Quiéreme, aunque te duela



No es la primera vez que se ha dicho que uno de los errores de las gentes de izquierdas de España ha sido dejar que nos arrebaten la patria los de derechas.

 Tal vez por el uso y abuso que hizo el franquismo de los conceptos de “patria”, “España” o “patriotismo” las izquierdas hemos tendido a rechazar las ideas de España, de patriotismo y de la bandera rojigualda, tan republicana ella, de la Primera República, como la tricolor. Nos hemos equivocado, evidentemente. España es de todos los que viven y trabajan en España, aunque los que menos trabajan, cotizan y tributan en ella sean, curiosamente los que más dicen amarla. Pero es con ese amor celoso, posesivo y agresivo del “la maté porque era mía”. Creo que me explico.

 Curiosamente esos amantes de España son los que más molestos se sienten con los españoles, especialmente con los políticos españoles, muy especialmente cuando pierden las elecciones, como ha sido el caso reciente, que ha llevado a uno de esos españoles a proclamar que, si gobiernan en España el PSOE y Podemos, él pide asilo político en Somalia. Pues eso, que España limita al norte con Francia, al sur con África al este con el Mediterráneo y al oeste con Portugal. Todas dignísimas salidas para todo aquel que no aguante lo que piensa y vota la mayoría de los votantes y crea que el voto popular lesiona sus intereses. Carretera y manta y tirad millas.

 No hace tanto que la voluntad de los andaluces puso a la combinación más reaccionaria de la historia reciente de Andalucía en el gobierno y yo, aquí sigo a gusto y contento, firmemente convencido de que las ventajas de vivir en mi pueblo, por cierto también gobernado por los populares, superan, en mucho a los inconvenientes. Y quien dice pueblo, dice comunidad y dice país, patria. España.

 Naturalmente hay motivos para el dolor en nuestra patria, nuestra, es decir de todos. Naturalmente hay muchos problemas por resolver, asuntos pendientes y cuestiones que causan dolor e indignación. Pero a pesar de todo creo que hay muchas más razones de todo tipo para desear seguir morando en este viejo rincón del sur de Europa que ha dado tantas cosas al mundo. El idioma español, hablado por 572 millones de personas, según el Instituto Cervantes, idioma que incluye palabras como guerrilla, guerrillero o liberal, asumidas ya por otros idiomas. La diversidad, una sola España, pero multitud de paisajes, de lenguas y variedades dialectales, o como se llame ahora, de culturas, de gastronomías, de climas. El Quijote, los sonetos de Quevedo, la filosofía de Séneca (sí, es cierto que Séneca no era español, si no de la Hispania Ulterior, pero para mí, sigue siendo un compatriota que hablaba en latín). Y todo ese mundo que ellos llaman “La patria grande”.

 Como en la canción de Sabina, nos sobran los motivos para estar dolidos por los problemas de España, pero al que no le guste estar aquí por el gobierno de turno, antes ya he dicho lo que tiene que hacer, coger la puerta que aquí no se retiene a nadie a la fuerza.

 A los demás, a los españoles de izquierda, de derecha o de centro que respetamos, aunque no nos gusten siempre, los resultados electorales; a los que conocemos o vamos conociendo nuestra historia y reconociendo en ella nuestros problemas de ahora, que eran los de antes, nuestros errores de ahora, que ya lo fueron en el pasado, pero que a pesar de todo, creemos en la idea de España como casa común de todos los que aquí viven y trabajan, nos podemos aplicar una hermosa canción de Luz Casal, con algunos de sus versos pongo fin a esta mirada:

Quiéreme, aunque te duela...
quiéreme, aunque te duela...
sé que no resulta fácil,
pero es mejor así:
debemos hacernos dignos
tú de mí y yo de ti.