José Prados, de “Pastelería Balada” sorprendido por la aceptación de sus roscones de Reyes.
Diciembre de 2000.- José Prados Delgado es un alhameño de ida y vuelta. Nació en Alhama pero cuando sólo tenía 11 años emigró con sus padres a Bilbao. Allí aprendió confitería en la Escuela del Gremio de Pastelería de Vizcaya. Cuando acabó la morriña por su pueblo pudo más, por lo que en 1988 regresó a Alhama, donde puso en marcha su cafetería-pastelería Balada, nombre que consideró apropiado por lo dulce de este género musical y los productos de su negocio familiar.
De allí trajo consigo una tradición muy consolidada en el norte de España: el roscón de Reyes. La aceptación por parte de sus paisanos, y de las gentes de Moraleda, Loja y Huétor Tájar ha hecho que año tras año se agoten las existencias que se acercan al medio centenar.
En su opinión el secreto radia en la selección de los ingredientes –harina, huevos, mantequilla, azúcar, agua de azahar, frutas confitadas, ralladura de limón y naranja- y en la popularización de ese producto ya que antes “no estaba al alcance de todo el mundo”.
El pastelero alhameño destaca que uno de los principales atractivos de los roscones de Reyes son las sortp`tesas que llevan en su interior, haba y figuras. Como dice la poética que acompaña al roscón: “Si el haba has encontrado/ este postre pagarás/ mas si ello es la figura/ coronado rey serás”. Junto al roscón, Prados suele ofertar su carbón de azúcar para aquellos niños que no se hayan portado del todo bien.