El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más prolongados y complejos del mundo contemporáneo, con raíces profundas que se remontan al siglo XIX.
La firma invitada de esta semana es Mónica Amigo Andrade, viene a esta sección de "La otra mirada" no por ser amiga mía sino por dos razones: Es una escritora a la que leo, disfruto y admiro y tiene una capacidad de explicarlo todo al detalle aportando datos, pruebas y argumentos. Algo que, en estos días, en los que cualquiera que tenga acceso a redes sociales se cree con derecho a opinar sobre cualquier cosa sin otro aporte que insultos y groserías, se agradece profundamente. Y todo el mundo tiene derecho a opinar, pero nadie está obligado a respetar opiniones que no vengan sólidamente respaldadas por datos y pruebas contrastables. Y en ese terreno Mónica sobresale. Es una escritora, tal vez no de renombre, pero si con la autenticidad de escribir lo que realmente quiere y escribirlo como quiere: Huye de modas pasajeras y relatos al uso, para introducir al lector en un mundo de pesadilla, habitado por seres monstruosos... pero que tal vez sea este mundo nuestro actual en el que es posible encontrar seres y organizaciones mucho más aterradoras que las surgidas de la mente de Mónica. Ella no ha venido aquí a hablar de sus libros sino de la historia del genocida estado de Israel y sus aliados más insospechados (pasen y lean), pero yo no tengo ninguna razón para no poder recomendar sus creaciones y si una muy poderosa: He disfrutado leyéndolas (acceso). En cuanto a la mirada en sí, algo más larga de lo habitual, anteriormente ha quedado dicho: Un repaso sobra la historia del ente sionista mucho antes de la creación de Israel y sus insospechados aliados en el mundo musical. Al final, todo se explica solo, incluso lo de Eurosión (Si, he escrito Eurosión.) |
“Historia de una limpieza étnica televisada y premiada”
El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más prolongados y complejos del mundo contemporáneo, con raíces profundas que se remontan al siglo XIX. Vamos poco a poco a hablar del conflicto y los orígenes del mismo.
Palestina formaba parte del Imperio Otomano, pero estaba habitada por una mayoría árabe palestina: musulmanes, cristianos y una minoría judía autóctona, que convivía sin grandes conflictos religiosos ni raciales. No existía ningún conflicto moderno entre judíos y árabes en la región hasta la llegada del sionismo europeo.
Tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano se desintegró, y Palestina quedó bajo administración británica según el Mandato de la Sociedad de Naciones.
El Imperio Británico, tras prometer a los árabes la independencia si se rebelaban contra los otomanos (Acuerdos de Husayn-McMahon), los traiciona firmando los Acuerdos Sykes-Picot con Francia para repartirse la región.
En 1917, el gobierno británico emitió la Declaración Balfour, en la que expresaba su apoyo a la creación de un “hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina. Esta declaración generó tensiones con la población árabe palestina, que constituía la mayoría en la región. Tampoco consulto a la población autóctona.
Bajo control británico, aumenta la inmigración judía desde Europa, especialmente tras el auge del nazismo. En 1917 había un 10% de población judía en Palestina; en 1948, casi el 33%.
Esto genera tensiones, expropiaciones, disturbios, revueltas (como las de 1929 y 1936) y una represión brutal por parte de los británicos, que reprimen a los árabes, pero permiten el armamento y formación de milicias sionistas.
En 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 181, que proponía dividir Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. La comunidad judía aceptó el plan, mientras que la árabe lo rechazó, considerando injusta la asignación territorial.
Tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, estalló una guerra entre el nuevo estado y los países árabes vecinos. Como resultado, más de 700.000 palestinos fueron desplazados o expulsados de sus hogares, en un evento conocido como la Nakba (“catástrofe” en árabe). Israel consolidó su control sobre el 78% del territorio, mientras que Gaza quedó bajo administración egipcia y Cisjordania bajo control jordano.
En 1967, Israel libró la Guerra de los Seis Días contra Egipto, Jordania y Siria, ocupando Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los Altos del Golán y el Sinaí. La Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU instó a Israel a retirarse de los territorios ocupados y a todas las partes a reconocer la soberanía de los estados en la región.
Estos acuerdos entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) establecieron un marco para la creación de un Estado palestino y el reconocimiento mutuo. Sin embargo, asuntos clave como Jerusalén, los refugiados y los asentamientos quedaron sin resolver, y el proceso de paz se estancó.
