granada y Alhama, las familias de una clase media que se iba consolidando nos diferenciábamos bien poco prácticamente en todos los sentidos, salvo la situación en que les había situado la Guerra civil y la consideración que le imponía el régimen existente. Estas situaciones nos las refresca o hace ver la obra de Carmen Enciso, sin acritud y sí con los valores de la concordia y la paz por encima de todo, hasta de los más extremos salvajes e intolerantes que durante tantos años hemos sufridos todo español de bien.

 ¿Quién no recuerda, si es que a esa hora no lo habían mandado ya a la cama -no olvidemos que en la primera época no había en la casa televisión-, escuchar a los familiares la denominada “Radio España Independiente”, “La Pirenaica”, incrustada en una alacena y los varones mayores de la casa pegando la oreja?

 Carmen, en especial se vale de una abuela, Enriqueta -inspirada en la suya materna de tan grato recuerdo-, franquista por la muerte de su marido, una nieta de ésta, Nieves, la verdadera protagonista que nos lleva y trae con sus recuerdos, vivencias y narraciones de su querida abuela o de un padre, Manuel, que es ante todo un hombre bueno que con sus ideas avanzadas y solidarias ejemplarmente quiere concordia, justicia y paz, buscando siempre una sociedad mejor y recibiendo las consecuencias de la intolerancia y la intransigencia, lo que da también a todo lector una lección de la historia de esta España querida que hace cuatro décadas inició una democracia que fue sorprendiendo al mundo entero.

 No es ningún ajuste de cuentas, no es el viejo planteamiento de la venganza de una España contra la otra, ni siquiera un repaso de tantas evidencias que debieran hacernos reflexionar si nos diésemos cuenta de lo que estamos haciendo en pleno siglo veintiuno y tras los años democráticamente vividos. Hay mucha humanidad en la autora, calidad humana y, por lo tanto, noble objetividad y el deseo de contar lo que no se podía contar o nos lo hicieron ver de una forma que aun consideraban apropiada a nuestra edad y, sobre todo, tiempo.

 Hay hechos, cosas, experiencias que a todo ser humano y en cualquier parte de este país y, sobre todo, región, le ha pasado. Más aún si cuanto nos rodeaba y debíamos desarrollar nuestra vida y enseñanza, tenía mucho que ver con los demás. En la calle, en situaciones familiares y en posibilidades profesionales y sociales, los problemas y situaciones difíciles para los grupos sociales similares venían a ser los mismos coincidiendo en gran medida en cualquier parte de España.

Miembros destacados del Circulo Cultural Bezmiliana

 Vamos a, dando un vistazo a la obra de Carmen Enciso, recordar tantas posibles coincidencias, en tantas ocasiones aunque nos llevemos de diferencia diez, veinte, treinta y hasta cuarenta años, y hablemos de territorios y lugares muy distintos de toda la geografía española.

Ejemplos de situaciones vividas,  amigo lector:

- ¿Recuerdas aquellas ocasiones en las que distanciándote del lugar, calle o barrio en el que vivías te introducirte en otro por vez primera y no lo olvidaste jamás?

- ¿Has sido capaz de olvidar el vecindario de tu calle? A que recuerdas casi casa por casa, quienes vivieron en cada una y como era cada vivienda, estando casi siempre las puertas abiertas y por unos u otros motivos conocíamos las casas o pisos de nuestros vecinos casi como la nuestra de abajo a arriba y de arriba a abajo.

- ¿Cuántas veces la curiosidad te llevó a escuchar a los mayores con una desfachatez que te tuvieron que decir :“¡Niño quítate de en medio!” o permaneciste en un extremo pero muy atento a toda la charla y pensando para ti sobre lo que hablaban?

