Beatriz Portinari: Un “sufrimiento gozoso” para Dante Aliguieri



 Dante Aliguieri, nacido en Florencia un 29 de mayo de 1265, es conocido en italiano como il Somno Poeta (“el Poeta Supremo”), cuya obra maestra, la “Divina Comedia”, ha sido considerada como una de las piezas fundamentales que marcan la transición del pensamiento medieval al renacentista y una de las obras cumbres de la literatura universal.

María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora

 Dante vio por primera vez a Beatriz cuando ella contaba 8 años y él sólo uno más; mas el apasionado y platónico enamoramiento del poeta tendría lugar al coincidir de nuevo con ella nueve años más tarde. Ambos encuentros están constatados en la “Vida Nueva”, una colección de 31 poemas engarzados por una prosa en cierta medida autobiográfica, que constituyen la cumbre del dolce stil nuovo, practicado previamente por el poeta Guido Calvacanti . Éste había fundado junto a Guinizelli la escuela de los fedeli d’amor (´fieles de amor´), e inventado la figura de la “mujer angélica”, plasmando la gran poesía lírica italiana que culmina en Dante y en Petrarca. De allí surgió la imagen de Beatriz, que asumiría en la “Divina Comedia” altísimas dimensiones teológicas y filosóficas.
 
 Dante tituló a su universal poema “Comedia”, pues de acuerdo con el esquema clásico, no podía ser tragedia, pues su final es feliz. Una larga tradición iniciada por Boccaccio la ha adjetivado como Divina, por su movimiento ascensional. En el libro, plagado de alegorías o significados místicos, el poeta resume todo el amplio conocimiento acumulado durante siglos, desde los antiguos clásicos hasta el mundo medieval. En efecto, por su inconmensurable valor poético, la ambición y alcance de su perspectiva filosófica, la belleza y precisión de sus imágenes y la perfección de su lengua, la “Divina Comedia” ha sido considerada como el mayor poema de la cristiandad. Iniciada hacia 1306-1307, no se concluiría hasta poco antes de de la muerte del poeta, hacia 1320. Quince años de poética purificación y ascensión hasta alcanzar la plenitud de la mano de la bienaventurada Beatriz, quien lo conduce al Empíreo, donde por un momento goza de la visión divina.

 El Poema comienza con el encuentro de Virgilio con Dante, perdido en una selva. Virgilio le confiesa que le envía Beatriz, una dama inalcanzable y virtuosa; conduciéndole por un largo camino de redención a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. A lo largo de este viaje Dante encontrará su identidad, extensible a la humanidad toda. Por ello habría que buscar un simbolismo a cada una de las etapas por las que transita el caminante en su anhelo de perfección. El Infierno comienza en la noche, símbolo de desesperación; la llegada al Purgatorio se produce en el alba, símbolo de esperanza, mientras que la entrada al Paraíso tiene lugar al mediodía, con una intensa e infinita luz, símbolo de salvación.


Arriba Beatriz Portinari y sobre estas líneas Dante Aliguieri

 El Poema cuenta con tres personajes principales: Dante, que personifica a la humanidad, representa la tentación y el pecado; Virgilio, que hace otro tanto con la razón, y que había guiado los pasos de Dante por el Más Allá hasta la entrada al Paraíso; y Beatriz, que personifica la Fe y conducirá a Dante a cada una de sus esferas, hasta el Empíreo, espacio inmóvil, donde contemplará la Rosa mística formada por Dios y sus elegidos. El poeta pide a Beatriz que le conduzca a su lado: “-Beatriz, guíame hacia el Paraíso, ya que Virgilio ya cumplió su misión. Nuestro amor no es terrenal, porque este sentimiento es tan intenso que no lo supera el amor de Dios por la humanidad.”
 
 Libre de todo pecado, Dante asciende al Paraíso junto a Beatriz, esa “dadora de felicidad”, místico “sufrimiento gozoso” del poeta. Antes de llegar al primer cielo, Dante y Beatriz atraviesan la Esfera de Fuego. Cuando llegan al séptimo cielo, el de los “espíritus contemplativos”, Beatriz deja de sonreír, pues resultaría imposible contemplar la luz divina. Desde allí, Beatriz eleva a Dante hasta el cielo de las “almas triunfantes”, desde donde el poeta observa el mundo, los siete planetas, sus movimientos, y la tierra, pequeña e insignificante en comparación con la grandeza de Dios. Por último, Dante y Beatriz ascienden a ese cielo, origen del movimiento y del tiempo universal. En este lugar, el poeta ve un punto de luz (Dios), a su alrededor se mueven nueve coros angelicales. Superado el último cielo, los dos ascienden al Empíreo, el más alto de los cielos, lugar donde se puede gozar de la presencia física de Dios, y donde residen las almas acogidas en el Paraíso.

 La más famosa descripción del Empíreo es la ofrecida por Dante en la “Divina Comedia”, tras atravesar los nueve cielos del Paraíso. El poeta imagina este cielo, que Beatriz describe en los siguientes términos: “Hemos salido ya-volvió a decirme-/fuera/ del mayor cuerpo al cielo que es luz pura: //luz intelectual, /plena de amor; /amor del cierto bien, pleno de dicha;/dicha que es más que todas las dulzuras. //Aquí verás a una y a otra milicia/del Paraíso, y a una de igual modo que en el juicio final habrás de verla” (Paraíso, Canto XXX).

 Toda una concepción platónica y mística del amor. La idealidad y renuncia a las realidades empíricas provocan que la dama nunca asuma una corporeidad definida. El amante, entre estados de angustia-sufrimiento gozoso-, se siente perseguido por los espectros del amor y de la muerte. Todo un proceso de ascensión y purificación hasta alcanzar la plenitud. La amada es la imagen de la “beldad divina” para la salvación de los hombres.

 Las vidas de Beatriz y Dante transcurrieron separadas. Beatriz se había casado con el banquero Simone dei Bardi hacia 1287 y Dante se casó entre 1285 y 1293 con Gemma Donati, con quien habían concertado su matrimonio cuando el poeta contaba tan sólo 11 años de edad . Poco se sabe de su vida conyugal con Gemma a la que nunca amó, ocupándose en cambio de consignar para la posteridad los datos fundamentales de su verdadera vida espiritual y amorosa ligada a Beatriz, razón de su poesía y de su existencia.

 Quienes aseguran que Beatriz nunca existió opinan que la protagonista de la “Divina Comedia” no es más que una metáfora, un símbolo del amor sublime que personificó Dante bajo este nombre. Mas, real o imaginada, Beatriz Portinari ha pasado a la historia como una de las musas más determinantes de la literatura italiana y de las letras universales.