Las niñas ya no quieren ser princesas



Si vas a seguir con princesas y dragones, me avisas.

 
 Que me voy a ver un culebrón colombiano bien confuso y dramático y tú, ahí te quedas.

 No, es más bien a modo de homenaje a Sabina, que en los ochenta le puso letra a la música de Antonio Sánchez: “Las niñas ya no quieren ser princesas”. Y así sucesivamente. Y es cierto, o espero que lo sea, porque la realidad es que no hay suficientes príncipes para tanta niña como hay.

 Y tampoco creo que les haga falta para nada porque el mundo laboral está sobrado de profesiones a las que una niña puede aspirar. Que son todas las que en el mundo existen. Profesiones vedadas a las mujeres, que son las niñas que no querían se princesas en los tiempos de la movida y ahora deben andar por los cincuenta, creo que ya no queda ninguna. Y no porque nosotros los hombres se lo hayamos puesto fácil. Ni mucho menos. Son ellas las que a base de trabajo, esfuerzo, tesón e inteligencia han conseguido trabajar en aquello que les apetecía. Muchas veces desafiando las voces bien intencionadas (o no) de aquellos que les decían que eso no es para una mujer, o de aquellas, que también existen mujeres con una forma de pensar alejadas del siglo en el que estamos.


Podría seguir con la lista de mujeres de la Comarca de Alhama, o de muy cerquita, que trabajan en aquello con lo que han soñado

 Acabo de consultar mi lista de amigos del “Face” y, sin buscar nada especial, sólo la lista de amigos, me aparecen: una trabajadora del sector agrario, una colaboradora de la Cruz Roja, en funciones de administrativa, una actriz y cantante, una fisioterapeuta, una psicóloga, una empresaria y emprendedora del sector de la hostelería, otra emprendedora del sector de comercio, una licenciada en radiología y dependienta de farmacia, una empresaria innovadora. Podría seguir con la lista de mujeres de la Comarca de Alhama, o de muy cerquita, que trabajan en aquello con lo que han soñado. O casi. Y no es que yo seleccione a mis amistades por sus profesiones. Que también las hay limpiadoras, empleadas de comercio, ganaderas, taxistas y, en fin, trabajadoras en cualquiera de esos trabajos que han sido tradicionalmente calificados de “masculinos”. Y todo ello sin dejar de ser madres, en su caso, o amas de casa o lo que sea necesario para el buen funcionamiento y bienestar de sus seres queridos.


Trabajo pagado igual para todos y todas. Con los mismos derechos y obligaciones

 Para llegar a esto han tenido que recorrer un largo y difícil camino, no ellas personalmente, también todas las mujeres de pasadas épocas que han luchado por arrinconar a dinosaurios, serpientes, gente de mente cerrada y toda suerte de personas ancladas en el pasado, O peor aún, gentes que quieren que ese pasado regrese. Es necesario, en defensa propia que todos, todos y todas, caminemos juntos en esta lucha para avanzar otro trecho en ese camino que nos acerca a ese mundo que queremos en el cual hombres, mujeres, trans, binarios y todo lo que surja podamos vivir como queramos, con las necesidades básicas cubiertas con nuestro trabajo, Trabajo resultado de una educación igualitaria, de calidad, pública y gratuita. Trabajo pagado igual para todos y todas. Con los mismos derechos y obligaciones.

 No sé el recorrido que falta, pero sí que en esa navegación hay escollos y otros peligros. Pero también sé que ni ellas, ni nosotros, los hombres que aspiramos a ese futuro de auténtica igualdad, estamos solos.

 Oiga, joven ¿y por qué no publicó esto en su día, el ocho de marzo?

 Porque creo que todos los días son buenos para la lucha y el amor y no creo que haya que amar o luchar en un día específico.


 Hoy es el día, mañana es tarde.