Con motivo del IV Centenario del Quijote



Cenotia, la hechicera alhameña en una obra de Cervantes.


29/01/2005.- "Mi nombre es Cenotia, soy natural de España, nacida y criada en Alhama, ciudad del reino de Granada; conocida por mi nombre en todos los de España, y aun entre otros muchos, porque mi habilidad no consiente que mi nombre se encubra, haciéndome conocida mis obras. Salí de mi patria, habrá cuatro años, huyendo de la vigilancia que tienen los mastines veladores que en aquel reino tienen del católico rebaño. Mi estirpe es agarena; mis ejercicios, los de Zoroastes, y en ellos soy única”. Así se presenta esta maga en capítulo octavo del segundo libro de Miguel de Cervantes titulado “Los trabajos de Persiles y Segismunda, historia septentrional” (1617). En dicha novela dedicada al conde Lemos cuatro días antes de la muerte del autor se narran los fantásticos viajes de los protagonistas, en realidad dos apuestos príncipes que se presentan como hermanos bajo los nombres de Periandro y Auristela, por lugares que el autor del Quijote sólo conocía de oídas o que recorrió en su etapa como recaudador de impuestos. De la obra se ha dicho que “pretende simbolizar la historia de la Humanidad con una clara idea reformista”, destacándose que en algunos casos los numerosos episodios fantásticos que se intercalan –entre ellos el de Cenotia- llegan a superar la trama principal. ¿Por qué Cervantes elige Alhama como lugar de nacimiento de la hechicera Cenotia? ¿Pasó en alguna ocasión por nuestra ciudad? Intentaremos responder a ésta y otras cuestiones.

 Quizás sea un misterio que nunca llegaremos a desvelar pero al que podemos aventurar varias hipótesis. Desde mi particular punto de vista creo que, ante la necesidad de tener una bruja de estirpe morisca Cervantes pensó en Alhama ya que imaginamos que llegó a los oídos el romance a la pérdida de Alhama. 

 A principios del siglo XVI, fechas en la que el autor redactaba esta obra, uno de los romances más difundidos era el “¡Ay de mi Alhama!” en el que se destaca la enorme repercusión que tuvo en el Reino de Granada la toma de nuestra ciudad. Andrés García Maldonado también ha estudiado el posible paso del célebre autor por la ciudad de los Tajos. Así mismo, Ángel Sánchez Palma en el “Comarcal” nº 24 (Dic, 1994) se hacía la pregunta de si “Miguel de Cervantes Saavedra pasó por el Llano de Zafarraya a lo que él responde afirmativamente tras una detenida lectura de su biografía. Los argumentos son el obligado paso por estas tierras, a caballo entre Málaga y Granada. El más importante viaje cervantino a Granada se fecha en 1594 con motivo de su nombramiento como cobrador de impuestos atrasados en el Reino de Granada. Algunos de los morosos residían en Vélez Málaga, tercios de Alhama y Loja. En estas dos ciudades consta que se le entregaron los débitos reales cosa que no ocurrió en Vélez. ¿Podría haber conocido en alguno de estos periplos a alguna maga o encantadora que le hubiese inspirado el personaje de Cenotia? Lo único cierto es que en 1596 precisamente por la acusación de haberse quedado con parte de los impuestos recaudados Cervantes dará con sus huesos en la cárcel donde permanecerá “siete largos meses hasta que todo se aclaró y pudo recobrar la libertad”.



Brujas y hechiceras 

En cualquier caso Marcelino Menéndez Pelayo, en su libro “Historia de los heterodoxos españoles”, destacó la riqueza de supersticiones en la última novela de cervantina, pues “cuando en su vejez hizo un libro de aventuras, especie de novela bizantina, imitación de Heliodoro, tejida de casos maravillosos, no dudó, sin duda por debilidad senil, en acudir a los prestigios algo pueriles de la magia, y colocó en las regiones del Norte, por él libremente fantaseadas, hechiceras y licántropos que mudan de forma mediante la efusión de sangre.” Este argumento fue rebatido por distintos autores. Por su parte, José Ignacio Díez Fernández y Luisa Fernanda Aguirre de Cárcer han analizado el fenómeno de la hechicería en esta obra cervantina. En su trabajo “Contexto histórico y tratamiento literario de la “hechicería” morisca y judía en el Persiles” analizan los tres episodios, de amplia extensión, que sobre brujas o hechiceras se incluyen en la obra ofreciendo “una interpretación y valoración de la hechicería o brujería (términos equívocos, como se verá) tanto desde la perspectiva histórica como desde el tratamiento literario, y analizando las posibles implicaciones de la vinculación de la hechicería con las minorías raciales y religiosas de los moriscos y los judíos”.

