Sur



 El sur también existe, reivindicó Mario Benedetti, escribiendo del sur de América, pero el sur existió mucho antes de que el norte ordenara.
 Según todas las evidencias científicas parece ser que fue en el sur, África, donde dio sus primeros pasos ese extraño animal erguido sobre dos patas cuya aventura ha dado lugar a esta especie a la que pertenecemos. Según las evidencias de la Historia fue en el sur de Europa donde nació la cultura de la cual somos herederos, la grecolatina, sureños y norteños por igual. También fue en el sur de Iberia donde prosperó al Andalus, también heredera y proseguidora de la medicina, las matemáticas, y la filosofía de esa civilización grecolatina, en aquel tiempo olvidadas en el norte sumido en la “edad oscura” que trajeron consigo los bárbaros, del norte, y perdón por señalar.

 Y sin embargo parece haber una rara unanimidad entre los habitantes de septentrión en despreciar a los habitantes del sur sean éstos del sur de Italia, de España o incluso de los Estados Unidos, a cuyos paletos sureños culpan los muy refinados norteños de la derrota de la Señora Clinton, paletos, que, como no, viven en zonas rurales, según pude leer en la edición digital y en español del New YorTimes. Al final, la culpa de todo cuanto acontece en el mundo es de la gente campesina del sur que vota sin información alguna, como si en la era de la aldea global, de internet y de la cultura accesible, más o menos, a quien esté dispuesto a adquirirla (no necesariamente a comprarla, aclaro) el estar informado fuese sólo accesible para una minoría exquisita, quedando los demás expuestos a la más negra ignorancia de todo cuanto ocurre en el mundo que queda unos kilómetros más allá de nuestro terruño. Y sin embargo a pesar de ser sureño, y vivir en un pueblo rural, a pesar de que apenas se me entiende cuando hablo ( ¿o eso eran los niños sevillanos, según felicísima ocurrencia del señor Mas?), a pesar de todos los pesares he podido enterarme de que la señora Cifuentes ha dicho que los madrileños están pagando tres mil millones de euros para que yo tenga educación, sanidad y demás. Aclaro que se ha referido a “los andaluces”.

 No es nuevo eso de despreciar a las gentes del sur y no seré yo quien caiga en lo que critico aludiendo a las carencias de quienes así piensan, porque suelo ser respetuoso con las ideas , opiniones y creencias de la gente y así, asumí, en su momento las victorias del partido al cual no voté sin desear que se murieran todos sus votantes, cosa que si hizo hace algún tiempo un escritor que ante una victoria, en Andalucía, del partido al cual si que voté dijo que “habrá que esperar a que se mueran todos los andaluces”.

 Ya he aludido antes al voto rural y sureño que derrotó a Clinton y de, cómo he podido leer en casi todos los medios españoles y los dos de Estados Unidos que he consultado, que es una desgracia que haya perdido Clinton, o que haya ganado Trump que viene a ser lo mismo, y en ese caso a mi me viene a la memoria la frase de un general de ese país, frase que no voy a citar para no incurrir en delito de odio, pero que si voy a parafrasear, “el único presidente bueno de los Estados Unidos es el que ya está jubilado”. Es decir, que puesto en la tesitura de elegir entre Clinton o Trump, yo me sumo al voto de Susan Sarandon que le votó al Partido Verde, partido del cual desconozco su programa por completo, pero seguro que es mucho más presentable que el de Donald o el de Goldam Sachs (doña Hilary), que en su propia web reconoce que “La compañía ha participado en los procesos de privatización de las mayores empresas españolas, como Repsol o Telefónica y, más recientemente, en la reestructuración del sistema financiero español”. Verde, voto verde y que sea lo que Dios quiera.

 El sur también existe con todas sus miserias, que las tiene, con toda su milenaria historia, con su influencia y su papel en la historia de esta Europa del Norte y del Sur.
 Sur, una vieja dama desposeída de todas sus riquezas, una vieja loca de la que se ríen los niños y los hombres sin alma, pero que aún conserva su dignidad y recuerda, perfectamente, lo que ha sido y no se lamenta porque sabe que forma parte de la historia que unos imperios sucedan a otros, que, después, también se desmoronarán. Que no sé si es cierto, pero que, como remate de esta mirada de hoy, creo que no está nada mal.