Travesía senderista por las desconocidas aldeas axarqueñas de Alcaucín



La ruta se transcurrió con la salida desde el mismísimo mirador del Boquete de Zafarraya, desde donde podemos apreciar todo este valle, las aldeas, el pueblo de Alcaucín al pie de la Sierra Tejeda y los tremendos tajones calizos que forman esta orografía.




Hace ya casi un año que los senderistas alhameños descubrimos los encantadores paisajes de las aldeas de la Axarquía pertenecientes a la población de Periana, a la vuelta de aquella ruta a la aldea de de Guaro, nuestra vista aventurera se clavaba en el precioso valle que desde el camino de las antiguas vías del tren de cremallera, a modo de una atalaya sobre ese valle nos dejaba ver a lo lejos las casas blancas y lejanas que, perdidas en la distancia sembraban ese barranco, entre la hondonada cercana a la colgada carretera de Vélez y un enorme monte plagado de plantas de baja factura y pendientes almendrales, tapando la falda de Sierra Tejeda que emerge desde el valle del río Alcaucín.

La curiosidad,  por conocer los paisajes que conceden al hombre la facultad de apreciar esas bellezas, fue los que nos movió, para que en esta ruta número 11 de nuestra temporada, diéramos con nuestros huesos, mochilas, botas y demás “jarcheles” por estos desconocidos caminos y aldeas, para conocer su historia, a sus paisajes y a sus pobladores.

La ruta se diseñó con la salida desde el mismísimo mirador del Boquete de Zafarraya, desde donde podemos apreciar todo este valle, las aldeas, el pueblo de Alcaucín al pie de la Sierra Tejeda y los tremendos tajones calizos que forman esta grandiosa orografía que forma el llamado Puerto de Zafarraya a 915 metros de altura sobre el nivel del mar. Flanqueado a su izquierda en dirección a las Ventas de Zafarraya por el altísimo Tajo de la Cueva con 1.199 metros y de frente como si de dos titanes se trataran para defender esta entrada a la provincia de Granada, el Tajo de la Cuna de 1.113 metros.

La vereda comenzó cruzando el mismísimo puente que cruza la carretera, teniendo bajo nuestras botas el sendero de gran recorrido europeo denominado GR7-E4, que cruza esta zona en dirección hacia la Axarquía malagueña, este sendero discurre por la afueras de las Ventas de Zafarraya, pegado a la umbría que a esa hora de la mañana proporcionaba la sombra de la cara oeste de la Peña de la Cuna, hasta la pedanía de las Pilas de Algaida, donde abandonando la carretera en dirección este nos introducimos en el camino del cortijo de los Castillejos donde nos despedimos del GR-7, para comenzar ya en dirección sur a descender hacia la aldea de Espino.

En este punto el camino es en bajada cómoda y fácil de seguir, con los paisajes de la cercana Loma de la Mojonera (969 metros), a nuestra izquierda, y los tajones inmensos y ya bañados por la luz del sol del Hoyo del Limón (873 metros) a la derecha del sentido de nuestra marcha. La aldea de Espino está situada en la frontera entre las provincias de Granada y de Málaga, junto al Boquete.

Parecía desde la lejanía un pueblecito de cuento, recortando la silueta de sus casitas blancas contra el verdor del cerro de las Monjas (841 metros), que al sur lo acurruca en su falda. A esta hora de la mañana el silencio era quien habitaba entre sus calles, solo el chorrillo del agua de la fuentecita adosada a la pared de un muro a la entrada de la aldea, era el único sonido que se podía apreciar, además de nuestros pasos y el sonido de los bastones contra el limpio suelo de sus calles.

De Espino salimos por una callejuela que en bajada nos invitaba a seguir descendiendo, entre olivos y almendros vestidos ya de una primavera más avanzada que la que tenemos algunos kilómetros más arriba, ya lo comentábamos “esto es costa”, como se suele decir.

En este apacible descenso, el cortijo de Las Monjas se quedaba a nuestra izquierda, con los tremendos ladridos de un buen ejemplar de perro mastín, cuyos colmillos no dejo de enseñarnos tras la valla de hierro de dicho cortijo, hasta que paso el último senderista.

