Pedro Aparicio, el alcalde que se enamoró de Alhama


Pedro Aparicio Sánchez, fue dieciséis años alcalde de Málaga. Elegido en las primeras Elecciones Municipales Democráticas de 1979, en las sucesivas convocatorias de 1983, 1987 y 1991 lo fue por mayoría absoluta. Gran alcalde y excepcional persona, comenzando yo como “jefe de la Oposición” municipal, me eligió para sustituirle en la alcaldía en múltiples ocasiones y hasta semanas seguidas y sus periodos de vacaciones. Nos hicimos entrañables amigos cuyo afecto durará hasta la misma Eternidad o lo que exista. Vino a Alhama. ¿Cómo no? Y, como escribió y habló en variadas ocasiones, se enamoró de ella.

 

 Aquel 24 de septiembre, fecha hasta entonces también inolvidable para mí por ser el día de mi madre, el de las Mercedes, estaba en Sevilla en una de las reuniones más importantes que teníamos los secretarios generales de las Cámaras de Comercio de Andalucía, cuando tratábamos de hacer ver su necesidad y salvar su futuro. Mi gran amiga Estrella, secretaria general del Consejo Andaluz de Cámaras, se acercó a mí muy seria, ya en su cara se observaba que algo grave pasaba. Sabía de nuestra amistad y con la mayor suavidad me dijo: “Andrés te tengo que dar una mala noticia… Pedro Aparicio ha muerto”.

 Me quedé mudo unos instantes e inmediatamente reaccioné: ¿Seguro?, ¿Cómo ha sido?, ¿Qué le ha pasado? Fueron mis preguntas con esa incredulidad que surge de inmediato cuando recibes una noticia de estas características.

- Parece ser que un infarto fulminante haciendo footing, en el paseo marítimo cercano a su casa -fue la contestación-.

- Perdonarme todos, me voy inmediatamente para Málaga -fueron mis palabras a mis compañeros que quedaron también sorprendidos por la noticia y sabían de nuestra amistad -.

  Y es lo que hice mientras comenzaron a llegar llamadas y mensajes de Málaga y de mi misma familia, insistentemente, era en aquellos momentos presidente de la Asociación de la Prensa de Málaga, a la que Pedro pertenecía como periodista y por presidirla yo, así como del Colegio Profesional de Periodistas de Málaga. Pero, sobre todo, a efectos periodísticos, era el primer adversario político que tuvo en aquellas Elecciones Municipales del 4 de abril de 1979, que acabé siendo uno de sus amigos a los que más gestos de afecto le dedicó desde aquellos primeros años y durante los años posteriores que vivió.

 Un momento de la disertación sobre algo fundamental para él: Europa y la realidad municipal como esencial principio político

UNO DE MIS MEJORES AMIGOS

 Entre conversación y conversación telefónica escribí las siguientes líneas en el mismo tren, bajo el título de su nombre, “Pedro”:

 Va veloz el tren, como la vida misma. ¿Cuánto nos puede acontecer en unos instantes? Cómo de buenas a primeras te quedas emocionalmente “petrificado”, nunca mejor dicho en mi caso. Se acaba de morir unos de los mejores amigos que he tenido a lo largo de toda mi vida y, probablemente, uno de los que más afecto y sensibilidad me ha demostrado desde que supimos, como el escribió, que éramos amigos para siempre.

 Me acaban de dar la desgarradora notica y, paralizado, en un instante se agolpan sentimientos y recuerdos. Vuelvo urgente a Málaga, nuestra Málaga. No cesan las llamadas, las atiendo como puedo y me piden unas palabras, un comentario, una opinión. Las doy, aunque la vedad, no me salen como yo desearía pensando en él. No puedo concentrarme para sintetizar tanto cariño, tantos valores, tan excepcional personalidad.

 Es, no quiero decir “fue”, mucho el profundo afecto, que nos une, el que permanecerá para siempre, hasta mi último instante consciente en esta vida.

 Con el dolor en aumento, la realidad no se asimila. Siguen en imparable cascada los recuerdos, los momentos vividos, los instantes inolvidables. Puedo dar fe y la doy que junto a su nombre, con su nombre y por su nombre, toman una dimensión justa y cabal, no ya tan sólo palabras, sino conceptos como libertad, dignidad, democracia, altura de miras, tolerancia, dialogo, sensibilidad, inteligencia, cultura, preparación, talante y talento, cortesía, caballerosidad y tantas y tantas más que, como una sola de las citadas, es suficiente para definir la grandeza y singularidad de una persona.

