Votar con tranquilidad

 Y con la conciencia tranquila sin tener que dar explicaciones.

 Porque hay mucha gente que cuenta que es libre de votar a quien quiera, desde las elecciones de junio de 1977, concretamente, que no tiene que ser fiel a ningún partido (como sin el votar a unos u otros fuese una relación sentimental) y que todos los políticos son iguales. Y marean la perdiz para acabar concluyendo que ellos, o ellas van a votar a quien les parezca bien. Pero no dicen a quién, amparándose en el secreto del voto, con lo cual uno, que tiende a ser mal pensado (y con la edad cada vez más), llega a la conclusión de que igual es que les da vergüenza decir a quien van a votar. Que están en su derecho de sentir vergüenza, por supuesto.

 Yo no tengo inconveniente en reconocer que después de una larga carrera de votante del PSOE en esta ocasión voy a votar a la candidatura que en Granada encabeza Alejandra Durán Parra, Por Andalucía, porque creo que son los que defendiendo los valores que yo defiendo (que espero que sean bien conocidos) son, a la vez, claros defensores del republicanismo intelectual y platónico, el único que nos está permitido a los republicanos españoles.

No me arrepiento de haber contribuido con mi voto o militancia socialista, en otras ocasiones a hacer de Andalucía la tierra totalmente alejada de la que encontré a mi llegada hace casi cuarenta años: Una tierra atrasada en todo por completo. Falta mucho por hacer y ciertamente el gobierno de la derecha tricéfala no va a llevar a Andalucía a donde yo quiero que esté, o mejor dicho donde los andaluces nos merecemos estar.

 Pero ni este socialismo andaluz es el que yo he defendido ni su candidato es, todavía, la persona capaz de ponerse al frente de un proyecto creíble. Alguna vez puede que llegue su tiempo.

 Mientras tanto me puedo permitir votar alegremente e ilusionado a quien representa y defiende todos mis ideales. Y voy a votar sin tener en cuenta mis necesidades materiales, más allá de las de una razonable asistencia sanitaria que supongo garantizada a pesar del gobierno del señor Moreno Bonilla y sus socios, gracias al excelente trabajo de los profesionales del Servicio Andaluz de Salud, y al sistema que los sucesivos gobiernos de Chaves, Griñán y Susana supieron implantar en Andalucía con la ayuda de todos los profesionales de la salud pública andaluza, falta de medios y sobrada de trabajo.

 Otro tanto podría decir de la educación andaluza, si bien de esta última tengo menos referencias personales, pero no me cabe duda de que donde faltan medios o hay exceso de alumnos tampoco faltan las ganas de sus maestros de hacer su trabajo lo mejor posible.

 Por eso, porque no tengo deudas, ni económicas ni de ningún tipo, este domingo acudiré a la urna con la alegría de participar en una fiesta que sé que durará poco, hasta que, escrutada la última papeleta, mis esperanzas de una Andalucía mejor se vayan por el mismo sitio que los programas electorales, las promesas de Bonilla y los sueños e ilusiones de tanta gente que desde la izquierda defiende lo público frente a los intereses de quienes hacen negocio de todo. De la educación, de la salud, de la cultura, del cuidado de nuestras personas dependientes y de nuestros mayores.

 Yo, el domingo voto por Andalucía, más que por mí mismo o por mis intereses.