Guerreros del arco iris



De lo poco que ha llegado a nosotros de la sabiduría de los habitantes originales de Canadá y Estados Unidos, está la leyenda de los “Guerreros del arco iris”, que puedo escribir en español o en inglés “Raimbow warriors”.

 Lo que no me ha sido posible es escribirlo en lakota o cree que son las dos naciones americanas a las que se atribuye la leyenda de esos guerreros que han de venir cuando todo esté casi perdido para enseñarnos a vivir de acuerdo a las leyes de la Naturaleza, respetándola y no tratándola, no como la madre común que es, si no como a una fuente inagotable de recursos, que no es.

 Como al lector al que le cuento esta de indios más o menos le va dar igual, prefiero atribuir la leyenda a los lakota o sioux, más que nada por aquello de que son más conocidos.
De lo sioux podríamos aprender a valorar por encima de todo sus valores y tradiciones, que, según el trabajo publicado por Yolanda García Mansilla en la edición de Marzo de 2014 de la revista “Philológica urcitana” son:

 “VALORES Y TRADICIONES DE LOS LAKOTA-SIOUX Doce son los valores más destacados de la filosofía Lakota: humildad (Unsiiciyapi), perseverancia (Wowacintanka), respeto (Wawoohola), honor (Wayuonihan), amor (Cantognake), sacrificio (Icicupi), sinceridad (Wowicake), compasión (Waunsilapi), valentía (Woohitike), fortaleza (Cantewasake), generosidad (Canteyuke) y sabiduría (Woksape). Las virtudes principales son la humildad, la generosidad, la fortaleza, la valentía y la sabiduría. Esta última es el conocimiento combinado con la experiencia. Un hombre o una mujer son considerados hokshila (niño) o wichinkala (niña) hasta que se hacen wičháȟčala o winúȟčala (hombre o mujer con sabiduría que es muy querida). Estas palabras implican que uno ha alcanzado la edad de la sabiduría y ha adquirido verdaderamente el conocimiento de la filosofía Lakota y experimentado ese conocimiento. Los atributos de la sabiduría son la educación, el conocimiento y la experiencia”.

 Además, profesaban los lakota, como todas las naciones de toda la América del Norte, (Estados Unidos y Canadá) un profundísimo respeto por la Naturaleza, que era la proveedora de todo la necesario para la vida, “de abajo en la tierra, de arriba en el cielo”. El papel de los humanos, según esa sabiduría era el de respetar, preservar y legar la tierra, la Naturaleza, a los descendientes. Nada que ver con los usos y costumbres de los que se apoderaron de los territorios de esas naciones.

 Pero todo este largo preámbulo me sirve para decir al lector que yo conozco, al menos a dos Guerreros del arco iris que poseen todos y cada uno de los valores que arriba quedan expuestos, y muy principalmente los esenciales: Humildad, generosidad, fortaleza,valentía y sabiduría. Son, además, compañeros de esta casa, Alhama comunicación y doy fe de que tienen tosas esas virtudes y otras como el ser excelentes compañeros y, una virtud para mi esencial, tienen un gran sentido del humor. Para no marear más la perdiz diré de una buena vez que son Eli y Jesús, los corresponsales de Jayena de este medio.

 Lo de “Guerreros del arco iris” se lo tienen ganado a pulso por su amor por la naturaleza, por su sabiduría en entender que a veces es necesario contemplar los paisajes de nuestras Sierras Tejeda y Almijara e impregnarse de la grandeza los mismos, para comprender lo pequeños que somos nosotros, apenas una mota en el Universo y para relativizar todas las grandes aspiraciones y metas que nos imponemos o nos imponen. Jesús y Eli viven sencillamente de su trabajo, con el que pagan el pan que les alimenta y el lecho en el que yacen, educan a sus hijos y, los demás, les debemos cuánto escribe Jesús de su Jayena querida, estudiada y amada. Y a Eli y a él, también, les debemos todos los que los conocemos el hacer del mundo un lugar un poco mejor con su presencia, con su trabajo, con sus risas y con sus bromas. Porque, como toda la gente buena, como toda la buena gente, saben hacer de las bromas y las risas aire limpio que refresca y aleja el mal humor y no, como es tan frecuente, cruel dardo con el que zaherir.

 Los quiero a los dos y ellos lo saben, pero aun así creo que esa pareja de excelentes compañeros e inmejorables amigos se merecen que quede reflejado públicamente. Además, a ella le debo la foto que le he robado para ilustrar esta mirada.