Dos levantamientos palestinos, los que se conocieron como Intifadas, uno en 1987 y otro en 2000 marcaron períodos de intensa violencia. Además, las operaciones militares en Gaza y los ataques con cohetes han perpetuado el ciclo de violencia.
Pero algo más ocurre en los 80. No hay que ignorar hechos históricos fundamentales. Israel no solo ha sido víctima de Hamás; también tuvo un papel activo en su surgimiento.
En los años 80, el general israelí Yitzhak Segev, entonces gobernador militar en Gaza, admitió haber financiado a Mujama al-Islamiya, organización precursora de Hamás, con el objetivo de debilitar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) liderada por Yasser Arafat. Esta estrategia de "divide y vencerás" se basaba en la idea de que fomentar grupos islamistas podría contrarrestar a los nacionalistas laicos de la OLP. Avner Cohen, responsable de asuntos religiosos en Gaza durante más de dos décadas, también reconoció en 2009 que "Hamás, para gran pesar mío, es una creación de Israel". Estas decisiones estratégicas, tomadas sin prever sus consecuencias a largo plazo, contribuyeron al fortalecimiento de un grupo que posteriormente se volvió en contra de Israel.
Por tanto, al analizar el conflicto, es esencial considerar estos antecedentes históricos y reconocer que las acciones pasadas de Israel han influido en la configuración del escenario actual.
Cuando nos dicen que“Los palestinos eligieron a Hamás”tenemos en cuenta que sí, Hamás ganó las elecciones en 2006, en la única vez que se celebraron elecciones libres en Gaza. Desde entonces, Israel ha impuesto un bloqueo total a la franja, por tierra, mar y aire, junto con Egipto, convirtiéndola en una cárcel a cielo abierto, según Amnistía Internacional y Human Rights. Vamos lo que viene siendo un campo de exterminio a cielo abierto.
Desde 2007, Israel y Egipto han impuesto un bloqueo a Gaza, controlada por Hamás. Este bloqueo ha provocado una grave crisis humanitaria, con escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos.
Organizaciones como Amnistía Internacional han acusado a Israel de imponer un sistema de apartheid contra los palestinos y de cometer actos que podrían constituir genocidio en Gaza. De hecho, si buscamos en la RAE la definición de genocidio y de holocausto encajan perfectamente en lo que está sucediendo en esta zona.
A pesar de los esfuerzos internacionales, las negociaciones de paz han fracasado repetidamente. La solución de dos Estados es respaldada por gran parte de la comunidad internacional, pero las diferencias sobre fronteras, seguridad y otros temas clave han impedido su implementación.
El conflicto israelí-palestino es el resultado de una compleja interacción de factores históricos, políticos y sociales. La falta de una solución duradera ha perpetuado el sufrimiento de millones de personas. Una resolución justa y sostenible requerirá compromisos significativos de ambas partes y el apoyo continuo de la comunidad internacional.
Para una comprensión más profunda del conflicto, se recomienda consultar los siguientes recursos:
- Amnistía Internacional: Ocho claves para entender el conflicto palestino-israelí
- Naciones Unidas: Historia de la Cuestión de Palestina
- Además de otras fuentes oficiales y contrastadas sobre el Conflicto israelí-palestino
Es importante añadir que el conflicto entre Israel y Palestina ha provocado una enorme cantidad de víctimas civiles a lo largo de las décadas.
Desde octubre de 2023: Según el Ministerio de Salud de Gaza, hasta el 18 de mayo de 2025, al menos 53.339 palestinos han muerto y 121.034 han resultado heridos debido a la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza. La mayoría de las víctimas son mujeres y niños.
Entre 2008 y 2022 se estima que 2.304 niños palestinos perdieron la vida en Gaza y Cisjordania.
Desde la Primera Intifada en 1988, se calcula que han muerto 13.400 personas, de las cuales el 87% eran palestinos, y la mayoría de ellos civiles.
El 7 de octubre de 2023 Milicias palestinas llevaron a cabo un ataque en suelo israelí que causó más de 1.200 muertos.
Desde 1988, en el mismo período desde la Primera Intifada, se estima que han muerto aproximadamente 2.000 israelíes.
Las cifras muestran una disparidad significativa en el número de víctimas entre ambos bandos. Esta diferencia se ha acentuado en los últimos años, especialmente tras la ofensiva iniciada en octubre de 2023.
Organizaciones como Derechos Humanos y Amnistía Internacional han denunciado crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos en el conflicto. Además, se ha señalado la necesidad urgente de un alto el fuego y la protección de la población civil.
