El Marqués de Salamanca, nobleza obliga



José María de Salamanca y Mayol, hijo del médico epidemiólogo José María de Salamanca y Paz y de María Polonia Mayol y Baso, vino al mundo en Málaga un 23 de mayo de 1811. Su padre, acusado de afrancesado por personajes envidiosos, tras la vuelta de Fernando VII al poder, pasó algún tiempo en la cárcel. Esta situación hizo que el futuro marqués de Salamanca conociera el miedo a la persecución por las ideas liberales de su familia.

María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora



 Tras iniciar su formación en el colegio de Sto. Tomás de Aquino, cursó estudios de Filosofía y Derecho en el Real Colegio de San Bartolomé y Santiago de Granada, cuna de gloriosas generaciones. En la ciudad de los cármenes conoció a Mariana Pineda, un amor imposible, nunca correspondido. A través de ella conocería la injusta realidad social de la época, comprometiéndose en la lucha por la libertad. Contribuyó en la fuga del capitán Fernando Álvarez de Sotomayor, primo de Mariana, que se encontraba en la cárcel donde cumplía condena por haber participado en diversas conspiraciones liberales organizadas por los exiliados de Gibraltar.

 Tras finalizar sus estudios universitarios regresa a Málaga manteniendo vínculos con grupos liberales. Fue amigo del escritor y abogado malagueño, Serafín Estébanez Calderón quien identificado con el liberalismo, tuvo que refugiarse también en Gibraltar, cuando invadieron el país los Cien Mil Hijos de San Luis, poniéndose fin al trienio liberal. Estébanez estaba casado con Matilde Libermore y Salas por lo que, tras las nupcias del futuro marqués con Petronila Livermore y Salas, acabarían siendo cuñados.

 A su regreso a Málaga, Salamanca estuvo involucrado en el pronunciamiento del general liberal José Mª Torrijos quien fue detenido junto a sus hombres. El futuro marqués marchó a Madrid para pedir clemencia al rey, pero todo fue inútil; incluso el hermano de Torrijos que trabajaba en la intendencia de la Corte ni siquiera se molestó en leer la carta en la que se pedía clemencia. Al día siguiente, Fernando VII daba la orden de fusilamiento.

 Mas los ardores revolucionarios de su época estudiantil se calmaron temporalmente y, gracias a la amistad de su padre con el que fuera Presidente del Consejo de Ministros, Cea Bermúdez, logró la alcaldía de Monóvar(Alicante) en 1933. Este año moría Fernando VII, ocupándose del gobierno su esposa Dª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, con quien Salamanca llegó a tener una gran relación, ayudándole a amasar una cuantiosa fortuna.



 En mayo de 1935, contrajo matrimonio con Petronila Livermore y Salas, hija del hacendado comerciante inglés Tomás Livermore Page y Petronila Salas y Rosas y, a su vez, hermana de Isabel Livermore y Salas, esposa del rico industrial malagueño Manuel Agustín Heredia. Del matrimonio nacerían dos hijos, Fernando y Josefa de Salamanca y Livermore, a los que su esposa dedicara su vida. Petronila Livermore era poco amiga de fiestas y placeres, su casa era su templo. Además, de todos era conocida la condición de mujeriego del marqués, durante su estancia en la villa y corte. Entre sus amantes destaca la bailarina Guy Stephan, aquella hermosa mujer de la que quedó prendado cuando la vio actuar en el Teatro Circo Price, hasta el punto de comprar el teatro, por considerar su estado algo precario, al conde de Polentino para convertirlo en uno de los más elegantes de Europa. Salamanca siempre fue generoso con sus amantes. Algunas terminaron con pensiones vitalicias, otras con joyas o casas.

 En 1837 tuvo lugar el motín de los sargentos de la Granja de San Ildefonso, hecho que obligó a la reina regente a restablecer la Constitución de 1812, elaborándose la nueva Constitución progresista de 1837. En las nuevas Cortes, José de Salamanca es elegido diputado por Málaga, trasladándose a Madrid para ejercer dicho cargo.

