Maestro Ibáñez



Esta es una mirada nostálgica y sentimental.

 Ya de mayor descubrí que la Editorial Bruguera practicaba con sus trabajadores y creadores la versión más pirata del capitalismo, que es la piratería con el escudo del Boletín Oficial del Estado. Pero de niño y de joven lector fui un asiduo de las publicaciones de esa editorial.

 Libros, pocos que no andaba mi bolsillo sobrado de dinero como para comprar más que alguno de vez en cuando. Tebeos, muchos y, como feliz lector de Bruguera pude comprar el primer número de la revista infantil Mortadelo en el cual los personajes Mortadelo y Filemón eran el reclamo principal, pero no los únicos.

 Casi nada nuevo puedo aportar sobre los dos agentes de la TIA, sobradamente conocidos por los españoles, y no españoles, desde hace más de sesenta años. Su humor, humor del absurdo, salvaje y gamberro me ha hecho carcajearme en mi niñez, Como todos los niños yo fui también absurdo, salvaje y gamberro, aunque los años han atemperado mi lado más salvaje y gamberro; no sé si ha sido así con mi lado más absurdo y surrealista.

La actitud del que sabe que la vida golpea una y otra vez, que en España los reyes son reyes vitalicios porque es lo que se lleva en otros sitios, que el salario mínimo no sube para que a la Patronal le cuadren los balances, que en este país existe la libertad de morirte de frío en la calle y tantas y tantas bofetadas, golpes, tropiezos y caídas con que la vida nos agrede
 Pero, con todo, creo que lo más agradezco de Ibáñez, lo que me hace llamarlo maestro es que, a través de las desgracias de los detectives, y casi de todo el que se acerca a ellos, quien quiera, puede acceder a una lección magistral de una forma de ser y estar ante la vida que, en mi opinión es bastante acertada para conducirse por el mundo: La actitud del resistente. La actitud del que sabe que la vida golpea una y otra vez, que en España los reyes son reyes vitalicios porque es lo que se lleva en otros sitios, que el salario mínimo no sube para que a la Patronal le cuadren los balances, que en este país existe la libertad de morirte de frío en la calle y tantas y tantas bofetadas, golpes, tropiezos y caídas con que la vida nos agrede. El resistente lo sabe, pero tras la caída se pone en pie nuevamente y en actitud, no desafiante, pero tampoco sumisa, espera a lo que venga. Aquí estaremos.

 Naturalmente esta filosofía de lo cotidiano, de lucha y resistencia, no me la formulaba cuando leía las desopilantes “aventuras” de los agentes de la TIA, o de Rompetechos o el Botones Sacarino. Pero son los años los que hacen que ese poso que estaba allí, en ese lugar que desde que Freud está de capa caída ya no sé si llamar el subconsciente o no, salga cuando hace falta. Cuando se necesita ánimo para seguir adelante, porque hay que seguir adelante. La rendición ante la vida no es aceptable para quien, como Odiseo, puede decir “Aguanta, corazón, que cosa más perra antaño has soportado”.

...creo que en estos días es más necesario que nunca sacar fuerzas de flaqueza y decir a la vida y a los 'trumpistas': Aquí estamos, dispuestos a lo que sea.
 De esos mimbres estaban hechos los hombres y las mujeres que en la larga noche del Franquismo aguantaron todo lo que fueron capaces de aguantar, y aún mucho de lo que ni siquiera sabían que eran capaces. Sólo la muerte pudo arrebatarles la actitud de resistencia ante las adversidades.

 Por eso, proclamo maestro a Ibáñez, como en su día ya lo hice con El Coyote y con el perro Agallas, porque creo que en estos días es más necesario que nunca sacar fuerzas de flaqueza y decir a la vida y a los 'trumpistas': Aquí estamos, dispuestos a lo que sea. Pero serenamente, con una sonrisa y sin descomponer el gesto.