"Las libretas de servidora" o el libro-terapia de Josefa Ruiz



Josefa Ruiz Álvarez
, una octogenaria con raíces en Arenas del Rey y Fornes y que ha vivido en Santa Cruz del Comercio rememora con “chispa” en "Las libretas de servidora" su dilatada existencia. Todo comenzó como prescripción médica para ejercitar su brazo y su mente.


Imagen superior: La autora flanqueda por sus hijos Manuel, Evelia y María Dolores.

Las libretas escolares y su contenido con formato libro


     
 

"Soy Josefa Ruíz Álvarez. Vi la luz primera un 25 de agosto de 1928, en Arenas del Rey, provincia de Granada. Soy hija de Manuel y Natalia, y la tercera de siete hermanos. Me casé con mi primo Pepito, (a quien llamo “mi compañero sentimental”), hemos tenido dos hijas y un hijo, y ellos nos han dado cuatro nietas y dos nietos. Y me autodenomino “servidora”. De esta forma se autopresenta a sus lectores en la contraportada.

Imagen de la autora sacada de la contraportada
 
     

Igualmente por su interés reproducimos a continuación el prólogo que le ha dedicado su paisano Antonio Robles Ordoñez, quien, así mismo, intervino enel acto de presentación celebrado en Biblioteca Pública de La Chana, barrio granadino en el que actualmente reside Josefa:

La autora (centro) junto a su hija María Dolores y Antonioo Robles, en el momento de la presentación

PRÓLOGO

¿De qué, puede escribir una mujer mayor, con marido, con los hijos casados, con nietos, ama de casa y no libre de achaques? ¿Cómo transcurre su vida cotidiana? ¿Qué hace las veinticuatro horas del día; en qué ocupa su tiempo; con quién se relaciona; qué piensa de cuanto y cuantos la rodean, del mundo en el que vive, y del futuro -que, para ella, ya se deja entrever menos brillante? ¿Qué medios de evasión emplea para no hundirse ante actitudes incomprensibles, o no caer en la apatía de lo rutinario, o, simplemente, para estar a solas consigo misma cuando le apetece? ¿Cómo siente y manifiesta su dimensión religiosa y qué clase de preguntas se hace sobre el sentido de la vida, sobre Dios y sobre la religión que profesa por fe y tradición?

De todo esto -y mucho más- tratan LAS LIBRETAS DE SERVIDORA, diario escrito en siete libretas escolares durante seis años y medio (junio de 19999 - diciembre de 2006). Confieso que, cuando por primera vez leí los originales, la impresión fue tan favorable que inmediatamente sugerí a su hija Mª Dolores -con la que me une una gran amistad- la conveniencia de darles mayor difusión, sacándolos del ámbito doméstico y acercándolos al conjunto de la familia, amistades y conocidos, para que también ellos pudieran disfrutar de su lectura. Porque, realmente, su lectura deleita. Y deleita porque llevan el sello de lo espontáneo, de lo sincero, de lo que hacemos sin pensar en un lector. Y es que LAS LIBRETAS DE SERVIDORA no nacieron -como es el caso más frecuente de los ‘diarios’- por un deseo o una necesidad de evasión, sino simplemente por consejo médico: “Pero, en fin, esto es escribir por escribir. (...)“Me despedí de la escritura en la otra libreta (...); pero, pensándolo mejor he decidido comprar otra y seguir. Sóto para que no se me olvide (la escritura) y que la mano derecha y la  mente izquierda continúen su ejercicio”. O sea, sin otra finalidad que la de evitar un anquilosamiento físico y mental. De ahí -insisto- lo natural y espontáneo del conjunto.

Familiares y amigos asistentes al acto celebrado en la Biblioteca Pública de la Chana

¿Cuál ha sido el resultado? Ustedes juzgarán. Conozco a Josefa desde hace muchos años y sé -como todos los que la hemos tratado- de su gracia y ‘chispa’, de su genio humorístico y de su propensión al optimismo aun cuando sobren razones para lo contrario. Debo precisar que esta agudeza de ingenio es un rasgo común a todos los ‘Álvarez’, padres e hijos, -habiéndola heredado éstos últimos por partida doble). Pero, en las páginas manuscritas de estas LIBRETAS  he descubierto, además, para mi sorpresa, un instinto poético poco común y que tal vez la propia autora desconoce.

Las nietas y sus amigas pusieron música a un poema de Josefa  (Foto. J. Palma)

Al respecto, dos precisiones (que pueden aplicarse igualmente al plano no poético). En primer lugar, la ausencia casi total de tachones en las hojas manuscritas, señal inequívoca de que los versos han brotado con la naturalidad del manantial. Después, en cuanto al fondo y forma, la presencia de rasgos que recuerdan el gracejo de Gloria Fuertes, estrofas de corte lorquiana, reflexiones en la línea del poeta de “Soledades”, y una ironía tan fina y sutil a veces, que puede fácilmente pasar desapercibida. Y, como denominador común, el ‘genio alegre’ de esas letrillas de nuestro folklore que tan sabiamente trasladaron a la escena los Hermanos Quintero.

Otro rasgo que observará el lector a poco que haya avanzado en su lectura, es cómo cada libreta deja muy pronto de ser lo que realmente es -un soporte inanimado de escritura-, para convertirse en amiga y confidente de la escritora. Y ¡ qué conversaciones, qué advertencias y consejos, qué ‘secretos’ o restricciones, qué palabras cariñosas o de reprensión, y qué despedidas cuando llega la hora del adiós! Pero también tienen trato de familia el gato de la nieta, los pajarillos que acuden a la ventana en busca de alimento, las plantas del patio, y hasta las nubes y los cuerpos celestes; todo el universo circundante se humaniza y transforma en el interlocutor imprescindible de cualquier diálogo -lo que es un modo sabio de no acabar ‘majara’.

En en acto también intervinieron todos los nietos de la autora
Por último, en lo que respecta a mi colaboración en el presente trabajo, diré que se ha parecido mucho a la del artista aficionado cuando descubre un objeto de valor; gozoso del hallazgo, se pone él mismo a restaurar lo dañado y a repasar con cariño todos sus puntos para después entregarlo al disfrute general o, al menos, al de los que sepan valorarlo. Pero el mérito no es suyo en absoluto, sino de su creador; en nuestro caso, de Josefa Ruiz Álvarez.

Nada más por mi parte si no es desearos que disfrutéis, tanto como he disfrutado yo, leyendo LAS LIBRETAS DE SERVIDORA

Antonio Robles Ordóñez

Primavera, 2011

NOTA.- Dado el carácter peculiar de la producción poética, dispersa a lo largo de las siete libretas, hemos pensado que podía resultar cómodo para el lector encontrarlas todas reunidas al final del libro con objeto de facilitar su lectura. También se adjunta un recetario con TRECE MANERAS DE PREPARAR EL POLLO, obra de la autora. Tratándose de un ama de casa, no podía faltar la referencia culinaria.

Portada y contraportada del libro de Josefa editado por sus hijos

Vídeo del acto (Dura 23' 33")