 No se me aparta el recuerdo de María, entrañable y ejemplo de nobleza, y de sus hijos, de todos los suyos, de tantos amigos a los que distinguió con su amistad y sí le dieron la suya clara y limpia. El dolor sigue creciendo. ¡Dios mío! Gracias por haberme dado un amigo tan excepcional.

 Permítase que este creyente, que tantas dudas suele tener, asimilar la tremenda despedida que hoy se acaba de producir, así como que escriba, oportuna y adecuadamente, lo que moralmente estoy obligado a dejar bien claro ante ciertas mezquindades e injusticias cometidas contra él”.

 A lo largo de nuestras vidas, desde aquel 1979 que nos conocimos, raro fue la vez que uno no escribió del otro o habló en alguna conferencia o pregón, prólogo o introducción, así como nos carteamos. Con todo ello hay para un libro, pero son muchos afectos, muchos elogios y muchas complicidades, para darlos a conocer cuando él ya esta misma semana hace siete años que no está y cuando tiene en “Mí última instancia”, compendio de sus artículos semanales de muchos años, una de las obras que, en tantos sentidos, es inigualable y literariamente magnifica.

Recorrido por la ciudad árabe, en la Plaza de los Presos o Real

RIVALIDAD SECUNDARIA E IRRELEVANTE

 Como escribió: “Conocí a Andrés García Maldonado como adversario político en el Ayuntamiento de Málaga. Como es natural, pronto supimos ambos que tal circunstancia -la de la rivalidad oficial- era secundaria y luego irrelevante ante multitud de sueños y de complicidades morales que uno en otro fuimos descubriendo. Hablábamos de España (de su Alhama, de mi Madrid y de nuestra Málaga), hablábamos de literatura, historia, de libertad, de sentimientos… y seguiremos compartiendo ideas y hablando de todo ello mientras tengamos vida”.

 La suya tomó definitivo el último rumbo irreversible aquella mañana de septiembre del 2014.

 Jamás le he olvidado y nunca lo haré. Así quiero dedicarle el “Volver al ayer” de esta semana”, comenzando con vincularlo una vez más con Alhama, por la que me preguntaba cada vez que nos veíamos y eran varias veces al mes. Nunca olvidó cuando vino aquí a dar una conferencia, inaugurando el ciclo de conferencias que llevó a cabo el Patronato de Estudios Alhameños. Su disertación versó sobre “Municipios de Europa”, y la pronunció el domingo 31 de enero de 1993 cuando, aun siendo alcalde de Málaga, siempre elegido por abrumadora mayoría, como durante tantos años después sucede con otro gran alcalde y amigo de ambos, el actual, Francisco de la Torre Prados, unidos con la mejor amistad desde hace más de cincuenta años y, además, parientes lejanos compartiendo ambos algún tatarabuelo alhameño.

Escrito donde afirma que quedó enamorado de Alhama

“QUEDÉ ENAMORADO DE ALHAMA”

 Pedro llegó a primeras horas de la tarde y la conferencia se inició a primeras de la noche, en el Edificio Polivalente, dado que el Ayuntamiento estaba en reedificación. Utilizamos, como deseábamos y él quería, varias horas a recorrer el pueblo y hablar de su historia y peculiaridades. Se interesó por todo y vivió una grata visita, sobre todo, a la Ciudad árabe. La conferencia constituyó un completo éxito, comenzando por el conferenciante, enfoque del tema ofrecido y gran afluencia de público hasta no poder entrar más personas.

 Días después, le envié una carta dándole las gracias por el gesto que había tenido y su contestación fue esta:

 “8-II-93

Querido Andrés:

 ¡Gracias! Por tu cariñosa e inmerecida gratitud. Soy yo quien quedé enamorado de Alhama, de su alcalde, de tus amigos, y, una vez más, de tú forma de ser y de estar. Un fuerte abrazo. Pedro”

 Alhama, si ya antes la tenía muy presente en la mayoría de las veces que nos vimos, a partir de entonces era algo como propio y familiar y repetía el elogio a su singularidad como ciudad y a su buen paisanaje y amigos. Así, cuando nos llamábamos por teléfono algún fin de semana, la primera pregunta era: -¿Estás en Alhama?

