Victoria de “El Zagal” sobre los caballeros calatravos de Alhama


 Hoy, 28 de febrero de 2015, hace exactamente 533 años que los alhameños musulmanes, que tanto valor demostraron en la defensa de lo que era su población, se vieron derrotados. En honor y homenaje a aquel demostrado amor que nuestros paisanos moros de aquel momento le tuvieron a esta tierra que justamente era la suya, voy a referirme hoy a una de las pocas satisfacciones que tuvieron, entre tantas derrotas que les infringieron los cristianos durante aquellos años, como fue la actuación y victorias de El Zagal, "El valiente", sobre los castellanos en el año de 1485.

"ALHAMA, HISTORICA"
Andrés García Maldonado
Victoria de “El Zagal” sobre los caballeros calatravos de Alhama

 "Era una clara y calurosa noche del mes de julio; brillaban las estrellas, la Sierra imponderable tendía su nítido cendal de nieve por el Saliente y Mediodía; en esto, rasgó el aire la nota gutural y aguda de una copla del país, la caravana cruzó la cortijada de Ochichar entre olor a mies trillada y a savia de los chaparros próximos, la senda surcaba el Llano de la Matanza, abierto campo de batalla en corridas y escaramuzas como en la expedición del esforzado don Álvaro de Luna en el mes de mayo de 1431, cuando entrando por Íllora salió por Archidona, llegando hasta Jayena, Agrón y Galafe (actualmente Ácula), quemando entre otras cincuenta alquerías las de Causo (Cacín) y Turara (Tajarja), y donde en otros tiempos perecieron ciento veinte caballeros calatravos; enseguida, los viajeros asomaron por la agria pendiente de Cacín, en el fondo de cuyo valle brillaba cristalino el río a la luz de la luna" (1).

 Desde los primeros años de mi juventud, cuando releí estas bellas líneas de mi padre en su libro "Alhama vista por un extranjero" -¡cuánto llega a dar a lo largo de bastante más de medio siglo un pequeño pero excepcional libro-, en el que, una vez más, queda bien patente que cuando hay inteligencia y preparación no es difícil combinar amenidad con rigor histórico, despertó en mi un gran interés el hecho concreto al que hacía referencia remitiéndonos, en la misma publicación, a la siguiente nota: "En 1485 Muley Abdalá dirigiéndose desde Málaga a Granada para coronarse rey por el destronamiento de su hermano Muley Hacén, llevó a cabo este hecho en el llano que existe entre la Cortijada de Ochichar y Cacín, por donde ahora pasa el camino real de Alhama" (2).

 Como nos cuenta el cronista Palencia, el furor popular iba haciendo día a día más terribles los tumultos de Granada, porque, unánime y públicamente, achacaban las derrotas sufridas a la incapacidad del rey Muley Hacen. Nos encontrarnos en 1485 y, año tras año, campaña tras campaña, el reino de Granada iba reduciéndose más y más, sin poder evitarse el avance cristiano y, aun menos, llevarse a cabo la recuperación de ciudades o territorios perdidos.

 Los alfaquíes, continuamos sirviéndonos de la crónica de Palencia, que con sus predicaciones sabían perfectamente apaciguar o excitar los tumultos, habían acalorado los ánimos del pueblo para que, al menos, por medio de ruidosas protestas, buscasen algún remedio al daño común que exigiese la intervención eficaz del monarca, ya que Muley Hacen, en otro tiempo esforzado guerrero, se hallaba postrado por larga enfermedad en ocasión en que se necesitaba un hombre dotado de enérgica resolución.

 Una vez que Boabdil, vencido y prisionero, o condicionado e ineficaz, no podía o no sabía en aquellos momentos liderar convenientemente el reino de Granada, quien en esos momentos reunía esas condiciones y era, además, de estirpe regia, el apropiado, Muley Abdalá, también conocido por Abohardillas y, más popular e históricamente, por "El Zagal" que significa "El Valiente", hermano del mismo rey de Granada.


 El Zagal, que aunque se encontraba en Málaga para defenderla de un posible ataque cristiano, no era ajeno a cuanto estaba sucediendo en Granada en lo que se refería a tumultos y levantamientos contra su hermano Muley Hacen, todo ello en complot con el célebre alguacil Venegas, partió entonces de Málaga hacia la capital del reino con trescientos cincuenta jinetes y setecientos infantes.

 Cuando el infante granadino y sus tropas llegaron al citado llano existente entre la Cortijada de Ochichar y Cacín, se encontraron sin esperarlo en el mismo camino con ciento setenta caballeros de la guarnición de la ciudad­fortaleza de Alhama, los que regresaban todo confiados de una de sus usuales correrías de castigo a lugares y tierras de los musulmanes granadinos, las que solían llevar a cabo con bastante asiduidad y que tenían realmente atemorizados a los moros de las poblaciones de todo este entorno casi hasta la misma Granada.

 Concretamente, estos ciento setenta caballeros calatravos de la guarnición de Alhama acababan de llevar a cabo, al mando de Juan de Angulo, una dura correría hasta cerca de la misma Granada, retornando hacia Alhama con una buena cabalgada de ganados y algunos prisioneros, todo confiados, ya que parece ser que no habían encontrado resistencia alguna.

