Ya casi no entiendo nada


 Afortunadamente soy lo bastante inteligente como para ser consciente de mis limitaciones intelectuales.

 Con lo cual no creo caer en el error de suponer a éstas especialmente elevadas; antes bien sé que estoy entre los mediocres, que somos aquellos de escasas dotes intelectuales que no destacamos en ningún campo. No todos podemos ser como Felipe, que “está muy preparado”, sin que se sepa muy bien para qué.

 Pero es que además vivimos tiempos acelerados y cambiantes en los cuales se necesitan facultades intelectuales muy avanzadas para aprehender la realidad, para captarla en todos sus detalles; una realidad cada vez más cambiante y esquiva en la cual quienes ayer lanzaban dardos contra el supuesto deseo de la presidenta de nuestra autonomía de ocupar la secretaría general de su partido, hoy le arrojan vituperios e invectivas por no hacerlo.

 No me alcanza el intelecto, tampoco, para entender cómo se puede ser a la vez republicano y partidario de la monarquía parlamentaria y aquí recuerdo ese magnífico bolero de Machín. “como se puede querer dos mujeres a la vez y no estar loco” o, mejor dicho, entendería lo de lealtad institucional hacia unas instituciones que nos hubieran llevado al pleno empleo, y a todas esas situaciones que reivindico en casi todas mis miradas y que suponen el total disfrute de las posibilidades de la vida. Pero en una España en la cual se dice que dar de comer a los niños en el verano en el comedor del cole, supone visualizar demasiado la pobreza, lo que dan ganas es de mandar la lealtad a las instituciones responsables de tal estado de cosas a las antípodas, por decirlo con cierta elegancia.

 Supongo que también debe ser que me estoy haciendo mayor y tal vez esa sea la causa de que cada vez entienda menos a esta patria mía y a sus gentes capaces de tirarse a la calle, “por el fútbol y por las procesiones”, como me comentó una vez una amiga y permanecer sumisa y callada viendo como nos esquilman los bolsillos, los derechos, el estado del bienestar y todo cuanto la lucha del pueblo en las calles, con sus muertos incluidos, trajo mucho antes de la muerte del dictador. La transición fue necesaria porque el régimen de Franco tenía una amplísima contestación dentro y fuera del país, porque las luchas obreras y estudiantiles hacían que fuese imprescindible un sistema democrático asumible para los Estados Unidos. De no haber sido Suarez y Juan Carlos, ya hubiesen buscado a otros. Para llegar a donde querían que era con España en la OTAN, escalera para alcanzar esa pera madura que era entrar en el Mercado Común, que dijo un dirigente del PSOE de Granada en un mitin en Alhama, hace ya algunas décadas…

 Y creo que en este momento estamos en una situación parecida en la cual, tal y como están las cosas, no podemos seguir, y llamar a que todo siga igual me parece suicida.

 Es hora de que los partidos de izquierda solventes se replanteen muchas cosas, es hora de que quien asuma el liderazgo de lo que va quedando del PSOE se aleje de este camino hacia la derecha que nos está llevando a casi todos los españoles a cotas de dolor y miseria que deben avergonzar a todo el que tenga alguna responsabilidad en ello. Se trata de optar claramente entre servir al pueblo, que es para lo que debe servir el estado, o continuar sirviendo únicamente a la minoría más privilegiada.