- Por supuesto que las noches de verano, nuestras madres se solían sentar al fresco, en el sibanco de la casa. Para esto la de Carmen del Pino y Ricardo Serrano -la de Chencha en la calle Enciso-, era ideal. Allí coincidíamos nuestras madres y tías, amigas y vecinas, alguna hija y hasta los hijos, sobre todo cuando volvíamos de la salida nocturna al Paseo, a eso de las doce o la una de la noche y, entonces, nos agregábamos al grupo sentadonos en la acera. Naturalmente esto se daba por todo el pueblo. Repito todavía no había televisión y la radio solía cortar con pocos seguidores tras la cena, salvo el caso de “Radio La Pirenaica”.

- ¿Y la que se liaba cuando Franco visitaba alguna población, generalmente para inaugurar un pantano? Los que perdieron la guerra o considerados posibles “sospechosos” de no gustarles absolutamente nada levantar el brazo, quedaban todos controlados, especialmente en las grandes poblaciones. En los pueblos por donde iba a pasar el dictador todos arreglados y asfaltadas por vez primera algunas de sus calles. En Alhama se asfaltaron calles y se efectuaron tareas de embellecimiento, a pesar de que se sabía que no estaba incluida en el itinerario previsto, poro por si acaso. Lo que no faltó fue que camiones repletos de personas fueron para “Los Bermejales”, que entró en servicio en 1958. Ahora bien, un que otro considerado comunista, ese día se paseo bien por el pueblo, quería dejar claro que a él ni le picaba la curiosidad, ni le preocupaba que le señalaran que no había ido a “cantar” al visitante, pero dejaba claro que se quedaba a la vista de los vecinos, por si acaso.

El Festival de Eurovisión muy presente en la novela, la ganadora de 1968, Massiel, la que se recuerda en la novela, siendo entrevistada por Andrés García Maldonado a las dos semanas siguientes en Málaga

- ¿Y cuándo en alguna familia alguien mantenía su actitud de poca misericordia acusando a otra de que alguno o algunos de sus miembros habían sido “rojos ejercientes”? También hubo familias que dieron ejemplo y, a pesar de los intransigentes, “supieron perdonar” y hasta ayudaron a los que no lo hicieron bien con sus familiares, por un u otro lado, en algún caso hasta enfrentándose al poder establecido. ¿A que nos suena esto que escribe textualmente Carmen?: “Cuando seas mayor y te sientas triste, vete al cine: o te diviertes si la película es cómica, o te animará comprobar que hay vidas más desdichadas que la tuya”.

- ¿Te acuerdas del papel higiénico que usábamos por no hablar de los corrales como “cuartos de aseo” para tantas familias modestas durante todas las estaciones del año? Compartiéndolos con gallinas, conejos y no sé qué más.

- Y hablando del cuarto de aseo: ¿Cómo olvidar el papel higiénico que se obtenía de los periódicos? Mi abuela antes de ese destino, salvaba las páginas dedicadas a las noticias religiosas y las esquelas mortuorias, como hacían tantas personas.

- ¿Y del memorable día que llegó el primer aparato de televisión a tu casa? Inolvidable. Y ya dejamos, salvo por gusto de reunirnos, de irnos a la de un vecino en otra vivienda y hasta edificio a verla. De esto hemos de contar toda la historia, los menores de sesenta años no saben lo transcendental que fue este logro para disfrute de cada familia. El segundo salto fue ya la televisión en color y la amplia variedad de canales el tercero con las programaciones de veinticuatro horas. Ya hablaremos de todo ello, el que quiera adelantarme algún recuerdo, en Alhama o en cualquier pueblo de nuestra comarca, se lo agradeceré.

- Y del Festival de Eurovisión, ¿Qué decimos? Igualmente inolvidable, para nosotros desde los años sesenta, aunque venía de antes. Carmen Enciso lo aprovecha muy bien como uno de sus hilos argumentales que juega un papel significativo en su gran crónica novelada. Por supuesto que quien lo vivimos no lo olvidamos en la edición de 1968 cuando ganó el “La, la, la” con Massiel, y yo menos, como era sábado estaba en Alhama y en “La Terraza” actual “Mesón de Diego”, que lo regentaban nuestros buenos amigos Emilio y Mari, que años después abrirían el “Bar Alhama” en Málaga. A las dos semanas entrevisté a Massiel en Málaga para “Sol de España”, al asalto, saliendo del “Málaga Palacio”.