La historia de la bruja alhameña sería la segunda que consideran más importante tanto por su extensión como por su proximidad con los protagonistas. De ella afirman “la morisca Cenotia se presenta a sí misma con un amplio autoelogio basado en una supuesta diferencia entre magas y hechiceras (II, 8 y ss.). Es propiamente, por su actuación posterior, una hechicera y no una bruja: no vuela, sino que fabrica ungüentos y hierbas, causa enfermedad o sana. Se trata de una morisca que nació y vivió en España y huyó de Granada por miedo a la Inquisición, hace cuatro años. Su comportamiento queda, si no disculpado, al menos explicado por estar enamorada de Antonio, el bárbaro. Su actuación busca el beneficio propio y no procede de un encargo o relación comercial. Más allá de Antonio las maneras de Cenotia influyen en la narración principal al intentar retrasar la salida de Periandro y Auristela del reino de Policarpo”.



Estirpe agarena 

Para estos autores Cenotia tiene “estirpe agarena”, con el significado que el diccionario de María Moliner da a esta expresión con la que se alude al musulmán que vivió en la península durante la Edad Media. Por ello se deduce que “Cenotia es una musulmana o al menos una cripto-musulmana (y, por tanto, morisca)” lo que justificaría su origen granadino una de las zonas de mayor raigambre musulmana. Ello enlaza con la teoría expresada con anterioridad sobre la época de mayor difusión de nuestro romance ya que aunque la cronología del Persiles es imprecisa, la salida de Cenotia recuerda otras históricas, sirvan como ejemplo la de 1500-1510 en la que salieron los musulmanes que no quisieron convertirse, o las de 1608 que pretendían evitar los inconvenientes de una salida obligada y que afectó a moriscos que debieron salir por el Norte, pues era un delito hacerlo hacia países musulmanes tal y como has explicado Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, en su obra “Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría”. En cuanto a los poderes de Cenotia ella los explica en su autopresentación ya que es capaz, si se le pide, hasta de ocultar el sol y privarle de sus rayos, convirtiendo el día en noche, y hasta “pelear los vientos, alterarse el mar, encontrarse los montes, bramar las fieras, o otras espantosas señales que nos representen la confusión del caos primero”.



Otras “Cenotias” alhameñas 

Más adelante vuelve a nombra a Alhama al decir que siempre ha habido en esta ciudad mujeres con su nombre y personas que heredan su ciencia no de hechicera sino de encantadoras y magas. A continuación aclara la diferencia entre ambas. “Las que son hechiceras, -indica- nunca hacen cosa que para alguna cosa sea de provecho: ejercitan sus burlerías con cosas, al parecer, de burlas, como son habas mordidas, agujas sin puntas, alfileres sin cabeza, y cabellos cortados en crecientes o menguantes de luna; usan de caracteres que no entienden, y si algo alcanzan, tal vez, de lo que pretenden, es, no en virtud de sus simplicidades, sino porque Dios permite, para mayor condenación suya, que el demonio las engañe”. Por eso ella se considera maga o encantadoras, ya que en su consideración es “gente de mayor cuantía”. Su poder se basa en el conocimiento de la astrología y “de las yerbas, de las plantas, de las piedras, de las palabras, y, juntando lo activo a lo pasivo, parece que hacemos milagros, y nos atrevemos a hacer cosas tan estupendas que causan admiración a las gentes, de donde nace nuestra buena o mala fama: buena, si hacemos bien con nuestra habilidad; mala, si hacemos mal con ella”.

Por tanto este personaje cervantino tiene más de curandera que de bruja lo que enlazaría con esta tradición de la que aún quedan ejemplos en nuestra comarca como lo fue la “Ventura” (cuyas habilidades fueron resaltadas por Andrés Cárdenas, en su libro titulado “Crónicas de San Apolón”, la Francisca, de Fornes, reconocida curandera de las herpes o culebrinas, el también forneño apodado “Niño Grande” cuya especialidad es la eliminación de verrugas y otros como Juan Miguel “El curandero de Santa Cruz” (Comarcal, nº 13, enero 1994) o María Isabel Ramírez de esta misma población pero residente en Huétor Vega (Comarcal, nº 17, mayo, 1994), entre otros.