Reflexiones sobre información y opinión



 Por lo general suelo dejar mi mirada para casi el cierre de la edición, no por pereza o desidia (aunque no soy partidario del estajanovismo, precisamente) sino por ver lo que la actualidad da de sí.

 Ayer sin embargo creí que la imputación de una hija del jefe del estado y lo que afectaba a "la marca España", eran un buen motivo para reflexionar y escribí un artículo titulado ¿Marca España? en el que sobre todo comentaba que lo de "marca España", parece más considerar el país como un empresa particular, que como lo que es, la patria de todos los que no pueden se otra cosa, que dijo Cánovas del Castillo. Hoy la actualidad ha hecho que el artículo, escrito ayer por la noche, esté ya desfasado con la suspensión de la declaración de la infanta, mientras se resuelve la apelación del fiscal ante la imputación.

 Lo cual me resulta fascinante, no que mi mirada quedase obsoleta en cuestión de unas pocas horas, sino en el hecho de lo rápido que avanzan las noticias y el conocimiento de las mismas a través de Internet .Vivimos rodeados de información y opinión y estas se suceden a un ritmo difícil de seguir, mas aún cuando se dispone de escaso tiempo de ocio que dedicar a la información diaria de forma sosegada.

 Y de esta dificultad se aprovecha el sistema a través de los medios de comunicación para influir en nuestro pensamiento, en nuestros deseos, que afectan al consumo, y en nuestra visión general del mundo. Antes he dicho que vivimos rodeados de información y opinión, lo que resulta totalmente cierto; lo que cabe preguntarse es hasta que punto es información veraz y de calidad, contrastada y honesta y donde empieza la manipulación, cuando no directamente la mentira o la falsedad.

 Me pregunto hasta que punto resultan fiables las informaciones de las ruedas de prensa de nuestro presidente del gobierno, efectuadas por medio de un televisor de plasma. No porque las informaciones ofrecidas de este modo puedan ser menos fiables que de forma presencial; lo que me cuestiono es el hacer de los periodistas que aceptan participar en una rueda de prensa en la que ven una tele y no pueden hacer preguntas. Yo, personalmente me sentiría ridículo ante algo así. Pero claro, tengo la ventaja de escribir y colaborar en un medio privado y hacerlo de manera desinteresada, no me gano la vida con esto y puedo escribir con total libertad e independencia sin sujeción a ningún partido político, credo religioso ni interés privado alguno. Tengo mi ideología y mis convicciones, cosa que no niego, pero tampoco antepongo estas a la honestidad que asumo a la hora de opinar, que es la de hacerlo desde la veracidad de cuanto digo o afirmo. Como todo el mundo me puedo equivocar y me equivoco, pero estoy razonablemente convencido de que mis opiniones parten de hechos que yo considero ciertos y, siempre que es posible, procuro contrastar las informaciones en varios medios.

 Creo que es el mínimo respeto que les debo a la gente que cada semana tiene a bien leer y comentar, en algunos casos, estas miradas mías.