Soy un firme partidario de la austeridad



De la austeridad personal que me permite cambiar cachivaches, artefactos y lujosos viajes por tiempo.

 Naturalmente tengo todos los 'cacharrillos' que necesito, casi todos de gama más bien baja, convencido como estoy de que no necesito gastar mil euros en un teléfono inteligente para que se dé el caso de que sea yo más tonto que el artefacto propiamente dicho. También pienso que un reloj para dar la hora no debe valer su peso en oro, aunque no sea de oro.

 Claro que esta receta personal de austeridad parte de que tengo ingresos suficientes para vivir decorosamente, de que no tengo que pagar alquiler ni hipoteca y de que no tengo familia que dependa de mí para su sustento, circunstancias que siempre me han permitido gozar de una relativa libertad, que ahora que estoy prácticamente retirado del mercado del trabajo es casi total.

 Pero lo que para mí es aceptable, para otra gente puede ser una vida tristísima, y no seré yo quien recomiende mi forma de vivir a nadie, cosa que sí hacen todos los partidarios de la austeridad para los otros y la vida lujosa y regalada para ellos y sus allegados. Por eso soy de izquierdas, aunque personalmente no me considere pobre de solemnidad porque creo que eso de que es incompatible disfrutar de una vida acomodada con ser de izquierdas es algo profundamente erróneo, pese a formar parte de los tópicos populistas de la derecha. Tampoco creo que ser obrero y de derechas sea de ser tonto, porque un obrero puede perfectamente ser católico y de derechas y seguir haciendo su trabajo tan bien o tan mal como el de izquierdas.

Sí que soy un firme partidario de una educación gratuita y pública lo mejor posible para que tanto los hijos de la clase trabajadora como los del resto de las clases, compitan lo más equilibradamente posible a la hora de plantearse su proyecto de vida y dispongan de los recursos intelectuales suficientes para saber dónde están y, sobre todo, a dónde pueden llegar
 Sí que soy un firme partidario de una educación gratuita y pública lo mejor posible para que tanto los hijos de la clase trabajadora como los del resto de las clases, compitan lo más equilibradamente posible a la hora de plantearse su proyecto de vida y dispongan de los recursos intelectuales suficientes para saber dónde están y, sobre todo, a dónde pueden llegar. Normalmente si eres hijo de gente acomodada o más que acomodada la lucha por la vida será mucho más fácil que si no lo eres. Con lo cual el discurso de que el que sabe, se esfuerza y trabaja mucho consigue lo que quiera, por adversas que sean sus circunstancias, lo contemplo, no ya con cierto escepticismo, si no francamente con un desprecio total para quienes desde la altura de los áticos del Paseo de Gracia de Barcelona se lo recetan a los residentes en las Casas Baratas de Horta, de poco más de 50 metros cuadrados cuando se edificaron.

 También soy, y esta no es la primera vez que lo digo, ni creo que sea la última, defensor a ultranza de la medicina pública. La salud es un derecho esencial y por ahora tenemos profesionales que casi sin excepción están soportando falta de personal y faltas materiales supliendo las carencias con más trabajo y con el estrés añadido de los pacientes impacientes que vuelcan su enfado con quien menos culpa tiene, pero está más a mano.

Alguna culpa de esta situación la tendrán quienes venían a mejorar la caótica sanidad andaluza heredada de los gobiernos socialistas. Digo yo.
 Frugal soy en mi vida personal, austero y sencillo en mis necesidades, pero cuando se trata de la educación, la salud, la cultura y el bien común quiero lo mejor de lo mejor. Que para eso pagamos nuestros impuestos, aunque sólo sea el IVA. Y para pagarles el sueldo a los políticos que deben resolver problemas y no crearlos, que es a lo que parece dedicarse la coalición de las tres derechas andaluzas, por lo que se ve y se lee. Y se padece.

¡Delenda est Cartago, y pagad la Seguridad Social también con impuestos!



.... y en Alhama Comarcal.