Siempre en bajada el paisaje, vestido de una arrebatadora primavera, se iba abriendo poco a poco dejando el cerro de la Loma de las Monjas a nuestra derecha y a la izquierda de nuestra marcha, los barrancos que abren el valle hacia el Puente de Don Manuel, desde donde las aguas de los ríos de Puente de Piedra, río Cárdenas y el río Alcaucín, van limando el terreno dejando sus firmas en la orografía de estas tierras, plagadas de casas por doquier dando a este paisaje entre los olivos, los almendros y la vegetación típica del monte bajo mediterráneo una visión bastante caótica, mezclando sin orden ni concierto casas, edificios y campos. Con el pueblo de Alcaucín y los pinares de su sierra, allí arriba, coronándolo todo.

El último cortijo al que se accede por este camino es el de los Llanos de las Majadas, perdido casi en el barranco, antes de bajar al mismo, el camino se pierde y termina transformándose en una antiquísima y desconocida vereda, que de frente y colgada sobre el barranco, su trazado desafía a la gravedad, dando la sensación al senderista de ir colgado sobre el inmenso barranco de Puente de Piedra, entre retamas, aulagas y plantas aromáticas. Caminar por este tramo fue bastante emocionante.

El final de esta vereda es una tortuosa bajada entre algarrobos y olivos. Donde aprovechando los caminillos de las cabras que se cruzaban por doquier unos sobre otros, bajamos hasta el camino principal y asfaltado que atraviesa toda esta zona y sube hacia el casco urbano de Alcaucín.

Aquí, hicimos una parada para reagrupar, cerca de la aldea de Las Huertas y delante de la hornacina que aprovechando una gruta de las muchas que hay por estos parajes, alberga la figura del Apóstol Santiago, venerado por los vecinos de esta zona baja del valle y que hace unos cincuenta años, estos lo rescataron y lo mandaron restaurar, lo mismo hicieron con otras figuras que estaban abandonadas en el obispado de la capital malagueña y que están repartidas por las diferentes aldeas en sus respectivas hornacinas a la entrada de las mismas.

Entre algarrobos y acebuches el río Cárdenas nos ofrecía un pequeño remanso de paz, tras este reagrupamiento y hacer algunas fotos de la gruta, en ascendente, cruzamos el puente sobre este río y tomamos el camino hacia la aldea de Los Cortijillos, donde haríamos nuestro descanso tras unas dos horas y media de camino.

Un sendero repleto de vegetación exuberante y sólo usado por el ganado fue la vereda a seguir hasta conectar con el camino asfaltado que nos llevó hasta Los Cortijillos, entre huertos de naranjos, limoneros y una tupidísima plantación de aguacates.

Delante de la pequeña ermita de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, bastante moderna en su arquitectura, y a esa hora cerrada, nos tomamos nuestro almuerzo a la sombra de los árboles que rodean la plazoleta donde esta se ubica.

Estábamos en el punto más bajo de la ruta. Hasta el final de la misma aún nos restaban unos ocho kilómetros aproximadamente y todo en subida. Nos pusimos en marcha por una pequeña callejuela que pasaba entre las casitas de la aldea, pudimos saludar a algún que otro lugareño, que con cara de sorpresa nos devolvían los saludos, por que suponemos que por estas callejuelas no era muy habitual ver a personas que no fueran conocidas, así dijimos adiós a la señora que estaba haciendo manojos de espárragos sentada en la puerta de su casa, al señor mayor que estaba a la sombra un poco más arriba, a dos señores que estaban afanados en su huerto, entre naranjos, al “guiri” que chapurreaba un hasta luego, sentado en el porche de una preciosa casa de madera y a su señora que detrás, estaba cuidando el jardín. Variopintos personajes que a lo largo de todo este tramo final y con la mayor de las tranquilidades nos saludaban al pasar enfrascados en sus quehaceres diarios.

Siempre en subida y como destino a lo lejos, los dos promontorios rocosos del Boquete de Zafarraya que cada vez se iban acercando más y más, conforme íbamos subiendo.

Nuestro camino iba atravesando una por una las aldeas de esta zona entre olivares, donde aun estaban en la recogida de sus frutos, almendros, preciosas casas con jardines y piscinas verdaderamente paradisíacos y elegantes, cortijos en ruinas, caminos decorados con piedras de colores, o casas con multitud de elementos decorativos en su sus porches, nos hacían olvidar paso a paso la tremenda subida que estábamos acometiendo por este viejo camino arriero, que no hace muchos años, era la antigua vereda del llamado Camino Viejo de Granada y que subía desde el fondo de este perdido valle, pasando por las aldeas de Venta Alta, Capellán, Los Pavitos, Zárate y Los Morales, y llegando hasta el mismo puerto del Boquete, para desde allí repartir los productos que transportaban los arrieros por toda la geografía alhameña, llegando estos hasta las mismas puertas de la ciudad de Granada, donde las naranjas, los limones, las algarrobas, las habas verdes y hasta el pescado fresco eran transportados y vendidos, para, a la vuelta traerse en las mismas recuas de borricos los productos que en estos valles escaseaban, los garbanzos, las lentejas, el trigo, la cebada y un largo etc.