 En Madrid conoce al financiero uruguayo José de Bustenchal y a su esposa, María Pereira de Castro, de cuyas famosas tertulias a las que acudía la flor y nata de Madrid, Salamanca pronto se convertiría en visitante habitual. Buschental le llevaría por primera vez a la Bolsa en la que, siguiendo las enseñanzas del afamado financiero, consiguió ganar una gran fortuna. El día histórico para el bolsillo de Salamanca se produjo en 1844. Cuando realmente dio un pelotazo bursátil en la Bolsa de Madrid, embolsándose cerca de 30 millones de reales en un solo día. También junto a Buchental obtuvo el monopolio de la Sal en 1839. Su poder financiero y adquisitivo se multiplicaba y aumentaban sus contactos con la alta sociedad madrileña. A través de su cuñado, Serafín Estébanez Calderón, conoció a los condes de Montijo, egregios representantes de de la nobleza liberal de la época. También mantuvo relación con un sobrino de Estébanez que resultaría ser el político malagueño Cánovas del Castillo, quien estuvo mucho tiempo en contacto directo con su tío y el marqués de Salamanca.



 Su carrera política también iba en ascenso, al ser nombrado ministro de Hacienda en 1847 por el Presidente Joaquín Pacheco. Tras la dimisión de éste, Salamanca pasa a ejercer de facto la presidencia del gobierno hasta que el nuevo Presidente, Florencio García Goyena, le destituye debido a que una comisión parlamentaria estaba investigando supuestas actividades irregulares de éste en su ministerio. Ello supondría un gran frenazo en su ascendente carrera política.

 Su animadversión con el general Narváez, con quien se enemistó temporalmente, le empuja a exiliarse a Francia cuando, destituido el gobierno en pleno, la reina Isabel II nombra a Narváez Presidente del gobierno. A su regreso a España se ingresó cerca de 300 millones de reales al arrendar durante 5 años al Estado su monopolio sobre el negocio de la sal. Rehízo sus relaciones con Narváez, quien llegaría a ser, junto a Fernando Muñoz-duque de Riánsares y segundo esposo de la reina regente, Dª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, su socio por excelencia en multitud de negocios.

 En el sector de la construcción, el futuro marqués lleva a cabo el emblemático barrio que lleva su nombre, primera fase del Ensanche de Madrid, proyectado por el arquitecto sevillano, Carlos María de Castro. Con el banquero de origen navarro Nazario Carraquiri invirtió también en el ferrocarril contando como socio al conde de Retamoso, cuñado de la reina regente.

 Pero un negocio fallido, que también lo hubo, el Banco de Isabel II, fue la mayor mancha de su historial financiero. Ideado por él, convenció a la reina de su creación, fundándose en 1844. Fue la primera entidad financiera de crédito privada de España, junto con el Banco de San Fernando. Tenía un capital de 100 millones de reales para la concesión de créditos, distribuidos generosamente entre el capitalismo inversor de la época. Pero el Banco nunca despegó y finalmente desapareció al fusionarse con el de San Fernando naciendo así el Banco de España.



 En 1860 se inicia el ocaso de sus éxitos, el declive de la carrera financiera de Salamanca. En esta época recibiría el título de Marqués de Salamanca de manos de la reina (1863) y el de Conde de los Llanos (1864) con el que obtuvo la Grandeza de España. Por estas fechas se vio obligado a vender su palacio, ubicado en el Paseo de Recoletos de Madrid, una de las zonas más demandadas por las familias adineradas del Madrid isabelino y construido sobre parte de la huerta de los marqueses de Montealegre por el arquitecto de la corte Narciso Pascual Colomer, autor del Palacio de las Cortes de España en la Carrera de San Jerónimo. Mas nunca abandonó el entorno de Recoletos, pues tras su venta se trasladó al antiguo palacio del duque de Uceda, en la vecina Plaza de la Moneda.

 Quien todo lo había tenido, murió en 1883, en su palacio madrileño de Vista Alegre, sito en Carabanchel Bajo, con una deuda de más de seis millones de reales. A lo largo de una vida aventurera y múltiple, de una vida de lujo, José de Salamanca había sido un romántico en su juventud, liberal y hasta revolucionario en sus primeros años; abogado, banquero, conspirador, aventurero, agricultor, ganadero, empresario, ministro, diputado, senador, amigo, enemigo, amante, afortunado, arruinado, marqués, conde y Grande de España.

 En cualquier caso, el marqués de Salamanca fue un malagueño de excepción cuya vida transcurrió entre luces y sombras.