Yo también fui un niñato



Como Gil de Biedma, y el resto de los jóvenes, yo también vine al mundo a llevarme la vida por delante.

 Reconozco abiertamente que fui un niñato, es decir un joven presuntuoso e inmaduro, afectado de esa enfermedad que se pasa con el tiempo y que es la juventud. Luego llega la vida, y te obliga a madurar y dejar de ser presuntuoso. O no, todos conocemos casos de gente muy mayor y muy poderosa que siguen siendo niñatos o, si se me permite el palabro, viejatos, es decir viejos que presumen de seductores de jóvenes. No he de criticarlos ni a ellos ni a las jóvenes. Entre adultos y con consentimiento pleno, cada cual haga lo que le satisfaga.

 De cualquier modo, yo no llamaría niñata a una señora de más de treinta años, casada y con tres hijos, aunque sí es un hecho que la supuesta niñata es mucho más joven que la periodista Isabel San Sebastián. Como lector de esta señora, cuando no pedían dinero en el ABC digital, me extraña esta salida de tono de una opinadora con la que estoy en total desacuerdo, pero a la que, hasta ahora, podía respetar por no formar parte de la misma muta (conjunto de perros que cazan juntos dirigidos por el mismo perrero) a la que pertenecen un nutrido grupo de periodistas más conocidos por insultar y encabronar que por debatir sosegadamente. No doy nombres por dejar esta sección lo más limpia posible.

...es tan absurdo en un país en el cual las gentes bien, admiran a la reina de España, con la excepción de Jaime Peñafiel
 En cuanto al otro argumento para descalificar a la ministra de Igualdad, que es la supuesta niñata, es tan absurdo en un país en el cual las gentes bien, admiran a la reina de España, con la excepción de Jaime Peñafiel, que poco más hay que decir. Tal vez sí añadir que hubiese sido más elegante decir conquistó el corazón de Pablo Iglesias y no la cama, como dijo. O igual queda un poco cursi lo de conquistó el corazón. Aun así, correría el riego de ser llamado cursi, antes que caer en la grosera zafiedad.

 Si no creyera que se puede criticar al poder y la clase política, malamente estaría haciendo lo que hago en este momento. Pero creo que bajar al nivel de la pelea tabernaria, cayendo en la grosería y la falta de respeto a la persona es erróneo. Se pueden y deben criticar las ideas, las opiniones, las acciones o inacciones de gobierno y oposición, pero si el único argumento que se puede aportar para descalificar es la edad de una persona o su pareja, se demuestra carencia de argumentos. Es cierto que luego dejó entrever que vivimos en una época dorada para las mujeres en la que ya están conquistados todos los derechos por parte de la mitad de la población, más o menos la mitad. Y, sin embargo, se siguen produciendo violencia machista, violaciones, discriminación salarial, micro machismos de todo tipo. Puede que en el papel seamos todos iguales, perro sólo en el papel.

...una desventaja si naciste en El Pozo del Tío Raimundo o una gran ventaja si tu alumbramiento tuvo lugar en una familia acomodada...
 La vida real nos pone de manifiesto que no es lo mismo nacer niño o niña. Incluso el lugar en el cual se nace ya supone, o una desventaja si naciste en El Pozo del Tío Raimundo o una gran ventaja si tu alumbramiento tuvo lugar en una familia acomodada de los años cincuenta de la feliz España de Franco, para los que nacieron en buena cuna, claro está.

 Se puede estar en desacuerdo con las medidas tomadas por la ministra, pero si en lugar de analizar las razones de ese desacuerdo se cae en descalificar a la persona por su edad, o por ser esposa del vicepresidente, como si Ana Botella no se hubiese visto favorecida por su matrimonio para alcanzar la alcaldía o hubiese otro modo de ser reina, si eres de cuna más bien humilde que conquistar el corazón de un príncipe. O de un rey en su senectud. Que hemos estado a las puertas de tener a Corinna como reina, si he de creer las noticias que se publican en los medios, generalmente bien informados. https://elpais.com/espana/2021-02-28/corinna-de-borbon-reina-de-espana.html

 Por lo que a mí respecta, lo único que puedo hacer es no contribuir al albañal en el que parece haberse convertido la prensa, algún tipo de prensa, por supuesto, intentando no caer en el insulto gratuito o la descalificación grosera. Aunque en el caso de hoy, debo decir que me ha costado trabajo.