Esta era la vida por estos caminos, esperemos que por lo menos su recuerdo y sus infinitas historias nunca se olviden entre los nuevos habitantes de esta preciosa zona.

A la sombra de la espalda de la última casa de Los Morales, hicimos otro reagrupamiento, poco a poco y pesadamente fueron llegando los senderistas, aquí arriba una sonriente y amable vecina nos dejó un vaso de cristal de aquellos del “culo ancho” de duralex, para ir ofreciendo a los que iban llegando un buen trago de agua fresca de la fuente que detrás de esta casa llenaba un pequeño estanque.

Buen sitio para que los veinte y nueve participantes en esta ruta nos hiciéramos nuestra habitual foto de grupo, entre la verde hierba y con el puerto del Boquete de fondo.

El remate de esta ruta estaba por llegar, el último tramo fue el más duro, puesto que la vereda se pierde y un camino hecho para entrar a un olivar fue la ruta a seguir, con un tremendo desnivel en los primeros metros, para poco a poco y a media ladera, ir suavizándose y ganar altura, hasta desembocar en la cuneta de la carretera de las Ventas de Zafarraya, sólo nos quedaba cruzarla y llegar hasta el mirador donde estaban nuestros coches, tras cinco horas y cuatro minutos de camino con nuestros descansos incluidos . Preciosa ruta por estos parajes axarqueños, allí mismo nos asaltó la idea de conocer las aldeas que están por encima de la carretera, las de la margen derecha, y las visitaremos, seguro, solo hay que ponerse manos a la obra.

Tras esta preciosa mañana de camino, nuestros compañeros de Zafarraya nos invitaron a pasar por las fiestas del Almendral, que nos pillaban de paso a la vuelta. La ruta se merecía un buen brindis, y qué mejor lugar que una popular celebración como la que nos encontramos, por lo que tras brindar con ellos con una cerveza fría en la carpa habilitada para la ocasión, nos despedimos de ellos y seguimos nuestro camino para casa.

Imágenes para recordar esta ruta



























¡Ojo al cambio de hora de la madrugdada del 26 al 27 de marzo!.
A las 2 de la madrugada son las 3.
(El reloj se adelanta una hora, por lo que podéis llegar una hora tarde si no os acostáis con la hora nueva)

     
  Próxima salida: Ruta número 12, de la temporada 2010-2011.
Sendero urbano por Granada: Albaicín y bosques de la Alhambra.
Fecha: Domingo 27 de marzo de 2011.
Hora de salida: 7 de la mañana.
Lugar de salida: Plaza Duque de Mandas.
Dificultad de la ruta: Baja.
Distancia a recorrer: Sobre 17 kilómetros.
Duración estimada (con desplazamientos y descansos incluidos): Sobre 8 horas.
Nota.- Desplazamientos a Granada en autobús, cedido al club senderista por la Diputación de Granada.
 
 
 
 
El club ruega encarecidamente se tengan en cuenta las siguientes normas y recomendaciones
 
 
 
  Recomendaciones para la ruta número 12 del 27/03/2011:
- Llevar ropa y calzado adecuados para la práctica del senderismo.
- Llevar algo comida y agua, habrá varios puntos de avituallamiento.
- Llevar siempre encima vuestra tarjeta federativa.
- Llevar siempre en la mochila: Toalla, ropa de abrigo y un chubasquero o cortavientos.
- El buen tiempo se acerca, por lo que se recomienda llevar unas gafas de sol y alguna crema protectora.
- Se ruega puntualidad a la hora de la salida.
 
 
 
 
NOTA DEL CLUB SENDERISTA:
SE RECUERDA NO OLVIDAR LA TARJETA FEDERATIVA QUE HAY QUE ENSEÑAR A LA MESA DE INSCRITOS PARA LA ENTREGA DEL DORSAL. ANTES DE LA SALIDA..