- Se tardó años, pero parece que, como debe ser, se fue superando el tabú por el suicidio de un familiar. Entonces, la familia del que decidía, generalmente por encontrarse enfermo, quitarse la vida entraba también, por lo común, en algo de vergüenza además del enorme dolor que padecía para siempre.

Un momento de la presentación por parte de Andrés García Maldonado

 Aquí Carmen, por medio de su sensible e inteligente Manuel, el padre de la protagonista, pregunta: “Cobarde o valiente, ¿Tú qué piensas? ¿Crees que es fácil quitarse la vida?

- ¿Os acordáis?: “Las historia que me contaba la abuela eran tan fantásticas como las del cine - dice Nieves-. Transmitían tanta realidad que construían en mi mente un paisaje de certezas. Una que repetía a menudo, y a mi parecer de las mejores, era la de la bicha nocturna. Me advertía que cuando fuera madre no debía quedarme dormida mientas amamantara a mi bebé. Sostenía que las serpientes eran muy listas y que como en Ciudad Jardín había mucho campo, algunas permanecían escondidas entre las piedras durante el día y de noche saldrían de su escondrijo al olor de la leche materna; olor que detectaban a kilómetros de distancia. Así que cuando, agotada, me venciera el sueño en la mercadora con mi niño en el regazo, llegaría la bicha para beberse mi leche mientras introducía la boca en la cola de boca del bebé y así evitar que este llorara”. Esta historia me la contó mi abuela querida e inolvidable Inocencia Velasco Prados, hacia finales de los años cincuenta, como tantas otras que algún día merecerán también la pena recordaros.

- ¿A que recordáis o sabéis del alguna excelente chica en todos los sentidos que se quedó para vestir santos, como se decía, porque había tenido un novio y resulto que éste la dejó o simplemente no siguieron como tales? Qué tremenda injusticia y que machismo más contundente. Pero tampoco es un ejemplo lo que hoy en día pasa en algunos casos que el péndulo ha efectuado el recorrido inverso total y se ha quedado montado en los denigrantes e indignos concretos casos en gran expansión y aumento extraordinario. ¿Hay más cuernos que nunca por ambas partes o son “consentimientos avanzados mutuos”? Creo que de todo.

- ¿Y cuando la niña se hacía mujer con la llegada de la menstruación? En unos casos, ni la madre sabía prepararla, los mayores lo tomaban a cierta cosa natural -que lo era y es- y alguno hasta con una “simpática” broma estúpida, pero sin saber tranquilizar adecuadamente a la chiquilla. Hasta en la escuela alguna profesora no estuvo, en concretos casos, a la altura que debía. Y de los padres, ¿Qué vamos a decir? Si nos sonrojábamos de niños cuando escuchábamos a una persona mayor pronunciar la palabra “nalga” referida a cualquier mujer.

Cuadro de la abuela Inocencia Velasco Prados, realiza por su también nieto y hermano de Andrés, Juan Manuel Brazam, en 1960. Al encontrarse las fotografías en otra población no se ha podido conseguir la de la abuela Enriqueta de Carmen Enciso

 Bueno esto son algunas hechos y reflexiones que vivimos por todas partes, y que se recogen tan sólo en las primeras páginas de “Lo que no me contaste”. En su conjunto es sorprendente cuando todo ello se enlaza para lograr esta excelente crónica novelada, que como el lector comprenderá no es una recopilación de anécdotas sino una relación de hechos que construyen una historia muy amena e importante, interesante y que nos deja huella, no dudándose que merece la pena leerse. Hasta en alguna medida puede contribuir a hacernos mejores y cuando un libro consigue esto, es que su autora es una gran escritora, como sucede con Carmen Enciso Vera.

 Nota.- Para adquisición de Lo que no me contaste de Carmen Enciso, pueden dirigirse a cualquier librería a través de AZETA. También en Ánfora, aquí.