 Fui uno de los que aquel mismo año de su muerte, una vez más, tuve el honor de presentarle, en este caso a nivel regional y con ocasión de los Andaluces Amigos del Camino de Santiago. Por lo que la presentación en sus primeras palabras empezaba con las de agradecimiento a Juan Guerrero Gil, constante dinamizador de todo lo compostelano en esta parte de España: “Gracias, querido amigo Juan, por pedirme que fuese yo quien efectuase la propuesta de esta conferencia a Pedro y, sobre todo, por, como el diría cervantinamente: “¡No son menester ruegos adonde el mandarme tiene tanta fuerza!”, por darme la oportunidad de que, con la excusa de su presentación, la que no hace falta por ser quien es, pueda decir yo lo que debo y tengo que decir y reiterar”. Como lo reiteré hace unos años y, como más de siete años después, he de hacerlo y lo hago.

En plena conferencia, con Antonio Molina Gómez, alcalde de Alhama; Francisco Escobedo Valenzuela, teniente-alcalde delegado de Cultura y el autor de este artículo, como presidente del Patronato de Estudios Alhameños

EXCEPCIONAL Y ESQUISÍTA PERSONA

 Aquí, ahora, podía cumplir mi recuerdo que me posibilita “Volver al ayer”, haciendo referencia, además de a su singular sensibilidad y cortesía, a un extenso e intenso currículum universitario, profesional, institucional, político, literario y periodístico y a tantos y tan justos reconocimientos, también a alguna mezquindad. Como correspondería, con todo merecimiento, tenía que haber sido en vida Hijo Adoptivo y Medalla de Oro de Málaga, lo fue a título póstumo, aunque se le solicitó en variadas ocasiones y decisiones de partido, no municipales del alcalde y Corporaciones, lo fueron retrasando.

 Doctor en Medicina y Cirugía, Summa cum laude y con Premio extraordinario, número 1 de la oposición nacional del Cuerpo de Profesores Titulares de Universidad, alcalde de Málaga 1979-1995, primer Presidente de la Federación Español de Municipios y Provincias, también de la Andaluza, Miembro del Consejo de Europa, Europarlamentario, Medalla de Andalucía por tantos méritos, Medallas de Honor del Consejo de Europa y de UNICEF, del Municipalismo Español, del Ateneo de Málaga, de la misma Asociación de la Prensa de Málaga como periodista que era, etc.

 Aunque sea en síntesis, sobre todo esta semana, como se comprenderá, he de hablar de Pedro Aparicio, como lo hago, como entrañable amigo y como enamorado de nuestra Alhama, pues lo manifestó en variadas ocasiones

   Vi y traté por vez primera a Pedro, cuando tan sólo faltaban unos minutos para convertirnos legal y oficialmente, en adversarios políticos como candidatos a la Alcaldía de Málaga, aquel 16 de febrero de 1979, a las doce menos algo de la noche en el que se cerraba el plazo de presentación de candidaturas, en la sede el viejo Palacio de Justicia de Málaga de Muelle Heredia, donde se encontraba la Junta Electoral. Él por el PSOE y yo por UCD. Precisamente allí, estaba con quien representaba mi partido y era su presidente provincial, quien hoy es alcalde de Málaga y sí, desde junio de 1969 hasta hoy mismo, mi entrañable amigo Paco de la Torre, como él expresa, oriundo de Alhama y compartiendo a algún abuelo de nuestros abuelos.

 Alguien no me había hablado bien del todo de Pedro, claro está me refiero a una recalcitrante camisa vieja de aquellos que aún seguían con todas sus fuerza y artimañas anhelando años pasados y cantando “Prieta las filas”. Pronto, observe la singular personalidad y talla, y no sólo física por supuesto, de mi adversario político.

Telegrama de apoyo a la actuación como alcalde accidental de Málaga en agosto de 1981 y texto que publicó el diario “Sur” en primera página


ADVERSARIOS, JAMÁS ENEMIGOS

 Llegaron las elecciones, como esperábamos en la Málaga de aquellos años, es lo cierto, él se hizo con la alcaldía, tras tanto años, democráticamente, y nosotros quedamos en el segundo puesto y, por lo tanto, como jefe de la Oposición, claro está, democráticamente, como adversario político a trabajar también por el interés general de Málaga y los malagueños, no para fastidiar o entorpecer aquello que fuese bueno para la ciudad.

