Mariano Granados, sacerdote e hijo predilecto de La Malahá

“No hice cosas heroicas sino fruto del cariño por esta tierra y sus gentes”


12/10/2004.- El sacerdote Mariano Granados Casares (Puente Genil, 1925) cursó sus primeros estudios con los padres Capuchinos en Antequera. Tras la guerra civil ingresó en el seminario y fue ordenado sacerdote a finales de los 40. Su vocación religiosa la justifica por la influencia de sus padres y de los sacerdotes “buenos y sencillos” que conoció en Chauchina lo que hizo que en su familia hubiese tres hermanos y un primo curas, además de una tía monja. Ejerció su sacerdocio, primero seis meses en Alomartes, para luego atender las parroquias de La Malahá, Escúzar y Agrón donde permanecería durante un lustro. El arzobispo de Granada, Rafael García de Castro, le reclamó para trabajar en la secretaría de la Curia y como director de Vocaciones Sacerdotales. También dirigió el Boletín Eclesiástico y fue profesor en el Seminario Superior. Actualmente es capellán en la Capilla Real. El domingo, 26 de septiembre, recogió el título de hijo predilecto de La Malahá, donde, además, inauguró un parque con su nombre. Gracias a sus gestiones muchos malaheños abandonaron las cuevas y todos comenzaron a beber agua de calidad traída desde la cuenca del río Dílar.



- ¿Qué opinión le merece el acto de que ha sido objeto por parte de los malaheños?
- Pienso yo que exageran, tal vez porque el cariño también es ciego. Uno hace lo que el corazón y la cabeza le mande. No hice cosas heroicas sino fruto del cariño por esta tierra y sus gentes. Cuando quieres a una persona no sólo la quieres en su vertiente puramente espiritual sino también como totalidad humana. Mal cura hubiese sido yo sino hubiese sido como un padre y un amigo.

- ¿Tras su marcha siguió en contacto?
- Casi nada. Un cura mayor me enseñó que “cuando salgas de una parroquia no vuelvas porque puedes hacer daño o pueden hacerte daño”. Yo no he vuelto por pudor pues tengo el convencimiento de que he sido querido por la gente. Además, los compañeros que han venido por aquí han sido muy fieles y lo poco que pude haber hecho ellos lo han alabado y engrandecido. 



- ¿Qué recuerda de su paso por esta tierra?
- Pues un montón de grandes colaboradores y amigos porque aunque, como es natural en los pueblos, tenían el aire de crítica ante las cosas que hacía, luego la gente ha sido muy generosa. Y un recuerdo en este momento para don Miguel Carrascosa Salas, al cual esperábamos hoy, porque es un hombre muy especial, un gran maestro de vocación y a él se le debe gran parte del progreso de los muchachos.

- ¿Cómo fue lo de los vales?
- Para poder pagar los jornales de las personas que trabajaban en la construcción de las casas nuevas hice unos vales con mi firma y el sello de la parroquia que eran aceptados por los panaderos y los tenderos. Después estos vales eran canjeaba por su valor en dinero.



- ¿Qué les dice a los malaheños y malaheñas de ahora?
- Si ven que lo que se hizo fue por los valores cristianos que no los olviden, que por ningún motivo, ni de política ni de economía, ni de fe o religión, nos distanciemos sino que estemos unidos siempre en las grandes empresas de hacer bien y pasarlo bien en esta vida. Y al alcalde, que no le conocía, le quiero agradecer su generosidad para conmigo al darme este momento feliz antes de que me vaya para el otro barrio.

Texto y fotos: Antonio Arenas