¡Felices fiestas!



A  pesar de que el año que despediremos no ha sido de los más afortunados, y de que para el que viene las cosas no pintan mejor, o tal vez por eso, deseo a todo el mundo lo mejor.


 De un tiempo a esta parte es costumbre criticar las Navidades por su consumismo y su, dicen algunos, felicidad impuesta; en mi caso reconozco que estas fiestas me gustan y me han gustado siempre. Y mucho más desde que descubrí su origen pagano. Antes de quejarme de que en estas fiestas se gaste en regalos y comidas, me alegro de ello. Considero que  vivir implica el desarrollo de todas las  posibilidades que la vida ofrece, y  entre estas está el gozar plenamente de cuanto pueda ser gozado sin perjuicio y menoscabo de terceros.

 Es cierto que este mundo es un valle de lágrimas, pero también es cierto que existen las sonrisas, las risas, los abrazos amistosos y fraternales y el compartir junto a los seres queridos los turrones, mantecados, langostinos y lonchas de jamón.Que para eso es Navidad y algún gasto extra siempre nos podremos permitir.

 No olvido el carácter religioso de la Natividad para los creyentes. Nada menos que el nacimiento de Jesucristo, lo cual debe ser motivo de alegría y exaltación de todos los aspectos de fraternidad y caridad que el mensaje de cristo tiene; caridad entendida como amor desinteresado a los demás, que en mi modestísima y agnóstica opinión es el verdadero centro del mensaje evangelico: Si todos somos hijos del mismo Padre, todos somos hermanos. Ama y haz lo que quieras, que dijo San Agustín."amaos los unos a los otros como yo os he amado",dijo Jesús.

 Sea como sea lo que sí es cierto es que deseo para todo el mundo, independientemente de su credo religioso, que estos días sean especiales y que el nuevo año sea el del inicio de la recuperación económica y nos traiga a todos al menos el pan nuestro de cada día , la paz y una razonable salud con la que disfrutar de pan y paz. Así sea.