 Topándose de buenas a primeras unos y otros, los de El Zagal, además más numerosos, propiciaron una completa derrota a los de Juan de Angulo, haciéndole un elevado número de muertos, al menos ochenta(3) y once prisioneros de calidad, lo que quería decir caballeros destacables de la guarnición de Alhama. Además, lógicamente, liberaron a sus compatriotas prisioneros, recuperaron toda la cabalgada de ganados y, a su vez, se hicieron con cuanto llevaban los cristianos, desde sus caballos hasta cuantos objetos consideraron de valor o interés.

 Cuando El Zagal se presentó en Granada con todo esto y tras este hecho victorioso, fue recibido con enorme gozo por los granadinos. Como era de esperar, después de tantas derrotas, pérdidas y humillaciones recibidas por parte de los cristianos en los últimos tiempos, este triunfo enardeció al pueblo granadino al mismo tiempo que consolidaba en el trono de Granada a Muley Abdala.

 Los Reyes Católicos, que por aquellos meses del verano de 1485 se encontraban en Córdoba, descansando algún tanto de las fatigas pasadas en las recientes campañas, cuando recibieron la noticia de este hecho, pusieron bien de manifiesto su pesar por el mismo; concretamente, el cronista Palencia nos dice "...vino a entristecerles la noticia del descalabro sufrido por algunos caballeros principales destinados a la guarnición de Alhama", alterando este suceso la marcha de las cosas y, más aún, el que se dio al poco tiempo, como fue el que El Zagal revalidase su valentía y reafirmase su realeza y capacidad guerrera al derrotar al conde de Cabra cerca de Moclín, quizás el ultimo fracaso importante de tropas castellano-andaluzas en la guerra de Granada.

 A pesar de que, comenzando por el mismo marqués de Cádiz, se aconsejó que no se tomase la villa de Moclín, el conde de Cabra convenció de ello a Fernando el Católico, pero resultó que el primero de los citados, deseando destacarse y despreciando las fuerzas del enemigo, se adelantó demasiado, atacando además antes de lo previsto, "en vez de la corta guarnición de Moclín que aseguraban sus confidentes, el conde se encontró apostado, esperándole, pues el ardid había cundido, al Zagal con toda la caballería de Granada. En el primer choque los moros retrocedieron, y el anónimo musulmán concede que los cristianos, tocando sus atabales y disparando su artillería, llegaron hasta la misma tienda del sultán. Pero pronto reaccionaron, al advertir que eran pocos los cristianos, y con esto se desconcertaron al encontrar mayor resistencia, y se pusieron en fuga. Durante una legua de caminos fragosos, en la trágica madrugada del 3 de septiembre, los musulmanes siguieron al alcance matando cristianos a placer. Allí murieron más de mil cristianos.

 El rey, que se encontraba acampado cerca de Alcalá la Real, reprendió la imprudencia del conde, y en vez de limitarse a meter la recua de provisiones en Alhama y no intentar cosa nueva hasta otro año, como algunos le aconsejaban, decidió la empresa de Cambil"(4).

 Esta derrota consecuencia de la imprudencia del conde de Cabra llegó hasta a turbar a la misma reina Isabel, la que se encontraba en la cordobesa Baena, entre otras razones porque se llegó a pensar que podía afectar hasta al abastecimiento de Alhama, hasta el punto que observando esta preocupación de la reina, el mismo cardenal de España, Pedro González de Mendoza, se ofreció y llevó a cabo con sus hombres y parientes la recua de Alhama, adelantando todo el dinero que fue necesario para ello.

 Los Reyes Católicos, preocupados por el afianzamiento de El Zagal en el trono de Granada, decidieron que Boabdil regresara a los pocos lugares levantiscos que aún le mantenían obediencia, para que así siguiese combatiendo a su tío y se mantuviese viva la guerra civil en el reino de Granada, lógicamente, todo ello, prestándole al mismo toda clase de ayudas para fortalecerle en su lucha por hacerse con el trono y así, nuevamente, el "divide y vencerás" de Fernando el Católico fue dando los frutos deseados.



NOTAS
1. Inocente García Carrillo, "Alhama vista por un extranjero", Granada, 1951. Pg. 11.
2. Ibídem. Nota 8.
3. Según unas crónicas el número de muertos ascendió a ochenta, según otras a ciento veinte. Lo más probable, si todos coinciden en que "la derrota fue completa", es que de los ciento setenta cristianos pocos fueron los que se salvaron de ser muertos o prisioneros, y habiendo sólo once prisioneros, nos inclinamos a que el número de muertos fue al menos el de ciento veinte.
4. Juan de Mata Carriazo, "Historia de la Guerra de Granada", en "Historia de España" dirigida por Ramón Menéndez Pidal, Tomo XVII, Volumen I, Espasa-Calpe, S. A. Madrid, 1978. Pg. 613.
Imágenes: Serie Isabel de TVE, y otras.