¡Qué solo se queda El País!



Y junto con el rotativo madrileño, solos se quedan los Blasillos, las Blasas, Vicente y Concha, los funcionarios, las mazizorras de increíbles muslámenes…

 Toda la prensa coincidió ayer en llamarlo “humorista gráfico”, algo en lo que no estoy totalmente de acuerdo, no eran sus dibujos únicamente los que contenían esas dosis de humor necesarias para afrontar el día a día. Como Chiquito, pero muchos años antes, el humor estaba en la literatura que encerraban los bocadillos, y en esas palabras que no sé si inventó o recogió de la calle, esas expresiones auténticamente forgianas como “gensanta” “incredibol” o tantas y tantas otras. Toda la prensa ayer coincidió en publicar el mismo artículo, supongo que, de agencia, que contaba lógicamente las mismas anécdotas y la misma biografía, como si cincuenta años o más de trabajo diario pudiesen resumirse en las pocas lineas de un artículo.

 No voy a decir que recuerdo el primer editorial que leí de Antonio Fraguas, porque es imposible que lo recuerde. Estuvo siempre ahí, en esos ejemplares de Diez Minutos, Hermano Lobo, Por favor, Interviú... que, no sé cómo llegaban a mis manos. Y si no he dicho viñeta, ni chiste si no editorial es porque siempre he considerado que muchas veces, casi siempre, sus viñetas expresaban mucho más y mucho mejor que los más sesudos editoriales. Porque lo hacían desde la sencillez, la ternura y la hombría de bien. Forges era una buena persona y transmitió esa bondad a sus criaturas. Lo que no le impidió ser crítico, incluso muy crítico con todo aquello que debía ser denunciado en nuestra sociedad, no es un humor complaciente ni grotesco o caricaturesco el humor de Forges. Todo lo contrario del mal gusto apabullante y “delezneibol” que asoma en prensa y redes sociales las más de las veces.

 Se queda solo El País, que ha pasado de ser un referente en la prensa libre y crítica de nuestra España a convertirse en uno más de los portavoces oficiales de las verdades oficiales. Siempre la verdad oficial es lo contrario de la información real, únicamente la viñeta de Forges me hacía entrar en ese diario que fue uno de mis referentes culturales y periodísticos.

 Como lo fueron en su momento las revistas Interviú, que reconozco que en primer lugar me atrajo por los desnudos que publicaba y que después, fue otro de mis referentes por las firmas que en esa revista publicaban, que creo, eran de las mejores del país y lo seguirán siendo durante mucho tiempo. Vázquez Montalbán, Emilio Romero, Vizcaíno Casas, Antonio Álvarez Solís y suma y sigue. Conoció el declive la revista que dejó, es un decir, paso a la revista Tiempo, otra de las desaparecidas en estos últimos tiempos.

 Y ahora la muerte inesperada de Forges nos priva a muchísima gente de ese momento de ver “lo que cuenta hoy Forges” y de empezar el día con una sonrisa, una carcajada o una reflexión profunda. O todo eso a la vez.

 Como todos sus lectores tengo una deuda con él, y no únicamente por todo lo que ha aportado a mi vida, esa compañía diaria matinal, si no por ser un auténtico ejemplo a seguir en lo que a integridad, honradez y bonhomía se refiere. En lo que respecta al talento para analizar y sintetizar la realidad cotidiana, a lo largo de más de cincuenta años, ahí es casi imposible llegar y más vale no intentarlo siquiera.

 Mi más sentido pésame a sus deudos físicos y reales y a todos esos personajes que ya forman parte del patrimonio cultural de todos nosotros, porque en el fondo, todos somos Blasillos o Blasillas, Marianos, Conchas, Vicentes, cuñadas insoporteibols, funcionarios ejemplares...Forges creó a sus personajes desde el mismo fondo del alma de nuestra querida, apenada, dolorida y sufriente España.