Cristina Fernández, veterinaria de profesión, monta un refugio para animales desahuciados en Ventas de Huelma.
Cristina Fernández es veterinaria de profesión, afincada en Ventas de Huelma, donde ha montado un refugio de animales al que ha puesto de nombre 'Sueños del Temple'. La conocimos con motivo de la Feria del Ganado, celebrada por primera vez en junio pasado, con el doble objetivo de recuperar esta tradición perdida durante más de medio siglo y conseguir fondos para sus animales, la mayoría desahuciados por edad o enfermedad, a los que cuida amorosamente en unas fincas alquiladas, muy próximas a la localidad, situadas en la Vereda de los Leñadores de la Costa. Su especialización en caballos y el hecho de ser la propietaria de una yegua, de nombre Imperio, están en el germen de este precioso proyecto que, poco a poco, ha ido creciendo, primero con équidos, luego con canes, gatos, gansos, gallina e incluso una perdiz y un conejo. De todos sabe su historia que cuenta mientras lo va mostrando los muestra, con la satisfacción de quien es consciente de que les está dando una vida más llevadera.
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Cuando le visitamos, a los primero que nos presenta es a sus dos ponis, Perlita y Alfa. Junto a ellos nos cuenta «ser la inventora de esta historia que surgió sin pensarlo. Tengo un caballo desde hace mucho tiempo y cuando me vine a vivir a este pueblo me lo traje. Claro, estaba solo y a mí no me gustaba. Entonces me enteré de este poni que se había roto una mano y que la querían sacrificar. La estuve viendo y vi que podía osificar bien y me la quedé. A raíz de ahí comenzó a correrse la voz y ya me metí en el lío este», explica mientras sonríe y acaricia sus crines. De Alfa, explica que está totalmente ciego por lo que al principio se chocaba con todo, pero ahora ya se conoce el terreno y gracias a que Perlita es su inseparable lazarillo. El mismo vallado tiene otros dos inquilinos, Sarabi, una perra cruce de mastín que deja acariciar por su dueña y que la tiene en tratamiento por una infección en la zona de la cabeza. No lejos de ella se encuentra otro Mozart, otro perro que encontró abandonado en un carril y que, aunque a la gente le da un poco de miedo por su tamaño «lo único que sabe hacer es ponerse panza arriba para que le rasquen la barriga».
Tras abandonar este espacio, cruzamos al otro lado del camino donde tiene al resto de sus animales. «Esta es la segunda parte de Sueños del Temple, aunque al final se va a convertir en la primera», nos dice mientras nos acercamos a los caballos con los que pretende, una vez recuperados participar en actividades, tal y como ha hecho en la pasada cabalgata de reyes de Ventas de Huelma, o en terapias para niños pues «os caballos rescatados son especiales». Después nos cuenta la historia de Lola, «una yegua buenísima que el único defecto físico que tiene es que es muy mayor y por eso la querían sacrificar, pero yo me la traje para acá». A continuación, nos cuenta con la misma pasión la historia de Opio, un caballo blanco, semental de pura raza española que está lleno de tumores y que ya no lo querían ni para el matadero. De Poetisa nos dice que es otra yegua vieja de 24 años a la que le faltan los dientes, de su jaca Imperio, la «culpable» del refugio o de Noa, una yegua salvaje de Sierra Nevada que cayó por un barranco por lo que le llegó aquí con una costilla y la cadera rota con la sorpresa de que venía preñada y pudo parir a «la pequeñaja» que ahora tiene siete meses.
Dejamos atrás este vallado y pasamos a la finca colindante que le ha cedido un vecino y donde comen tranquilamente otros nueve equinos de los que nos dice sus nombres y pormenores que le llevaron a este refugio. «Ahora mismo, entre caballos, ponis y burros tendré 20 animales», que junto con el resto de animales acogidos han incrementado las necesidades de comida y adecuación de las instalaciones.
Zenón, él último en llegar
«Os presentamos a Zenón, un pequeño pony muy especial. Ha nacido en el refugio de caballos Sueños del Temple, donde se cuida a animales abandonados o maltratados» de esta manera anunciaba Cristina la feliz noticia del nacimiento del bebé de Perlita y Alfa que nacía en este refugio el pasado 11 de enero.
Con anterioridad ya había presentado a Imperio que «no es precisamente rescatado, ya que lleva muchísimos años con la fundadora de la asociación y es ya como un hijo para ella, así que no podía faltar. Es un Pura Raza Español de 16 años y medio (01/10/2006), muy manso y bueno, ideal para que el resto de la familia se adapte rápidamente. También al burro Jacinto, de unos 6-7 años que ha pasado casi toda su vida en el campo atado, al que le encanta recibir atención y es muy juguetón.
Otro inquilino de este refugio es Príncipe. Su propietario llamó a Cristina debido a que estaba gravemente herido tras el ataque de unos perros, por lo que decidió trasladarlo al refugio y así proporcionarle los tratamientos veterinarios necesarios y tenerlo más controlado. Es un pony del 23/05/2005 y se está adaptando a la manada poco a poco. Tras su recuperación, su dueño ha decidido que se quede un tiempo con nosotras en residencia.
Igualmente presenta a los caballos Tanque (tordo) y a Gitano (castaño) que llegaron juntos y tienen 24 años (nacieron en el 2000) que han trabajado toda su vida como caballos de escuela. Tanque tiene una artrosis severa, lo que hace que le duelan mucho las patas. Y Gitano está cojo de una mano. Una vez más, cuando el caballo "no sirve", ya no lo quiere nadie. Son buenísimos y aunque llegaron del mismo sitio, cada uno ha encontrado su lugar en distinta manada de las dos que tenemos en el refugio. Tanque y Opio se han vuelto inseparables, por lo que intuimos que ya se conocieron anteriormente en otro momento de sus vidas. Y Gitano está la mar de a gusto con la manada de Trevenque y compañía. Ambos ya han participado en alguna actividad organizadas en las últimas semanas y han demostrado que son puro amor, respeto y lealtad.
En otra ocasión presentaba a Quito, un burro de raza andaluza, de 19 años, del que explica que «simplemente se deshicieron de él por su edad, pero es muy bueno y curioso. No entendemos cómo puede la gente dar de lado a estos animales tan leales, que los han acompañado gran parte de su vida...» También explica que recientemente estuvo “haciéndole las bocas” a Nana y a Trevenque, «ya que últimamente no ganan peso y no sabíamos por qué, ya que comen igual que el resto. Hemos visto que Trevenque no masticaba bien y limamos bien los picos. Y resulta que a Nana le faltan un montón de muelas. Así que ya hemos adaptado sus respectivas alimentaciones. Lo decimos porque quizás los veáis muy delgados y penséis que no comen, pero sí, sólo tenéis que ver al resto de integrantes de la manada, el estado en el que están. Esperamos que se repongan poco a poco».