La que habéis liado, pollitos.
Creí que podía retirarme un tiempo para dedicarme con el necesario sosiego a altos estudios eclesiásticos, religiosos y filosóficos, que tanta falta me hacen para intentar comprender el mundo actual. Pero no.
A la vuelta del breve espacio de tiempo en el que he tenido firmas invitadas habéis conseguido dejar a media Europa sin luz, dejar morir a un papa, elegir otro y crear un micro caos ferroviario a cuenta de “robar” cable de cobre de puntos estratégicos para crearlo. Eso por ahí fuera.
En lo que concierne a la sombra del campanario que nos acoge, nunca mejor dicho, anda el personal molesto por la falta de explicaciones de los expertos en tales cuestiones que han venido y se han ido sin decir esta torre es mía. Que tampoco creo yo que estemos tan acostumbrados a explicaciones prolijas por parte del Grupo de Gobierno.
Dado que últimamente tiendo a ser mal pensado, mucho me temo que lo que pasa aquí es que solución hay, pero tan gravosa que, esto lo he escrito antes, las partes implicadas están como los personajes de ”El bueno, el feo y el malo”:
Es decir mirándose unos a otros a ver quien es el primero en sacar, no el revolver si no la pasta. Y todos diciendo como la negra del poema de Nicolás Guillén: https://www.poesi.as/ng3006.htm.
Y no es que tales cuestiones hayan pasado desapercibidas en Gaza o en cualquier lugar donde la ira homicida sionista se deja sentir, pero, ha sido muy minimizado el impacto porque el ruido de bombas y drones molestaba bastante el poder concentrarse en ver hasta donde llegan los horrores que los europeos blanquitos podemos soportar estoicamente.
No crean por el tono que empleo que me tomo las cuestiones a la ligera. Sucede más bien que como afirma el decir popular “El español cuando canta...” y que el payaso mas triste y desgraciado es el que suele hacer reír más. En este caso asumo el rol del payaso, aunque dudo que haya un sólo habitante de la “La Piel de toro” que no haya sido, metafóricamente, sodomizado por alguno de los poderes públicos y privados que asolan esta tierra desde mucho antes de que Escipión pusiese los pies, y las legiones, en lo que llamó Tarrraco.
Si tengo que decir cuales son esos poderes, publico y privados, es que mis miradas a lo largo de este tiempo no han servido para nada, excepto tal vez como desahogo de mis berrinches. Que, a fin de cuantas, ya es suficiente.
Mientras me voy acercando a los quince años, creo, publicando en esta casa, es poco lo que espero para mí, casi todo lo material lo tengo ya o ya no lo voy a tener nunca y en cuanto a los bienes no lujosos ni fastuosos tengo algunos amigos, unos cuanto libros por leer y pan que llevarme a la boca.
No es mi futuro el que me inquieta, sino el de las gentes que habrán de ser adultas de aquí a unos años y nos pedirán cuentas de lo que hemos hecho con la casa, la hacienda, el caballo y la pistola.
Y a ellos no va a quedar ni la voz profunda de la tierra:
“Franco
tuya es la hacienda,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción.”
León Felipe.