¡Qué inesperada forma de acabar o empezar el año! Todos corriendo y aquello ardiendo. Si la celebración con los amigos de la Nochevieja iba a ser eso, mejor era ya dejarlo para bastante más adelante, para cuando tuviésemos unos cuantos años más.
¡Qué inesperada forma de acabar o empezar el año! Todos corriendo y aquello ardiendo. Si la celebración con los amigos de la Nochevieja iba a ser eso, mejor era ya dejarlo para bastante más adelante, para cuando tuviésemos unos cuantos años más.
“Gloria a Dios en las Alturas y en la Tierra paz entre las personas”, las de buena y, también, a ver si mejoramos este mundo en algo, entre las de mala voluntad. Conozco, trato y sé de muchísimos alhameños que esto es lo que desean. Y no tan sólo en estas fechas en que se hacen comunes estos sentimientos, sino a lo largo de todo el año.
Nuestros abuelos, como tales, no tuvieron la suerte que tenemos los de hoy. Un niño, al nacer, no era usual que tuviese dos de sus cuatro abuelos. Menos aún a lo largo de su niñez y juventud, siendo excepcional que coexistiera con sus cuatro abuelos. Así, esta carta, más que por nuestros nietos, va por los que nos sentimos, gracias a ellos, dichosamente abuelos. ¿O no?.
No. No, nunca me extrañó que llorase tu madre cuando, quedando sobrecogida, contempló como las llamas comenzaban a abrazarte sin piedad, cual infierno, después de caer en la tentación, por única vez, en aquel momento. Pero es que, con el paso de los años, de tantos años, cada vez lo he ido comprendiendo mejor, más profunda y emocionalmente.
Mi razón esencial al escribir "Azul paraíso" fue ir contra los que un día, por intereses económicos y políticos de varios corruptos, permitieron la construcción de un transvase para llevarse gran parte del agua para regar tierras distantes y no para tierras de Alhama al que pertenecía por nacimiento y curso el río, como tenía y podía haber sido.
Sí, vivíamos de una forma peculiar aquellos “Días de Todos los Santos”. Visitábamos nuestro cementerio, lamentablemente muy abandonado, recorriendo, entre descubrimientos y asombros el lugar. Sin darnos cuenta pisábamos algunas sepulturas, y revivíamos viejos relatos de muertos, a la vez que, tanto a la ida como a la vuelta, nos atiborrábamos de castañas asadas.
“Tontos, imbéciles y hasta mariquitas -por supuesto, con otra palabra que estigmatizaba profundamente en aquellos años- era lo menos que decían, se expresaban otras obscenidades que mejor no recordarlas. No teníamos más remedio que soportarlo. La verdad, no sé si tú llegaste a acostumbrarte a ello, yo tardé años”.
Lo tengo que decir, guste o no. Tú has sido una de las mujeres que me ha visto en pelotas, en pelota picada como se dice ahora, ¡vamos totalmente desnudo!. Siempre hemos tenido una entrañable amistad y confianza. La seguimos teniendo y, por supuesto, durará hasta que tomemos el camino hacia la otra Orilla. Seguro que, después -si el Creador me llama a la Vida, tú ya la tienes bien ganada-, continuaremos para siempre el afecto que nos profesamos.
“Jamás he olvidado, y han pasado algo más de cincuenta y cuatro años, aquella mañana en la que me diste la patada en los huevos. Físicamente, has sido el único que me ha propinado un contunden golpe en estos cuerpos redondeados. Simbólica y figuradamente son varios los que lo han hecho o, al menos, lo han intentado. Aún hoy en día me la sigue dando una que otra persona.”
¿Es posible que el tiempo no exista, que sea real aquello de que únicamente lo que hacemos es ir alargando nuestro devenir sobre un inmenso plano cósmico donde todo queda y permanece?.