No era la noche. / Era otra forma del mundo, / más desnuda, / sin deseo ni miedo.
Vendrá ella...
La vi cruzando el arroyo
con los pies entre la bruma,
llevaba un pañuelo claro
y una rosa sin espuma.
No miraba hacia la orilla,
ni al almendro ni a la luna.
Su andar era tan despacio
que dolía la dulzura.
No me habló con voz sonora,
ni ofreció beso ni ayuda.
Pero al pasar por mi lado,
sentí que el alma se me iba.
Desde entonces ya no temo
a las horas, ni a las noches, ni a los días,
porque sé que al final
de mi canto vendrá ella…
sin ninguna prisa,
con los pies entre la bruma,
cruzando el arroyo,
con un pañuelo claro
y una rosa sin espuma
Entró como entra el silencio
I
¿Viste en la tarde cómo se apagaba
el oro último que el cielo daba?
Así se borra un nombre en la ventana,
así se enfría un beso.
No suena el paso, y sin embargo cruza.
No hay labios, y sin voz nos dice: “vengo”.
¿Quién? No lo sé. Pero al tocar mi nuca,
calló el almendro.
No era la noche.
Era otra forma del mundo,
más desnuda,
sin deseo ni miedo.
Entró como entra el silencio
por los resquicios del alma.
Y lo entendí todo:
ya no se trataba de vivir,
sino de haber sido.
II
Cuando me canso del mundo
y del peso de mi sombra,
sé que estás sentada
en el umbral de mi sueño.
No haces ruido.
No me apuras.
No me exiges nombres ni promesas.
A veces —cuando la noche es más delgada que el aire—
escucho tu vestido
rozar el borde de mis latidos.
No vengas todavía.
Pero no te vayas.
Soledad
En la orilla de mi alma encallada,
duerme un dolor que no quiere morir.
¡Ay! que naufragué sin viento ni cielo,
y sigo a la deriva de este desvelo...
Soy un barco sin agua, sin vela,
sin puerto ni viento que me nombre.
El silencio me arruga por dentro.
Y yo,
sin nadie,
tan mío.
No me lloro.
Me habito.
La soledad —esa bruma que no pesa—
me crece por dentro como un árbol sin hojas.
La soledad duerme en mí.
No en el alma,
ni en la carne.
En mí.
No es tristeza.
Es algo más blanco, más hondo.
Algo sin bordes.
Como el mar cuando se calla.
Ella no llega.
No parte.
Me respira.
Y yo,
no sé si soy isla,
barca,
o sólo agua sin forma.
A veces canta.
No su voz.
Su eco.
Y yo la escucho.
Con la espalda al sol
y el pecho lleno de marea.
Despierta la mañana
Despierta la mañana,
pálida y lenta,
como el alma que vuelve
de un sueño que no recuerda.
Todo calla.
Ni el aire se atreve a moverse
por miedo a quebrar el instante.
En el cielo, un azul indeciso
tiembla entre nubes que no terminan de irse.
Y yo la contemplo,
solo,
como quien escucha
una voz antigua
que no sabe si fue suya
o del silencio.
Versos y rimas breves y proverbios líricos (II)
1. El día llega desnudo,
como el alma cuando ama.
2. Una hoja cae tan leve…
que el cielo apenas lo nota.
3. Todo es nuevo si lo miras
con la luz recién nacida.
4. No hace falta más que el aire
para escribir un poema.
5. La verdad no da respuestas:
camina contigo.
6. Cada paso que se olvida
también construye el camino.
7. No temas al campo seco:
es promesa de la lluvia.
8. La palabra que no dices
a veces es la más justa.
9. Todo tiene su dulzura
si se deja respirar.
10. Un instante tiene siglos
si lo miras desde dentro.
11. Nada pesa cuando amanece
y todo huele a empezar.
Hay silencios que abrazan
mejor que cualquier palabra.
12. A veces el viento duda.
Igual que yo.
13. Lo que empieza en lo pequeño
no siempre quiere crecer.
14. El día no me pregunta.
Me deja estar.
15
Hay luz que no alumbra.
Pero acompaña.
16. Me despierta la brisa.
O el recuerdo. O tú.
17. Fui verdad
una vez.
Sin querer.
El tiempo no es quien pasa.
Soy yo.
18. Llené mi vaso de dudas
y aún así tuve sed.
19. No quiero más respuestas.
Quiero paz.
20. Hay sombras que no vienen de la luz.
Vienen de dentro.
21. A veces no quiero entender.
Solo estar.
El amor no me dejó huella.
Me dejó camino.
22. Callé porque hablar
me alejaba.
23. Fui verdad durante un minuto.
Nadie lo notó.
Pero yo sí.
Me siento en mí
como un huésped distraído.
24. No soy lo que ocupo,
soy lo que falta.
25. Escuchar no es callar.
Es abrirse.
26. Hay preguntas que el silencio
responde mejor.
27. A veces una palabra
basta para cerrar una herida.
O abrirla.
28. La noche no termina:
solo cambia de forma.
29. No todo lo que espero
me espera a mí.
30. A veces el reloj y yo
nos mentimos.
31. Algunas verdades
no caben en una palabra.
32
Hay noches que no terminan.
Solo se disfrazan de día.
33. Dormí en pedazos.
Me desperté roto.
34. No todo lo que hice mal fue error. A veces fue humano
35. Si pudiera volver,
tal vez no sabría qué cambiar.
36. Estar solo no es ausencia. A veces es el único modo de escucharse.
37. El amor no se explica. Se padece, se goza, se atraviesa
38. El amor no sana.
Pero abraza mientras duele.
39. Amar fue entregarme
sin saber qué daba.
40. No sé qué me diste.
Pero me cambió la piel.
41. El amor no es justo.
Pero es intenso.