 Como él escribió recordando aquellos primeros meses años después, como he comentado, pronto comenzó una gran y entrañable amistad -hasta el punto que a algún compañero suyo no le sentaba nada bien- que, como nos dijimos, duraría mientras uno viviese y, probablemente, y hasta para después, para que quedase bastante de ella para muestra de estos políticos que hoy en día llegan al odio más africano, sectarios y no cediendo ni siquiera aún en la busca del bien general, para todos.

 A las pocas semanas de nuestra convivencia diaria en el Ayuntamiento, mis compañeros los periodistas, me pidieron mi opinión sobre Pedro. Fue tan justamente elogiosa, positiva y sincera, que unos cuantos compañeros de partido no me lo perdonaron jamás, lo que para mí fue un honor más. Eran los que ya se iban inventaron, al ver que podía haber alcalde para rato, que era catalán, como si ello fuese malo -no digo ni antes ni ahora, quede claro-, los mismo que correrían el bulo de las clínicas privadas que tenía en Zaragoza y en la misma Barcelona. El había nacido en Madrid, el 4 de octubre de 1944.

 Llevaríamos un mes y pico y en un atardecer, a la puerta del despacho de la misma alcaldía, caía al sueleo, a consecuencia de un duro infarto, un policía municipal, la actitud, en este caso como médico y persona que desplegó él, nos sorprendió a cuantos fuimos testigos de ello, intentando salvar aquella vida que se iba sin remedio, quien hasta hacía unos días había sido desde hacía años, a pesar de su juventud, Jefe de la Sección de Cirugía Vascular de la Residencia Sanitaria Carlos Haya. El entonces concejal de Cultura, Paco Sánchez Paso-Pargas, estuvo muy acertado cuando comentó: “Málaga ha podido ganar un buen alcalde, pero la Medicina está perdiendo un extraordinario médico, y en su casa no va a entrar jamás todo el dinero que podía ganar con su calidad, además que él, concretamente él, nunca será millonario con la política”.

Con el entonces Jefe del Estado, Juan Carlos I, Pedro Aparicio y Andrés  García  Maldonado en el Palacio Real ante el cuadro de Alfonso XII, cuando se le comentó la visita de este último a Alhama

DIGNIDAD, EFICACIA Y VALENTÍA

 Fui testigo directo de cómo cogió la ciudad, era una realidad evidente, con su ya medio millón de habitantes, el 50 % de los malagueños no tenía agua corriente o saneamiento en sus viviendas, el 36 % de sus calles sin asfaltar, el 47 % sin iluminar y con una capacidad para asfalta e iluminar de un máximo del 4 % anual, y de cómo en todo esto se produjo un cambio general. En todos los órdenes y sentidos, avanzando la ciudad como nunca lo había hecho antes en toda su historia.

 Todo esto con su dura entrega, sus ilusiones por una ciudad cada vez mejor, sus decepciones y sufrimientos que de todo hubo en tantos años, como los hay en cualquier tiempo, cuando se ejerce el cargo con profundo afán de conseguir la superación que a todos beneficia.

 Pero sobre todo fui testigo de excepción de algo mucho más importante aún, muchísimo más. De su alto sentido de la libertad, de la dignidad de todo ser humano y de su limpio afán por servir al bien común, allí donde estuvo, dedicando y transcurrido toda su vida en el ámbito del interés público y general.

 Querido Pedro, estés donde estés, yo tampoco he olvidado, ni olvidaré, la intensidad y el silencio con que nos abrazamos aquella noche de febrero en el que el 98 % de los españoles se nos estaba apuntado simbólicamente con metralletas. No olvidaré que durante las horas en las que era, para ti, sobre todo, especialmente peligro, convertido en el primer objetivo de la contumaz extrema derecha malagueña, mandaste abrir de par en par las puertas del Ayuntamiento, así como cuantas conducían a tu despacho y con todas las luces encendidas dejaste bien claro que los malagueños estaban al lado de la Constitución, de la Democracia y la Libertad. ¡Esto si hay que vivirlo para sentirlo y expresarlo!

