Contra toda nostalgia

Creo que todo esto empezó con la serie “Aquellos maravillosos años”.

 Con “todo esto” me refiero a esta bacanal de recordaciones ‘egeberas’, ‘ochenteras’ y afines que padecemos los que estamos bastante a gusto en los actuales días, sean las circunstancias que sean, entre otras cosas, porque no tenemos otros. Luego continuó con la serie española “Cuéntame”, continuadora de la tarea de teñir en tonos rosicler lo que tal vez, y digo tal vez, fue más bien en tonos grises o no tan rosáceos como nos lo cuentan.
 
 Yo, que fui niño de EGB recuerdo más los tortazos y vejaciones que los buenos ejemplos de unos profesores a los que mi memoria ha indultado y que tal vez añore, pero más que a ellos, añoro mi niñez, no por idílica, que no lo fue, si no por niñez. Incluso al que me llamó para decirme que mis padres se habían retrasado en el pago de la cuota “voluntaria” que daba derecho a una hora extra de clase (Ver aquí)

No seré yo quien niegue lo de los jamones antiguos, pero si diré que ahora es posible comer más jamón que lo era en los años de la hambre

 Me fatiga y me fatiga mucho este eterno denostar de todo lo actual, moderno y de ahora y ese elevar a los altares lo añoso, añejo y antiguo, modo de pensar según el cual el jamón de antaño era mucho mejor que el de ahora, el flamenco que se cantaba en los tiempos de Juan Breva superaba en todo a lo que se canta ahora, que como Led Zeppelin no hay nada y los actuales grupos son pálidas imitaciones deslucidas de la auténtica pureza de los setenta, pureza, oiga, mucha pureza.

 No seré yo quien niegue lo de los jamones antiguos, pero si diré que ahora es posible comer más jamón que lo era en los años de la hambre, incluso con la actual subida de precios es posible darse un capricho. Otrosí digo que para todas las músicas que uno quiera añorar, ahí tenemos todos los registros a mano para recrearnos con cantaores como Mairena, Camarón, Fosforito, Valderrama o la Niña de los Peines. Continúan sonando cuando quieras. Pero además tenemos a Ángeles Toledano, Beatriz Romero, o la enorme María Terremoto. Y si tiras por la música blues junto a los King, B.B, Albert y Freddie tenemos también, al alcance de cualquiera que tenga un móvil a mano, a Samantha Fish, Ana Popovic, Laura Cox (me gustan las pivas con guitarras) o Ben Poole, (su recreación, más que versión, de Hey Joe, es sencillamente genial). No sé si esta gente usa ‘amplis’ de válvulas carísimos o los usa de los más asequibles, que ese es otro tópico de estas gentes añorantes de todo lo retro, el sonido de lo analógico supera al digital, pero me temo que ni mi oído ni mi bolsillo me permiten analogizarme, mucho menos cuando era un jovenzuelo recién incorporado al mundo laboral que ganaba 1840 pesetas a la semana, por cuarenta horas de trabajo. Estaba yo para comprarme un equipazo y vinilos.

los primeros trabajadores marroquíes los conoció mi padre en el barrio barcelonés de Bellvitge, trabajando codo a codo. A principios de los años setenta

 Insisto, aunque me llaméis pesado, que ahora disponemos de un mayor acceso a la cultura, el ocio, la diversión, el disfrute, la sanidad y educación públicas, incluso con la crisis y la inflación y que en el peor de los casos, las ayudas públicas del Estado llegan a mucha más gente ahora que antes y que, a modo de anécdota, los primeros trabajadores marroquíes los conoció mi padre en el barrio barcelonés (concretamente de Hospitalet de Llobregat) de Bellvitge, trabajando codo a codo. A principios de los años setenta, poco más o menos.

 Lo antiguo que ha llegado a nuestros días ha llegado porque era, y es bueno, no porque sea antiguo porque la edad no da ni sabiduría, ni discernimiento, da achaques y dolamas e intentar evocar el pasado con los colores de ahora puede servir como juego o recreación; pero como plan político, como ideal de vida es, ciertamente erróneo.

 Como dijo el que lo dijo “Puedes intentar parecerte a tus hijos, pero no quieras que ellos sean como tú porque el tiempo avanza y no se detiene”