Querido año 2021



Despido a tu antecesor sin ira. Con alivio, pero sin ira.

 A fin de cuentas, muchos de los males que a él se achacan no son si no la suma de nuestros errores, ignorancia, atrevimiento y pocas luces. No es culpa del año que nos comportemos como perfectos estúpidos y desafiemos a nuestros expertos en salud pública con el convencimiento de que nosotros sabemos más que ellos. Por mi parte, yo cumplo las instrucciones de mi Centro de Salud, al que sigo en redes sociales porque creo que los profesionales que aconsejan son bastante más expertos en temas de salud que cantantes bonitos trasnochados o cirujanos “prima donna”. Entre otras cosas porque los conozco, me han atendido muchas veces y sé perfectamente que aúnan la bonhomía con la excelencia profesional. Me he quedado con las ganas de escribir ‘bonfemía’ para referirme a las profesionales mujeres, pero la RAE no me deja.

Despido un año y espero otro que no sé si será muy distinto del anterior, pero quiero creer que sí. Y cumplo con la tradición de pedir cosas al año, como si éste fuese Amazon o algo parecido.
 Nada pido para mí, sabedor como soy de que mi deseo más profundo no se va a cumplir ya nunca más. Y para las fruslerías, libros, cosas con las que escribir, artefactos tecnológicos y otras menudencias me da con mi pensión. Si procuro no excederme mucho, como a todos los ciudadanos de este reino a los que no les alcanza el sueldo por más que lo intenten estirar, por otra parte.

 Tampoco voy a pedir nada de lo que pido siempre, que es mi escribir un pedir constante de una mayor aportación del erario público en gastos sociales. Tan fatigado estoy ya de pedir y no recibir, o de no recibir en la medida en la que creo que los españoles nos lo merecemos que hoy nada pido, tampoco en este sentido.

Podría pedir mayor sensibilidad para quienes nos gobiernan, un poco de calma y sosiego para los que opositan y mayor empatía de la patronal para sus trabajadores. Pero sé que también esta petición va a caer en saco roto, con lo cual me la ahorro también.
 Pero como quiere la tradición desear todo lo mejor a quienes nos quieren y, los evangelios, a quienes nos quieren y a los que no nos quieren, haré caso a la tradición y a los evangelios de forma que deseo todas clase de cosas buenas para mis lectores y para los que no me leen, para la gente de mi cuerda y para los de la cuerda derecha, para los anti vacunas y para los sanitarios que las ponen, para los carniceros y para los veganos, para los cazadores y para los animalistas, para Pedro y Pablo y para toda la oposición de derechas o de muy derechas. Para el entero mundo envió mis deseos de salud, paz, empatía, sensibilidad, justicia, comida caliente tres veces al día, un lecho confortable que acoja el cuerpo cansado. Y que ese lecho esté en una vivienda de la que no puedan ser desahuciados...

¡Ibas muy bien y ya te estás metiendo otra vez en política!

 Tienes toda la razón; pero ni el escorpión puede dejar de picar ni yo de dejar que se me vea el plumero, un plumero lleno de plumas rojas, amarillas y moradas, por cierto.

 Para todos, republicanos y monárquicos que este 2021 que empieza nos traiga lo mejor de lo mejor, o por lo menos alguna cosa buena que celebrar.