Donde el viento toca el mar

Poemas y citas sobre el aire, el mar y la ausencia.

I. Te busqué en el aire
Salí a la calle
y el viento me hizo pensar en ti.
En cómo entrabas en mi vida
sin golpear la puerta,
como entra el aire en las cosas abiertas.

Y no sé si es memoria,
o si de verdad
hay pedacitos tuyos
flotando en el aire de julio.

Lo cierto es que respiré hondo
y no me sentí solo.

II. Preguntas al viento
Eché al viento preguntas y besos,
con la fe del que ya no discute.
Me devolvió los versos torcidos
y el eco de un “ya es tarde”... sin “pero”.

Pregunté al aire si aún me pensabas.
Me respondió con una ráfaga
que olía a ti,
y me partió el alma por la mitad.

A veces,
cuando nadie mira,
el viento
trae el perfume del alma.

III. Respirarte
¿Será que el amor, cuando deja la carne,
se convierte en vuelo, en perfume, en latido?
¿Será que te quedas, sin forma ni cuerpo,
pero en cada viento me hablas al oído?

Tal vez la respuesta no sea una frase,
ni un signo oculto, ni un punto final.
Tal vez tú eras aire, desde antes,
y solo ahora aprendo a respirarte.

IV. Mar sin fin
El mar…
tan solo azul y silencio.

No navega: sueña.

Y yo,
desde la orilla de mí,
lo miro temblar
con la luz más blanca.

En cada ola,
algo de mí se deshace.

Y el mar,
que no sabe de penas,
se lo lleva
dulcemente.

V. Lo que no cura el mar
Le tiré al mar mis heridas
como si el salitre pudiera curarlas.
Pero el mar no es padre ni dios:
es testigo que no olvida.

El mar me dolía como un padre ausente.
¡Oh agua sin lengua! ¡Oh boca que no grita!
Yo buscaba algo, tal vez mi muerte,
y hallé mi vida, empapada, temblando.

VI. El mar no tiene dueño
El mar, que es nadie y es todo,
no responde ni calla:
simplemente no tiene dueño.
Y ahí, sin verdad ni mentira,
fui libre por un instante.

VII. Frente al abismo
Frente al mar, combatí con Dios.
Le grité: “¿Para qué esta sed de ser?”.
Y el mar, testigo eterno del abismo,
me devolvió mi voz… y su silencio.

VIII. Citas sobre el mar y el aire

Mar

Quien contempla el mar aprende a callar con belleza.
El mar no tiene memoria, pero su oleaje recuerda lo eterno.
Le conté mis dudas al mar y me devolvió preguntas más limpias.
No hay tristeza que no suene mejor con un poco de viento salado.
En la orilla, uno se siente menos solo: el mar también espera.
El mar no enseña caminos: solo te deja partir.
El alma que no se atreve, no oye al mar cuando llama.
Cada ola borra el ayer, pero vuelve con la sed.

Aire

Buscar en el aire es confiar en lo invisible.
Donde el amor no se ve, a veces vuela.
Si no encuentras a quien amas, respira:
tal vez está en el aire.
Nadie ha cruzado el mar sin perder algo de sí.
El aire es alma sin cuerpo que pasa entre las cosas.
Respirar es aprender a tocar lo invisible con fe.
Todo lo que amamos verdaderamente tiene algo de aire.
A veces, el aire sabe más de nosotros que nosotros mismos.
El viento no se ve, pero deja en las flores la huella de su paso.
El aire no resuelve nada, pero ventila el alma.
Hoy el viento me recordó a ti. O quizás fui yo que quería acordarme.
El aire se lleva lo que no supimos decir.
Si algo no se ve y aún así nos cambia,
tal vez sea amor… o viento.

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