Los clubes de lectura de Alhama celebran el Día del Libro



El pasado 25 de abril de 2018, miembros de los Clubes de Lectura “Los Tajos “ y “Alhucema” se reunían en la biblioteca municipal de Alhama para dar lectura al manifiesto y realizar varias actividades con motivo de la celebración del Día del Libro.


25-abril-2018.- A esta cita de celebración, asistió la primera teniente de alcalde y concejala de Educación, quién como representante del consistorio alhameño animó a todos los miembros a continuar en su esfuerzo por fomentar el sano ejercicio de la lectura. Mari Paz García, bibliotecaria del centro, procedió a dar lectura al manifiesto que como cada año hace público la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y que en esta ocasión ha sido redactado por la poeta cordobesa Juana Castro. Tras la lectura del manifiesto, se abrió un coloquio en el que cada uno de los participantes recordó sobre el primer libro que leyó, así como su experiencia particular con el mundo de los libros, rememorando algunos títulos legendarios como Los Cuentos de Callejas, las novelas cortas de bolsillo de Corín Tellado o cómic como el Capitán Trueno. Los recuerdos de la infancia dieron paso a títulos y autores más actuales como Isabel Allende, Julia Navarro o Matilde Asensi, pero sin dejar de echar de vez en cuando una mirada al pasado, cuando por las tardes los participantes se reunían en casa de algún vecino que se ofrecía a leer en voz alta los capítulos de novelas del oeste, las primeras visitas a la Biblioteca Municipal cuando estaba ubicada en los bajos del ayuntamiento y los más pequeños tenían que demostrar que sabían leer para poder quedarse.

 Para terminar la celebración de este día tan especial para los clubes de lectura, se ha querido homenajear a Pablo García Baena, designado como autor del año por su profunda renovación en la lírica andaluza con la proyección del documental “Cuatro jardines para Pablo” dirigido por Bartolomé Olivares que hace un recorrido por la vida y obra del poeta, por los paisajes de su vida , en Córdoba y Málaga, y además acerca la obra del poeta con bellas imágenes que sugieren los profundos sentimientos de la lírica del autor. El nombre “Cuatro jardines para Pablo se basa en el poema “Corpus” donde se habla de los cuatro jardines de la primavera, marzo, abril, mayo y junio. Cada uno de esos jardines se ilustra con los paisajes de la vida de Pablo, la Córdoba de su niñez, el descubrimiento de los poetas clásicos, la juventud y su relación de los componentes de Cántico y su vida en la Málaga que lo vio resurgir como ave fénix.

 

MANIFIESTO DEL DÍA DEL LIBRO 2018

EL VICIO MÁS RENTABLE

 En mi casa, no es que no hubiera libros, es que no había ningún libro. Ni fascículos, ni periódicos, ni novelas por entregas. Nada, ni una estantería. Por eso, la primera vez que tuve un libro en las manos fue como si poseyera el mundo. Se llamaba Letras y era todo él un festival. Libro misceláneo, con ilustraciones, que incluía cuentos, fábulas, poemas, canciones, y que combinaba diferentes tipos de letras: de la manuscrita a la cursiva y de la caligráfica a la inglesa. De la bastardilla a la gótica y a la redonda recargada, de títulos y mayúsculas curvilíneas que talmente parecían bordadas.

 Mi madre consideraba el estudio como una dedicación absoluta. Leer libros que no fuesen los reglados era perder el tiempo, y el tiempo pertenecía totalmente al objetivo único de estudiar. Por eso, el día que descubrí la palabra mágica la utilicé como arma incontestable: ¡LITERATURA! Ser un libro de literatura o una obra de literatura. El título o la autora que “venían” en la enciclopedia o en mi libro de texto me concedía todas las bulas. Y así pude leer bastantes libros, siempre que fueran aptos para mi edad y siempre que no estuvieran prohibidos.

En vacaciones sí, en verano se alzaba totalmente la veda, y por las tardes yo leía en alta voz para las mujeres del cortijo, mientras ellas cosían. Leyendo en alto hice mi curso particular de entonación declamación y leyendo leyendo aprendí ortografía y
Aprendí sintaxis: no había mejor aprendizaje que ver y leer lo escrito. Leyendo leyendo adiviné el significado de las palabras, que se deducía por el contexto. Leyendo leyendo recorrí el mundo. Leyendo leyendo descubrí el placer y viví la libertad. Y leyendo leyendo me zampé Don Gil de las calzas verdes, una de bandoleros, Nada de Carmen Laforet, A orillas del Sar de Rosalía, las completas de Federico… Y leyendo leyendo y más leyendo empecé a reunir mi biblioteca y pude alzarme hacia otros mundos: revividos, recordados o soñados.

 Porque la memoria no es siempre recordar lo que ha sido. Los árboles son también seres vivos, algo humano, en su cercanía rememoramos no se sabe qué recóndita memoria genética o cuál otra onírica realidad alternativa. A veces, un grupo de rocas me llaman desde la ignota evocación de una antigua morada, cobijo o madriguera. ¿Con qué sentido percibimos el clamor que nos llega por el olfato, la vista, el oído…? ¿Por qué nos conmueve la poesía, esa aleación de música y palabra?

 Y es que, a veces, el leer da en el escribir. Pues hay algo de extranjería y exilio que nos cerca, un hueco de dolor o de júbilo que no puede ser colmado sino con la palabra, la que intenta desentrañar el mundo. Cuando vi por primera vez a Pablo García Baena, autor de este año 2018, que nos dejó en enero pasado, avanzaba por el pasillo central de un salón lleno de público con varios libros en la mano. Pablo había leído y leía mucho, porque todo le interesaba. Y en su mesa de trabajo también había siempre libros, que unas veces traía el correo y otras releía de entre su biblioteca.

Porque releer es volver al placer, recorrer el trayecto de espacio-tiempo desde un yo que ya es otro.

Leer: fascinación, embeleso. Objeto de deseo, refugio, vicio solitario.

Loado sea el libro.

Juana Castro, poeta.