Es fundamental reconocer el sufrimiento de todas las víctimas y trabajar hacia una solución pacífica y justa que garantice los derechos y la seguridad de ambos pueblos.
Cabe recordar que nadie bombardeó masivamente España o el País Vasco para acabar con ETA porque era una organización terrorista, no un país. Y aunque asesinó a más de 850 personas, jamás se justificó un bombardeo sobre civiles vascos, ni la destrucción de Bilbao, ni la aniquilación sistemática de su infraestructura.
Al Qaeda, IRA, FARC, Boko Haram, ETA, Hamas… Todos son grupos armados, pero solo en Palestina vemos bombardeos masivos con miles de niños muertos, hospitales arrasados y millones de personas sin refugio.
¿La diferencia?
A ETA se le combatió con inteligencia, justicia, diálogo y democracia.
En Gaza, se usa el pretexto del terrorismo para aplicar un castigo colectivo.
Ni los crímenes de Hamas justifican el genocidio de civiles inocentes.
¿Justificamos entonces que Francia bombardee Cataluña si aparece un grupo armado?
La doble vara de medir no es justicia. Es colonialismo disfrazado.
ETA no eran los españoles. IRA no eran los irlandeses. HAMAS no son los palestinos. Nadie pensaría que para luchar contra ETA era necesario destruir España y a millones de ciudadanos inocentes. Sin embargo, todavía hay quien justifica el genocidio israelí.
El derecho a defenderse no incluye bombardear hospitales, colegios, campos de refugiados y matar a 15.000 niños (dato actualizado a mayo de 2024, según UNICEF y OCHA).
Lo que está ocurriendo en Gaza cumple los cuatro criterios definidos por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU: Matanza de miembros del grupo. Lesión grave a la integridad física o mental. Sometimiento intencional a condiciones de existencia que han de acarrear su destrucción física. Traslado forzoso de niños. El caso ha sido admitido por la Corte Internacional de Justicia, y hay acusaciones formales de genocidio por parte de Sudáfrica.
La Corte Penal Internacional(CPI) emitió una orden de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el 21 de noviembre de 2024. Se le acusa de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos incluyendo el uso del hambre como arma de guerra y ataques deliberados contra la población civil.
Defender la dignidad humana y denunciar crímenes de guerra no significa apoyar a Hamás. Significa entender que no todos los palestinos son Hamás, como tampoco todos los israelíes son Netanyahu o colonos armados.
Entonces, resumiendo:
• Palestina era de los palestinos.
• El Reino Unido fomentó un colonialismo encubierto, apoyando la creación del Estado de Israel en suelo ajeno.
• Israel ocupa Gaza y Cisjordania militar y económicamente, sin haber reconocido nunca un Estado palestino y violando resoluciones de la ONU(como la 242, 338, 2334)
• Los palestinos viven en campos de refugiados o bajo ocupación, mientras Israel se expande sobre un territorio que, históricamente, demográfica y legalmente, no es suyo.
• Lo que está ocurriendo no es una “guerra entre iguales”, sino una colonización militar en pleno siglo XXI, avalada por potencias occidentales que, en su día, como la “pérfida Albión”, encendieron la mecha.
¿Por qué hablar ahora de este conflicto? Es fácil, Eurovisión ha sido recientemente y ha brillado, como siempre, la política y el genocidio, ese doble rasero que mancha la música.
Nos escandalizamos, con razón, cuando Rusia invadió Ucrania y fue expulsada de Eurovisión por vulnerar los derechos humanos.
Pero Israel, que ha bombardeado hospitales, matado a más de 14.000 niños y arrasado Gaza, no solo sigue participando: queda en el top 5 con una canción que ni siquiera es relevante musicalmente.
¿Dónde está el veto? ¿Dónde está la ética?
La respuesta es simple: Eurovisión es política, y el genocidio solo importa cuando no lo financian tus socios.
Una de las principales patrocinadoras del evento, Moroccanoil, es una empresa israelí. El resto lo hacen los lobbies, el voto político pactado y el “blanqueamiento” en directo con luces LED y bailes. En eso consiste últimamente este evento.
¿Amaño en los votos?
Desde hace años, países vecinos se votan entre sí sistemáticamente. No sólo eso, hay quejas de periodistas sobre el famoso voto telemático ¿Cómo puede votar 8, 20 o más veces una sola persona? ¿No da pie eso a bots con VPN en las votaciones? También se han quejado muchos periodistas de la censura que tenían, de no poder ni usar la bandera LGTBQ+ ni la palestina, ¿lógico teniendo en cuenta quién pone el dinero?
