¿Vivir o sobrevivir?

Sólo si los ricos comparten su prosa, podremos los pobres compartir nuestra poesía.

Sólo vivir, genera la esperanza que hace vivir.
Pero vivir, es mucho más que sobrevivir.
Decía Hölderlin, que se sobrevive en prosa y se vive en poesía.
 La vida prosaica, es la del trabajo, que nos procura vestido y sustento, la cualificación profesional, el cuidado y la educación de los hijos, la iniciativa empresarial, el comercio justo etc.

Vivir sin prosa es imposible

 La vida en poesía, es la que nos eleva por encima de los animales y nos permite cultivar los valores éticos, morales, artísticos, lúdicos etc. Es la que nos permite disfrutar del placer de las cosas pequeñas y cotidianas: una amistad, un libro, una puesta de sol, una poesía...

La vida sin poesía es invivible

 Pero la vida en prosa es también, la lucha por el poder a toda costa, la especulación, el fraude, la corrupción, la explotación laboral, el pragmatismo utilitario etc.

 La vida prosaica de unos pocos, que a ellos mismos les impide su propio desarrollo como personas, obliga a la inmensa mayoría a vivir a ras de suelo, angustiados por lo perentorio y primario e impedidos también en su desarrollo personal, al cerrar la vía al disfrute de los valores de la vida poética: el amor, la solidaridad, la fraternidad, el idealismo,
la fiesta, el arte, la poesía...

 El drama del mundo consiste quizás, en que los prosaicos privilegiados, impedidos en su desarrollo como personas, acumulan toda la prosa del mundo y desde esa situación de poder y privilegio económico, dictan leyes, imponen hábitos y organizan el mundo al modo y manera de sus intereses, promulgando dogmas celestiales y terrenales y conculcando y cambiando los derechos y valores de la mayoría. Confundiendo individualismo egoísta por solidaridad, libertad de elección de los privilegiados, por libertad de vivir para todos, competencia sana, por ley de la selva, igualdad de oportunidades, por oportunismo...

Siguiendo a Hölderlin,podríamos decir:
Los ricos no saben vivir en poesía.
Los pobres no pueden vivir en prosa.

 Sólo si los ricos comparten su prosa, podremos los pobres compartir nuestra poesía. De esta forma podríamos salir de las tinieblas que impiden crear una comunidad fraterna universal, basada en el amor, la compasión y la solidaridad, que nos permita a todos disfrutar plenamente, de una vida en prosa y una vida en poesía.

 No estamos pues, en vísperas de “la lucha final”, sino de la lucha inicial.

 Esa es la tarea.

Juanmiguel Ortigosa, Zafarraya.

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