La culpa fue del chachachá



Allá por los años ochenta, que tanto añoramos, el grupo Gabinete Caligari cantaba esta copla, que tanto se pinchaba en Radio Alhama, en la cual con símiles taurinos narraba un fracaso erótico festivo.

 Y de fracasos habla esta mirada mía de hoy entre desengañada y socarrona; pero nunca desesperada. Siempre hay tiempo para la esperanza, que no en vano, dicen que es lo último que se pierde.

 Escribo, naturalmente, sobre el fracaso de las negociaciones en las que confiábamos los que votamos a las izquierdas divididas para hacer frente a la derecha tricéfala, que, algo es algo, tampoco es que estén tan bien avenidas como quisieran. Pero es el caso que yo que en su momento voté para conseguir un gobierno progresista, de izquierdas, capaz de crear ilusión en la gente de España, que es, a fin de cuentas, quien tiene que llevar a cabo los esfuerzos necesarios para resolver los problemas, me he quedado al borde de un ataque de nervios al ver mis ilusiones perdidas por culpa del enorme ego de uno y de la tremenda ambición del otro, Hablo, no podía ser de otra manera, de esa pareja con nombre de protagonistas de dibujos animados Pedro y Pablo que ya se han batido más de una vez, siempre con idéntico resultado para ambos dos y para la ciudadanía. Diríase que, como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer al amo y ellos se quedan sin gobierno y presidencia y nosotros sin más esperanza que la de que la llegada de septiembre ponga algo de cordura en los dos jovenazos en lucha.

 Para los pedristas, ojo, he escrito pedristas, que no socialistas, la culpa, toda la culpa es de ese lenguaraz de Pablo que pretendía un gobierno paralelo, un gobierno dentro del gobierno, pese a que al final se conformasen con las políticas activas de empleo. “Sed realistas, pedid lo imposible”, gritaban los jóvenes estudiantes parisinos en mayo de 1968, Pero desde ese mayo hasta este julio ha llovido mucho y hoy como pidas un ministerio de más te sueltan desde la arrogancia “Renuncio a ser presidente, prefiero defender mis principios y a España”, que a mí, la verdad, me suena mucho a ese “están verdes” de la zorra que no alcanzaba las uvas.

 Para los pablistas la culpa es toda, absolutamente toda del enorme ego del presidenciable y del hecho, ellos lo han dicho, de que parece ser (lo de parecer ser es mío) que la patronal no ve con muy buenos ojos un gobierno en el cual los podemitas participen, ni siquiera como secretarios generales. Que no digo yo que no tengan sus razones los representantes de la patronal en desconfiar de los podemitas, de los sindicatos, de los socialistas y de todos los que le hacen la pascua pretendiendo sueldos que a ellos siempre les van a parecer demasiado altos; pero entonces que se presenten directamente a las elecciones y no deleguen en esa águila tricéfala de la derecha española, muy derecha y muy española. Naturalmente desde las filas socialistas han desmentido que las organizaciones empresariales hayan dicho nada sobre si podemos o no podemos.

 Eso es lo que, a grandes rasgos dicen desde las filas de uno y otro bando de posibles aliados en un gobierno de izquierdas que veo cada vez más lejano.

 Pero yo, que soy de natural conspiranoico, veo en el enfrentamiento las manos de la CIA, el Mosssad y El Club Bildelberg, por parte de los pedristas y de los servicios secretos rusos e iraníes por parte de los pablistas. O eso o va a ser verdad que la culpa de todo fue “del chachachá que tu me invitaste a bailar”.

 A veces, cuando nos supera la realidad, lo mejor es sumergirse de lleno en el absurdo, la astracanada y el esperpento. Un poco de humor, mientras esperamos que llegue septiembre.