Este año, las puntuaciones fueron escandalosamente políticas, con países premiando a Israel pese a las protestas públicas y boicots masivos.
Hasta Suecia, que prohibió banderas palestinas, invisibilizó los abucheos en la emisión oficial. Sin embargo, quieren un castigo para RTVE por comentarios no agresivos sobre las muertes. La televisión belga fue cortó la emisión de Eurovisión durante la actuación de Israel. En su lugar, mostraron una pantalla negra con un mensaje de protesta contra las violaciones de derechos humanos y la destrucción de la libertad de prensa por parte del estado de Israel.
Eurovisión ya no es un concurso de música. Es un escenario donde la hipocresía baila al ritmo del poder.
Y mientras el mundo aplaude, los niños de Gaza mueren en silencio. Esa misma noche, la noche de la final de Eurovisión, morían alrededor de 100 palestinos, muchos de ellos en un campo de refugiados, por bombardeos de drones israelíes por la denominada Operación Carros de Gedeón.
Y al igual que este concurso, el creciente control de fondos de inversión como KKR sobre festivales musicales en España ha suscitado preocupaciones éticas, morales y políticas, especialmente debido a sus vínculos con actividades en territorios palestinos ocupados.
KKR (porque llamarse KKK era dar demasiado el cante), a través de su participación mayoritaria en Superstruct Entertainment, fondo proisraelí, gestiona varios festivales en España, entre ellos:
1. Sónar (Barcelona)
2. Viña Rock (Villarrobledo)
3. Resurrection Fest (Viveiro)
4. Arenal Sound (Burriana)
5. Festival Internacional de Benicàssim (FIB) (Benicàssim)
6. Festival de les Arts (Valencia)
7. Madrid Salvaje (Madrid)
8. Granada Sound (Granada)
9. Love the 90s (varias ciudades)
10. Love the Twenties (varias ciudades)
11. Caudal Fest (Lugo)
12. Tsunami Xixón (Gijón)
13. I Love Reggaeton (varias ciudades)
14. Morriña Fest (A Coruña)
15. Sonórica Festival (varias ciudades)
16. Brava Madrid (Madrid)
17. Snowrow (ubicación variable)
18. elrow Town (Madrid y otras ubicaciones)
19. DGTL Barcelona (Barcelona)
20. Brunch Electronik (varias ciudades)
21. Monegros Desert Festival (Aragón)
22. Sónar Lisboa (Lisboa)
23. Interestelar (Sevilla)
24. Off Sónar (Barcelona)
25. O son do camiño (Santiago de Compostela)
26. Mallorca live festival (Mallorca)
27. Tomavistas (Madrid)
28. Mad cool (Madrid)
29. Bilbao BBK Live (Bilbao)
30. Primavera Sound (Barcelona, Porto)
Estos eventos, que reúnen a millones de asistentes anualmente, son ahora objeto de escrutinio debido a las inversiones de KKR en empresas relacionadas con actividades en territorios palestinos ocupados.
Numerosos artistas han expresado su rechazo a esta situación. Bandas como Reincidentes, Los Porretas y Sons of Aguirre han anunciado su retirada permanente del Viña Rock, citando los vínculos de KKR con actividades en territorios palestinos ocupados. Varias bandas han tenido posicionamientos claros, entre ellas La Prados, Los de Marras, Manuka Honey, Juliana Huxtable, Animistic Beliefs, Jeisson Drenth, Dakidarría, Sínkope o High Paw.
Asimismo, más de 80 artistas han instado al festival Sónar a distanciarse de las inversiones de KKR, destacando preocupaciones sobre la ética de estas asociaciones.
La creciente influencia de fondos de inversión en la industria musical plantea preguntas sobre la integridad cultural y la responsabilidad social de estos eventos. La asociación con entidades involucradas en actividades controvertidas puede comprometer los valores que muchos festivales y artistas defienden.
Ética y moral que viene siendo.
Es esencial que organizadores, artistas y asistentes reflexionen sobre el impacto de estas asociaciones y consideren la coherencia entre los valores proclamados y las prácticas empresariales detrás de los eventos culturales.
La música y la cultura deben ser espacios de expresión y resistencia, no herramientas para blanquear actividades cuestionables.
Porque cada entrada comprada, cada voto en Eurovisión y cada asistencia a estos festivales es un aplauso silencioso a quienes blanquean con luces y música el ruido ensordecedor de las bombas sobre Gaza. No es cultura si sirve para maquillar un genocidio.
Firma invitada: Mónica Amigo Andrade