El concierto fue concebido como un viaje por algunas de las páginas más exigentes y bellas del repertorio guitarrístico.
El pasado viernes, 5 de septiembre, el balneario de Alhama de Granada se convirtió en un templo de la música gracias a la extraordinaria actuación del guitarrista Josué Fonseca. Bajo el rumor del agua termal y el silencio expectante de los asistentes, Fonseca ofreció un recital inolvidable en el que la guitarra clásica y el flamenco dialogaron en perfecta armonía.
El concierto, concebido como un viaje por algunas de las páginas más exigentes y bellas del repertorio guitarrístico, arrancó con piezas de Francisco Tárrega, en las que el virtuosismo técnico se unió a una delicada sensibilidad melódica que atrapó al público desde los primeros acordes.
Posteriormente, Fonseca se adentró en el universo de Vicente Amigo, recreando con elegancia y respeto su inconfundible lenguaje musical. Las falsetas, cargadas de emoción y sutileza, brillaron con la claridad de quien no solo domina la técnica, sino que además comprende la profundidad expresiva del flamenco contemporáneo.
El momento culminante llegó con la interpretación de composiciones de Paco de Lucía, auténtico mito de la guitarra universal. Fonseca supo trasladar a su público la fuerza y el duende del maestro, desplegando un dominio absoluto del compás y una riqueza tímbrica que hizo vibrar cada rincón del recinto.
La comunión entre artista y audiencia fue total: los asistentes, cautivados por la intensidad y el lirismo de la actuación, respondieron con largos aplausos que obligaron al guitarrista a regalar varios bises.
La noche del 5 de septiembre quedará en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de asistir. En un enclave tan especial como el balneario de Alhama de Granada, Josué Fonseca no solo interpretó música: creó un momento irrepetible en el que la guitarra se convirtió en voz, emoción y alma.