 Así, cuando cumplimos nuestro mandato municipal, por unanimidad en la última intervención que el Grupo de UCD tuvo en las salas capitulares, fue la de dejar en acta la siguiente constancia, adoptada por unanimidad, en relación a un voto de censura que el entonces Partido Comunista le puso, porque habías acabo con el denominado “Pacto de izquierdas”, para que no gobernase UCD en muchos Ayuntamientos, y particularmente en Málaga diste a UCD la delegación especial para el Centenario del Nacimiento de Picasso, un honor más que jamás te perdonaron ni me perdonaron los comunistas al combinar yo ello con el Ministerio de Cultura, en manos de mi partido gobernante en España. Y mira que salió todo bien. Fue el auténtico primer regreso del artista a su tierra tras la Guerra Civil.

Así, quedó en acta a la hora de la despedida, aquel 24 de mayo de 1983: “Somos demócratas y democráticamente retiramos nuestra participación en el voto de censura que en su día dimos, atendiendo únicamente a razones de estrategia política de este partido, al alcalde de la ciudad. Con ello le damos nuestro voto de confianza, como siempre le ha correspondido en razón a su actuar político y coincidimos con la democrática y mayoritaria decisión del pueblo malagueño reflejada claramente el pasado día 8 de mayo de 1983 en las urnas”, como volvería a suceder en 1987 y 1991.

Carta de junio de 1991, en la que expresa una vez más afectuosamente su recuerdo como compañeros en la Corporación Municipal de Málaga, ocho años después de cesar el autor de este artículo

SU SINGULAR ETAPA EUROPEA

 Me ofreció como independiente ir en su lista, que siempre arrollo con mayorías absolutas, pero yo ya había aprendido que la política propiamente dicha no era lo mío y, además, aunque fuese emocionalmente jamás dejé la UCD de mis admirados Adolfo Suárez y Francisco de la Torre Prados. Eso sí, forme parte de consejos y comisiones municipales constituidos por ciudadanos no miembros de la Corporación Municipal.

 Años después, el mismo grupo de UCD, al cumplirse los 25 de la primera corporación democrática, en abril de 2004, igualmente por unanimidad. Solicitábamos la concesión del título de Hijo Adoptivo de Málaga, lo que conlleva la Medalla de Oro de la Ciudad, dado que en el mismo se daban en demasía los méritos que al respeto establece el Reglamento de Honores para la concesión de distinciones honoríficas del nuestro Excmo. Ayuntamiento, expusimos los méritos en síntesis, destacábamos la labor desarrollada como el alcalde que más tiempo había ostentado el cargo de toda la historia municipal de cinco siglos de Málaga –ya superado por el actual, Francisco de la Torre Prados-, dándose el hecho de que no nació aquí y que demostrando su amor, entrega, dedicación de tantos años se trataba de hacer oficial, adecuada y justamente, algo que era real, la especial condición de malagueño de quien con la obras y los hechos bien lo había demostrado. Petición que mantuvimos permanentemente, cumpliendo el mandato hasta de un compañero muerto.

 Sus diez años en el Parlamento Europeo como escribió fueron de los más felices de su vida, fue vicepresidente del Consejo Andaluz del Movimiento Europeo. La actitud injusta de Borrell de pasarle del número 8 al 26 en las Lista al Parlamento Europeo, le hizo declinar el ofrecimiento cuando le quedaba un mandato en Europa para culminar la gran labor que llevó a cabo. No olvidaba el ex ministro de Fomento que Pedro Aparicio era alcalde que defendía antes a su territorio que a los interesases del ministro en contra de la Capital de la Costa del Sol, la del Sur de Europa.

 Amaba a Europa, más aún cuando era testigo directo que la vieja Europa iba arrinconando las antiguas discusiones, impulsando a los europeos hacia su renacer.

 Apreciado lector, en este caso, Pedro Aparicio, un gran amigo que tuve y que de alguna forma sigue presente, como el malagueño que lucha entregado por la Europa de todos que más que nunca necesitamos, una buena y noble personas que se enamoró de nuestra Alhama un día del invierno de hace veintiocho años.

 Pedro Aparicio, el gran poeta Jorge Guillén, Tomás Bolaños alcalde de Valladolid, donde nació el poeta, y Andrés García Maldonado, teniente-alcalde delegado para el Centenario de Picasso  con su hija Carmen Elena (1981)