Cuando se produjo el apagón, el 28 de abril, la única manera, prácticamente, de informarnos de lo que se iba sabiendo fue a través de la radio en FM.
La vieja radio analógica ahí sigue, al pie del cañón, funcionado cuando lo digital se va al carajo.
Ese día, a media mañana, fui a hacer algunas compras. Al salir de mi casa todavía había suministro eléctrico. Al llegar a la farmacia, primer inconveniente. “Se ha ido la luz” me dijo la dueña. Como lo que quería eran recetas electrónicas, no me pudo atender. Evidentemente la introducción de la receta electrónica fue un gran avance. En pacientes con tratamientos de larga duración o crónicos evita tener que ir al médico cada vez que se acaba una caja. La típica escena de persona mayor poniendo varios cartoncillos, recortados de los envases, en la mesa de la consulta para que el doctor extendiera las recetas en papel.
Le respondí que volvería en un rato, pensando que sería un problema local y que duraría poco.
Fui a la librería donde sí me pudieron atender y pagué en efectivo el libro que iba buscando. Sé que si no fuera llevado dinero suficiente, ante la imposibilidad de cobrarme con tarjeta, me hubiera dicho que me lo llevara y se lo pagara otro día.
Continué mi ruta dirigiéndome a un bar a tomar un refresco. Podían poner tapas frías o de plancha, que funciona con butano. Nada de freidora. Tampoco funcionaba la cafetera. Es un bar con las últimas tecnologías, con caja registradora con pantalla táctil y donde anotan las comandas en una aplicación del móvil. “Habrá que volver al sistema antiguo”, comentó el dueño mientras cogía un folio para apuntar las consumiciones y llevar bien las cuentas.
En el bar alguien comentó que era un apagón que afectaba a toda la Península Ibérica. Otro dijo que cómo podía saberse si no había luz. “Probablemente las emisoras de radio grandes tengan grupos electrógenos para emitir en FM en caso de emergencia”, añadió un tercer parroquiano.
...la radio pública me ofrece más fiabilidad y credibilidad...
En estos tiempos en que tantísimos bulos entierran las informaciones veraces, y ya sabemos a la velocidad en que se propagan los bulos, por las redes cuando hay internet, de persona a persona cuando no; puse en tela de juicio el dato hasta poder contrastarlo.
Así que al llegar a casa lo primero que hice fue sintonizar Radio Nacional de España. Para estas cosas la radio pública me ofrece más fiabilidad y credibilidad, a pesar de que los fachas digan que funciona al dictado de Perro Sanxe.
Y pude confirmarlo. Durante todo el día un programa especial iba contando lo poco que se iba sabiendo. Lógicamente, aunque podían emitir, tampoco podían informarse con la rapidez que la tecnología digital aporta, pero como buenos profesionales con vocación esa emisión especial además de contar a la audiencia lo que iba pasando, también evitó la sensación de aislamiento total y nos hizo compañía, como dice Radio Alhama en Internet en su programación de madrugada.
Y se demostró una vez más que España, como el toro, se crece en el castigo, como escribiera, poco más o menos, el gran Miguel Hernández. No hubo actos vandálicos, no hubo saqueos, no hubo perturbaciones graves de esas del cine catastrofista de Hollywood. Al contrario, afloró la solidaridad que siempre surge en nuestro país en situaciones de dificultad. Personas subiendo a pulso a gente con movilidad reducida a sus viviendas, ciudadanos llevando agua y comida a pasajeros de trenes.
Y los hospitales atendiendo las urgencias. También la atención sanitaria se dificultó ante la imposibilidad de acceder a citas, o historiales clínicos, pero atendiendo lo esencial gracias a fuentes de electricidad alternativas.
Al día siguiente un panfleto que cree que es un periódico titulaba “Caos total” en caracteres blancos sobre una portada totalmente en negro. Alguien respondió en las redes: “Caos total, pero has hecho un diario, lo has impreso y lo has distribuido”.
Firma Invitada: Prudencio Gordo Villarraso.